Paella con chorizo

Escrito por Bernardo Bartolomé de la Plaza
Viernes, 07 Octubre 2016 15:56

Un mediático cocinero británico ha causado revuelo por colgar una foto de su particular versión de la paella. Le echa chorizo el gachó y se queda tan pancho. Y por ahí no estamos dispuestos a pasar. Vale que nos comamos con patatas el choteo que se llevan en Gibraltar, que se operen por la cara en nuestros hospitales – free o por la face, como dicen ellos- los jubiletas de la pérfida Albión, que nos decoren las calles de Magaluf o Salou con sus regurgitados alcohólicos, pero la paella, no hijo, no. La paella ni tocarla. Te meto un meco que te avío, marmitón del demonio. Avisado estás. Nos sale la vena de bandolero serrano con patilla, trabuco y navaja de siete muelles.
 
La noticia ha difuminado esta semana otros asuntos que, a juzgar por el indignómetro - aparato que mide la intensidad de indignación del pueblo soberano, véase “la gente”- han pasado a un segundo o tercer plano. Porque ¿qué es más importante que la violación de nuestro plato nacional? Indiferentes estamos con el inicio del juicio de la Gürtel, con un banquillo como teletransportado directamente de la boda de la hija de Aznar; impávidos quedamos con otro comienzo procesal, el de las tarjetas Black, con su Rato, su Blesa, el padre del senador de Podemos y todo un elenco de extras de todos los partidos y sindicatos. Sin recatos. Un popurrí de estilos con el mismo fin: el mangoneo de las arcas públicas. ¿Y qué me dicen del sarao sabatino del Comité Federal del PSOE? Fríos también nos hemos quedado. Nada que se compare a la mancillada paella del súbdito de Su Graciosa Majestad.
 
El asunto socialista merece un capítulo aparte. Se lo resumo en una frase para no hacerlo largo. Unos señores – y señoras- que no quieren apoyar a Rajoy por pertenecer a un partido manchado pero sí quieren pactar con independentistas catalanes que también tienen sus casos de corrupción son derrocados por otro grupo de señores – y señoras- que sugieren abstenerse porque no les importa que gobiernen corruptos ya que ellos en Andalucía están de mierda hasta el corvejón. En una frase. Larga, pero una. Todo ello acompañado de urnas secretas detrás de un biombo, de repartidores de pizza llegando a la sede de Ferraz, decenas de periodistas y antidisturbios haciendo guardia en la calle, un grupo de mariachis que pasaba por allí, afiliados socialistas que al final eran infiltrados podemistas- se nos jodió el Perú, lloraba Pablo Iglesias como compungida plañidera, con el Guapo nos entendíamos mejor- , y mientras el PSOE se debatía entre el susto y la muerte llegó la anécdota más compartida de la jornada: la inmobiliaria de al lado de la guarida socialdemócrata regalando raciones de paella entre los asistentes al guateque. ¿Lo ven? Otra vez la paella. La eterna paella española. Y olé.
 
Nos hemos acostumbrado a todo, mangantes, gorrones y ladrones de guante blanco y corazón oscuro, pero no nos incomoda. De tanto tropezar le hemos cogido cariño a la piedra, se nos ha hecho callo de tanto roce. Y como de todo roce surge el cariño les seguimos votando. Nos molesta el chorizo en la paella pero quedamos impertérritos cuando el chorizo ocupa sillones en parlamentos, ayuntamientos y demás administraciones públicas. Porque somos así, todos. Desde El Ferrol hasta Figueras, desde Algeciras a Bilbao. Que se empeñe quien quiera, pero es la cruda realidad del pueblo español, tan diferente, tan igual. Compartimos en nuestro ADN la misma idiosincrasia. Y como queda demostrado, hay algo que nos une, algo que no podremos quitarnos de encima durante mucho tiempo, y es sin duda nuestra firme, enérgica e implacable defensa de la paella sin chorizo.
 
Bernardo Bartolomé de la Plaza
@BernarBartolome
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