La nueva ley educativa

Escrito por Ximo Estal
Jueves, 20 Febrero 2014 00:34

Todos aquellos, que leen estos artículos sobre la LOMCE, seguro que dirán, otro más, y puede ser que sí, que sea otro más, donde se habla de esta nueva ley educativa que nos segrega y que ataca a la comunidad educativa que defiende la escuela pública y sus valores, pero la realidad es que no es otro más, sino uno MAS que continua explicando, concretando y dando a conocer esta nueva ley, que como he dicho rompe y menoscaba todo lo conseguido hasta ahora, por eso es importante, seguir hablando y profundizando en ella, para que así todos y todas podamos conocerla y concretar puntos de resistencia a su no aplicación.

Soy docente, como dirían algunos «viejo» y a lo largo de mis años, como tal, he conocido varias leyes, a todas se les puede criticar en muchos aspectos, entre ellos la falta de financiación, a otras en aspectos metodológicos, pero por desgracia, esta última, nos vuelve al principio, y lo que es peor sin consenso, a postulados, que creíamos olvidados y superados y que pueden retrocedernos a postulados pedagógicos de los años 70, cuando la «dictadura» todavía «perduraba conceptualmente» en nuestras aulas.

Es cierto, que aquellos que defienden esta ley, indican que era necesario tomar y dar respuesta a problemas tan importantes: como el aumento del absentismo y fracaso escolar (de los mayores de Europa), pero a estos les diría que es más cierto que esta ley no lo va a solucionar sino empeorar puesto que esta sigue sin dar respuesta a aspectos fundamentales, como la falta de garantías reales para que el alumnado que cursa religión confesional estudie también contenidos de carácter ético y social; la inexistencia de mecanismos para que las asignaturas no tengan que competir arbitrariamente entre ellas; o la falta de previsión y criterios claros para organizar una oferta de Formación Profesional Básica adecuada y suficiente.
Así mismo la configuración de los contenidos curriculares de las materias y asignaturas  es  «nefasta» desde el punto de vista educativo, porque:

• Implica una distribución de competencias claramente recentralizadora que invade la autonomía de las comunidades autónomas en materia educativa.

• Sacraliza el aprendizaje de las matemáticas y la lengua en detrimento de otras materias y contenidos igualmente importantes para la formación integral del alumnado e ignora su contribución en el logro de las competencias básicas reconocidas como claves por todos los sistemas educativos de nuestro entorno.

• Estandariza los aprendizajes, reduciéndolos a meras conductas observables, equiparando la tarea de evaluar a la de medir.

• Los «estándares de aprendizaje» se concretan solo al final de las etapas, por lo que están claramente vinculados a las evaluaciones finales.

Esta configuración condicionará la práctica docente que, con objeto de no perjudicar la promoción de los alumnos, se centrará exclusivamente en procurar esos estándares, lo que supone la imposición de un aprendizaje homogéneo en todo el Estado, al margen de todas las variables de tipo personal, cultural o social que pueden influir en el aprendizaje.

• Implica un claro sesgo ideológico en el tratamiento de algunos contenidos: la materia de valores éticos, que, posiciona claramente al alumnado ante la objeción de conciencia o la desobediencia civil al considerarlas, literalmente, «problemas» porque «implican un desacato a las leyes del Estado a las que todos los ciudadanos deben someterse».

• Existe una clara falta de rigor profesional y técnico en la elección de contenidos por las graves carencias de algunos verdaderamente fundamentales que deberían establecerse con carácter básico y cuya eliminación de los currículos ha sido reiteradamente denunciada por los expertos de diversas áreas.

La aplicación de los Reales Decretos que establecen el currículo básico comporta otros problemas, igualmente graves, que han sido ignorados o subestimados irresponsablemente por parte de la Administración. La disminución de la carga lectiva de algunas asignaturas, la transformación de algunas que eran obligatorias en optativas, la asignación de nuevas materias o la desaparición de otras van a provocar modificaciones sustanciales en la carga docente que no se han previsto ni evaluado, por lo que el riesgo de que se generen nuevos e importantes conflictos en torno a la aplicación de la ley es más que probable.

Por ello, pienso que esta nueva ley no es la solución, y que aunque se hable una y otra vez sobre ella, no es «cansino» sino necesario para que todos y todas podamos conocerla en toda su amplitud  y juntos realizar una: «Resistencia a la LOMCE».

    
Ximo Estal. Secretario General de Enseñanza de CC.OO del Camp de Morvedre.

 

 

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