Casas Baratas (III)

Escrito por Luis Ballester Moreno
Jueves, 14 Enero 2021 16:27

De pronto vemos como una bandada de colorines se posan justo donde queríamos y como es natural, muchos quedan atrapados. Llenamos casi tres jaulas de pájaros. Buena y temprana suerte pues no suele ocurrir así, y como teníamos mucho tiempo todavía, seguimos charlando de nuestras cosas.

De vuelta, teníamos hora y media de camino, cada uno contaba lo que haría con su parte. Primero había que vender los pájaros y con el dinerillo que sacábamos que no era todo para nosotros, porque había que contribuir ayudando a casa, pues todo eran planes que después saldrían o no.

Eran tiempos muy difíciles, hacía poco que había terminado la pelea entre hermanos y como ocurre siempre, los vencedores abusaban de los vencidos. No existía la nobleza del vencedor para con el vencido sino el odio y la venganza. El ruin pensamiento del exterminio del enemigo, aunque fuera de su propia casa. Las familias tenían enormes dificultades para sobrevivir. Sin ayudas, sin trabajo y además perseguidos y vigilados. Los niños no estaban escolarizados y nadie se ocupaba de que estudiaran, como si fueran perros callejeros sin derechos ni atención, al contrario, tenían que trabajar y hacer tareas que no les correspondían por su edad.

El pan amarillo del Plan Marshal, la poca ayuda de las monjas de caridad y sobre todo el enorme sacrificio de los padres arañando de donde se podía, sacaban adelante a sus hijos de tan miserable situación. La era de la posguerra fue un calvario para los vencidos. Pero, aun así, sobrevivimos.

Vivíamos en una barriada de esos grupos de casas construidas para los que no podían tener otra cosa, que estaba rodeada de campos sembrados de trigo y cebada cuyo propietario era un tío con muy mala “geró” al que los chicos le hacíamos muchas trastadas porque siempre nos estaba echando broncas. Le decíamos “El Tuerto” porque tenía un ojo a “la funerala” como se hablaba entonces. Una vez Fernando se montó en un burro que se espantó y empezó a correr por todos los campos que estaban ya casi para segar y el destrozo que hizo fue tremendo, tanto que el tuerto tuvo un altercado con sus padres.

Seguirá.

Luis Ballester Moreno

 

 

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