Dallas

Escrito por José Manuel Pedrós García
Viernes, 15 Julio 2016 15:21

Dallas, la ciudad de Texas donde fue asesinado el presidente J. F. Kennedy, vuelve a ser el centro de atención mundial al ser asesinados 5 policías por el francotirador afroamericano Micah Xavier Johnson, que causó heridas también a 7 policías más. El motivo del ataque, dijo Johnson a los policías poco antes de que estos lo abatieran, era su «enfado con los blancos» por la muerte de negros a manos de policías. «Quería matar blancos, específicamente agentes blancos», dijo el viernes por la mañana el jefe de la policía de Dallas, David Brown, también afroamericano, como lo es una parte importante de la Policía y de la población estadounidense.
 
Hasta el sábado, Johnson no tenía antecedentes criminales ni relación alguna con el terrorismo, según fuentes oficiales, y antes de morir, había anunciado a los agentes que actuaba solo y que no tenía filiación alguna.
 
Un registro efectuado en su vivienda, en Mesquite, un suburbio en las afueras de Dallas, confirmó que la acción de Johnson no fue improvisada. Los agentes encontraron material para fabricar bombas, chalecos antibala, rifles, munición y un diario personal sobre tácticas de combate, según la versión oficial. Su pericia con las armas se la debía al Ejército, pues entre noviembre de 2013 y julio de 2014 estuvo desplegado en Afganistán, en una brigada de Ingeniería, motivo por el que le fueron otorgadas varias condecoraciones. Todo esto forma parte de la noticia, que los medios de comunicación se han encargado de pregonar a los cuatro vientos. Está claro que últimamente lo noticiable no es lo bueno que sucede en el mundo, sino todo lo contrario. Y la violencia sigue azotando lugares, vidas y conciencias. Y los medios de comunicación nos bombardean con ello, mientras se silencia todo lo positivo que ocurre, que, seguramente, es mucho más.
 
Los que pensábamos que con la llegada al poder de Barack Obama, un afroamericano más, se solucionaría una parte importante de estos problemas, estábamos equivocados. También estábamos equivocados los que pensábamos que se solucionarían los problemas de las mujeres en ciertos países con la llegada a la presidencia de una mujer, y no ha sido así (en muchos países africanos, gobernados por mujeres, sigue habiendo violencia contra ellas). Tampoco en el seno de la Iglesia católica (y hablo de esta Iglesia porque es la que más conozco) ha habido, como predicaba Jesús de Nazaret, paz interior, o igualdad de derechos, o reparto de bienes entre los pobres, o desjerarquización; y sospecho que el papa actual, Francisco, no puede hacer mucho él solo, aunque tenga buena voluntad, cuando una parte importante de sus obispos y cardenales (sobre todo, los europeos) no está por la labor de volver a los orígenes, ni de seguir la Doctrina de su Maestro. El cristianismo ha sido la base sobre la que se ha forjado Occidente, está presente en todo el mundo, y se supone que es la institución que más debe de velar por los derechos y por las necesidades de los seres humanos, y, lamentablemente, hasta ahora, no ha sido así.
 
Al final, la violencia indiscriminada sigue en Dallas y en otros muchos lugares del mundo, pero también la miseria y la desigualdad azotan el Planeta (que es otra forma de violencia), y las mujeres continúan siendo ciudadanos de segunda categoría, y el Vaticano es el Estado más rico y con más poder del mundo, en el que hay una gran diferencia de actuación entre sus bases (sacerdotes, monjas, misioneros, etcétera), y los prelados más omnipotentes.
 
Y aunque muchos seamos optimistas, no se ve a corto plazo una solución viable. Y ésa es la auténtica realidad, aunque sea una realidad dramática y noticiable; porque Dallas, desgraciadamente no es sólo una ciudad de Texas.
 
José Manuel Pedrós García

 

 

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