Ejemplaridad

Escrito por Juan Carlos Requena Fresno
Viernes, 31 Octubre 2014 13:39

La Universidad de Las Palmas ha cuantificado en 40.000 mil millones de euros la cantidad vinculada a la corrupción en España, dos veces el rescate bancario, es decir, una indecencia se mire por donde se mire. Como no puedes ser de otra manera ese mismo estudio indica que el 90% de los españoles perciben que España es un país corrupto, y, con los datos en las manos, no les falta razón. Si a esto añadimos que la corrupción afecta a todos los partidos, sindicatos, organizaciones empresariales, prensa, ect… queda claro que esto ya puede considerarse como el mayor escándalo vivido en nuestro país en las últimas décadas.

La parte positiva es que esto, efectivamente, se considere un escándalo, eso indica que existen ciudadanos  capaces de tener un ideal moral, que son capaces de comparar  la realidad con su ideal de moralidad, y esa comparación consigue definir esta situación como escandalosa.

Los que comenten un error se escudan habitualmente en las rutinas históricas, en el «esto siempre ha sido así», en «hay muchos que lo hacen», en «es lo habitual», etc…. y en la gran mayoría de los casos encuentran acomodo entre los que los rodean, entre otras cosas porque se rodean de similares.

La gente corrupta no quiere gente honrada a su alrededor, no se sienten cómodos y prefieren desplazarlos hacia otro ámbito que no les permita opinar. Los que cometen el error, utilizan sus esfuerzos en querer justificar su error, y en lugar de aceptar su error acaban ejerciendo una indecente presión sobre quienes intentan conseguir una explicación.

Tenemos que empezar desde cero, tenemos que redefinirnos todos y clarificar nuestras actitudes existenciales, tenemos que dejar claro si queremos ser honestos, decentes, honrados o si queremos ser todo lo contrario. Tenemos que ser conscientes de si inspiramos confianza, y lo haremos en base a nuestra trayectoria  como persona, a nuestra uniformidad de vida y a nuestra ética.

Pretender que en base a reformas legales, en base a reformas de las instituciones o en base a declaraciones políticas se resuelva el problema, es pretender demasiado. Esta pretensión es tener demasiada expectativa en los políticos, cuando en  realidad la solución  reside en la ciudadanía, en la educación y en el comportamiento cívico.

¿Hay solución?¿hay futuro?  Juan March hace ya unos años nos indicaba que «el cumplimiento de la ley nos es suficiente, que la sociedad nos demanda cada vez más un plus social. Este plus lo denominaba como ejemplaridad».

Es necesario, es ya obligado, que este plus se exija con toda la contundencia del mundo, la ejemplaridad debe convertirse en el principal aspecto del currículum de todos los ciudadanos y debe convertirse en algo imprescindible para aquellos que formamos parte de la vida pública y sobretodo para los que pretenden formar parte de ella.

Con que  los corruptos o los que comenten errores pidan perdón no basta, el reproche social que produce el comportamiento poco ejemplar te inhabilita de por vida. Hay un ideal de ejemplaridad latente en la ciudadanía  que proyecta un reproche social que va más allá de la legalidad. Esto ya ha obligado a muchos cargos públicos a pedir perdón y a reconocer públicamente que su conducta ha sido mala, y se han visto obligados a marcharse a su casa.

Ese es el camino, aquí está la solución, ese es el futuro….la ciudadanía debe exigir con la máxima contundencia posible que la ejemplaridad sea el eje sobre el cual gire toda la actividad pública.

Juan Carlos Requena Fresno
Concejal del PSPV-PSOE en el Ayuntamiento de Sagunto

 

 

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