Vacunitis

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 04 Junio 2021 21:01

¡Estoy impresionado de cómo ha subido el nivel de cultura científica de este país en el último año! Parece que el confinamiento nos ha tenido a todos estudiando el cuerpo humano y sus variadas reacciones ante elementos externos.

Aún así, me sorprende, no lo voy a negar, el debate público que ha generado el proceso de vacunación. Estábamos habituados a llevar todos un seleccionador nacional dentro siempre que se acercaba un Mundial de Fútbol o una Eurocopa, pero lo de asumir el papel de especialistas en virología, reconozco que me ha pillado por sorpresa.

Rara es la conversación, en las últimas semanas, en que el tema central no es el laboratorio creador de la vacuna que le toca a cada uno y su aceptación o rechazo. Nos hemos hecho pijos hasta para eso. Ya no nos basta con que nos vacunen, sino que ahora ya queremos elegir la marca que nos corresponde y que mejor se adapta a nuestro amplio conocimiento científico en la materia. Estaba yo pensando, cuando hice la mili en el CIM de Cartagena, allá por 1988, qué hubiese pasado si a alguien se le hubiese ocurrido preguntar qué marca de vacuna nos iban a poner… Ahí lo dejo.

Esta mañana, fiel a la cita que me envió Sanitat el pasado fin de semana, he acudido a la primera parte de la vacunación que me habían programado. Vaya por delante mi felicitación y reconocimiento a quienes coordinan un proceso masivo de estas características por la buena organización, buen trato y la sencillez que supone, para los usuarios, poco habituados a estas cosas.

A cualquiera que me conozca, no hará falta que le cuente que mi relación con las jeringuillas no es, ni de lejos, idílica. He superado, es cierto, el pánico que antaño les tenía, pero sigo teniendo una relación distante con todo lo que suponga un pinchazo en cualquier parte de mi cuerpo. Aún así, he ido sin que nadie tuviera que convencerme porque, al fin y al cabo, entiendo que es algo beneficioso, tanto para mi como para el conjunto de la sociedad. Si tanto miedo hemos pasado con el coronavirus, es poco lógico que ahora traslademos ese miedo a su prevención.

He tenido la suerte de que nadie me preguntara qué marca prefería. A mi, que si me sacan del Hacendado me pierdo, hubiese sido un verdadero problema y, ciertamente, tampoco sabría qué decir. Nunca he estudiado, ni he tenido intención de saber nada acerca de virología. Desconozco los beneficios y debilidades de cada una de las vacunas ofertadas (como supongo que ocurre a la inmensa mayoría de quienes opinan e incluso se niegan a recibir alguna en concreto). A decir verdad, solo me preocupaba que me pusieran la Moderna, porque, siendo yo tan clásico como dice mi madre, no tuviera un efecto secundario y acabara en una mezcla entre Mario Vaquerizo y el Nen de Buenafuente. Pero, aún así, no me hubiese atrevido ni a opinar, que es lo mejor que podemos hacer en aquellas cosas que desconocemos. Al fin y al cabo, no es, ni de lejos, la primera vez que me ponen una vacuna y nunca se me ocurrió pensar cual era el laboratorio de origen. Eso sí, ahora no dejo de mirar de donde viene cada uno de los medicamentos que nos hemos pasado la vida tomando sin preocupación alguna.

Si algo ha quedado claro en todo este proceso es que el exceso de información es tan malo como la falta de la misma. No sé hasta qué punto es necesario que todos sepamos elegir cosas en las que, ni de lejos somos expertos. Es cierto que el papel del Gobierno, dejando en manos de ciertos ciudadanos la decisión de qué vacuna ponerse en segunda dosis, ha ayudado poco al enfriamiento del debate. Tampoco hay que olvidar que, mientras hablamos de vacunas, se nos olvidan los indultos y las subidas de la luz, o sea, que igual hasta la estrategia es buena. Y, además, visto lo visto en el último año, la diferencia entre que la vacuna la elija yo o la elija Fernando Simón entiendo que tampoco va a ser demasiado apreciable.

Siempre he defendido que España tiene un sistema sanitario (o diecisiete, mejor dicho) potente y muy cualificado. ¿Por qué no dejamos trabajar a cada profesional en aquello que sabe hacer? Bastante es que los ministros lo sean de ramos que nada tienen que ver con su cualificación profesional (de los que la tengan, digo), pero en aquellas cosas en que hay expertos al frente, es mejor que les dejemos trabajar y cuidar, como siempre han hecho, de nuestra salud.

Cierro y voy a esperar a ver la reacción que me hace. Entre otras, me han dicho que puede provocar insomnio. Tampoco es un problema. Si es así, aprovecharé para poner un par de lavadoras, planchar unas cuantas camisas y hornearme dos pizzas para cenar la semana que viene. Seguro que mañana iré más cansado, pero también más feliz de ver cómo me ha cundido la noche en el recibo de la luz.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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