¿Y ahora qué?

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 10 Junio 2016 15:39

Me resulta muy curioso el planteamiento del gobierno de la libertad desde una línea que promueve la continua prohibición. En este año de gobierno “a la valenciana” (un año ya, si lo leemos desde la perspectiva de la falta de resultados, o un año todavía, si nos paramos a pensar en lo que queda por venir), la práctica totalidad de su acción legislativa y gubernativa se ha caracterizado por el bloqueo, la prohibición directa o las dificultades insalvables hacia aquellas actuaciones que no resultan de su agrado.
 
Ximo Puig está demostrando que sus ansias por llegar a ser President le llevan a tener que aguantar y tolerar cualquier propuesta que le llegue desde sus socios de Compromís con el único objetivo de mantener el equilibrio mayoritario en las votaciones de les Corts Valencianes. Bien visto, no es más que un fiel reflejo de lo que su jefe de filas, a nivel nacional, intentó tras el 20-D y querría hacer si los resultados del 26-J se lo permiten, pero sí que nos puede servir de anticipo, en carne propia, de aquello que puede pasar si las candidaturas del “contra” alcanzan la Moncloa.
 
Este gobierno, pese a hacerse llamar “a la valenciana”, presenta un nulo respeto por nuestras señas de identidad, incluyendo entre estas las tradiciones ancestrales de nuestra tierra que nos identifican como pueblo y que son parte de la historia valenciana.
 
Tras los ataques, desde el primer día, a nuestra denominación, a nuestra bandera, a nuestro himno, no podía ser menos que le llegara el turno a tradiciones como el bou embolat o el tiro y arrastre.
 
Hace poco más de una semana, el Ayuntamiento de Valencia se descolgaba prohibiendo el tradicional tiro y arrastre al paso de las Rocas por la cuesta del Arzobispo, en la procesión del Corpus de Valencia. Ahora, se prohíbe el bou embolat y el bou en corda en Valencia y sus pedanías… ¿Qué tiene esta gente contra las tradiciones valencianas? ¿Es este el primer globo sonda para una regulación, aún más restrictiva, de las fiestas taurinas que prohíba este festejo en el resto de la Comunitat?
 
No se puede jugar con la historia y menos aun con la historia popular de un pueblo. Aquella historia que se escribe en la calle es la parte principal de nuestra tradición, de lo que los ciudadanos sienten, piensan y disfrutan. Gobernar con bolígrafo rojo, tachando todo aquello que no resulta del gusto del político de turno, es una actitud extremadamente peligrosa, no para el político, que es temporal, sino para la sociedad que se ve, en todos los casos, mutilada en sus tradiciones y en su historia popular, la historia de todos.
 
El bou embolat es algo más que un simple espectáculo. Es una tradición, es un sentimiento y es, también, un medio de vida para muchas familias. Sin entrar a valorar posturas pro-animalistas, si el bou embolat se acaba, decenas de ganaderías de reses bravas se verán obligadas a desaparecer y esos animales a los que queremos evitar el sufrimiento acabaran en instalaciones como las de "Carns de Morella". Si el bou embolat se acaba, las fiestas de muchos de nuestros pueblos se sentirán algo huérfanas, nuestra hostelería se verá resentida ante la falta de todos esos aficionados que acuden a la llamada de nuestro espíritu taurino. Si el bou embolat se acaba, los valencianos veremos como se prohíbe una tradición nuestra, sin más justificación que el gusto por imponer el criterio del gobernante.
 
Gobernar en libertad y para la libertad es otra cosa. Pasa, principalmente, por no vetar, por no prohibir ningún tipo de actuación, sea más o menos acorde a la línea política supuestamente mayoritaria del momento. Pasa, incluso, por facilitar que cada colectivo pueda disfrutar de sus aficiones, garantizando, en todo caso, la seguridad de los festejos y velando por el estricto cumplimiento de la normativa, como hasta ahora se venía haciendo. El gobierno del “no” no puede ser nunca un gobierno popular. El gobierno del veto, del impedimento, de la prohibición, de la recusación, no es un gobierno que escuche, interprete y traduzca el sentir de la calle. Es, precisamente lo contrario, un gobierno que vive de espaldas a la realidad que demandan los ciudadanos.
 
Los españoles, los valencianos, llevamos muchos años trabajando nuestra democracia para elegir y vivir nuestra libertad. Ni podemos ni debemos consentir que nadie coarte esa libertad y ese derecho a nuestras tradiciones que, durante tantos años, nos hemos venido ganando. Me quedo con la esperanza de que una reflexión y una rectificación a tiempo vendrán a resolver un problema artificial, creado de donde no existía y que tanto malestar ha despertado en el mundo taurino. Más vale llegar a tiempo con una buena rectificación que mantener, por siempre, el error de una decisión equivocada. ¡A tiempo están!

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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