El enemigo

Escrito por Ramón GarcÍa OrtÍn
Miércoles, 20 Febrero 2013 01:29

El pasado año por estas fechas, los alumnos del Instituto Luis Vives de Valencia iniciaron una serie de jornadas de protesta contra los recortes presupuestarios en la enseñanza, algunos de ellos fueron concienzudamente apaleados por los agentes policiales y otros muchos detenidos y sancionados. Esta represión se enmarcaba, y sigue haciéndolo, en la política gubernamental de amedrentar y acallar las protestas de los ciudadanos ante la criminal política económica y social que lleva a cabo el gobierno del Partido Popular y que a estas alturas no creo que sea necesario describir con ningún detalle, pues con mayor o menor crudeza todos la estamos padeciendo.

Ante el escándalo nacional, incluso internacional, que provocó la actuación policial, el jefe superior de policía de Valencia , el señor Antonio Moreno, acompañado de la Delegada del Gobierno la señora Paula Sánchez de León, tuvieron que comparecer en rueda de prensa para tratar de justificar lo injustificable. Entre todos los argumentos  de tipo belicista que esgrimieron hubo uno que produjo un impacto extraordinario en algunos medios de comunicación y en la opinión pública. Cuando un periodista le pregunto al señor Moreno por el número de efectivos policiales desplegados, este contestó «que no pensaba proporcionar esa información al enemigo».

Esta calificación de enemigo referida no solo a los estudiantes sino todos los  afectados por las medidas del gobierno es decir prácticamente a todos los españoles, causó estupor. Sin embargo creo que lo único que hay que agradecer al jefe de la policía de su actuación es precisamente la sinceridad de esta manifestación. Cuando el gobierno en pleno del Partido Popular, se estaba desgañitando diciéndonos que nos está convirtiendo en puros esclavos pero que es por nuestro bien, porque nos quieren mucho, va y uno de los jefes de su policía, acompañado de su Delegada de Gobierno en la Comunidad Valenciana se descuelga y pone al descubierto lo que realmente somos para el PP, el enemigo.

No es la primera vez que alguien se sincera, y dice lo que realmente está ocurriendo, hace poco tiempo, en un sentido similar, el multimillonario norteamericano Warren Buffet, una de las mayores fortunas del mundo, declaraba con total naturalidad a un periodista del New York Times,  «Por supuesto que hay guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, la que está realizando la guerra; y estamos ganando».
Ambas declaraciones encajan perfectamente con las medidas políticas, económicas, sociales y policiales del PP  y su goebeliana campaña propagandística, al enemigo no se le dice nunca la verdad, la obligación de los que dirigen el conflicto es tratar de engañarlo. Por lo tanto, y recíprocamente, de nuestro enemigo no podemos esperar ninguna sinceridad.

No hay pues nada extraño en que dijeran no al copago y luego en realidad fuera si al copago, o que dijeran que no iban a subir el IVA y si lo hicieran, o que dijeran que no tocarían el sueldo de los funcionarios y a las primeras de cambio les quitaran una paga entera, o que la educación o la sanidad pública era la línea roja que no cruzarían y han cruzado este Rubicón a todo lo largo, o que no iban a abaratar el despido y lo han hecho y… suma y sigue.
Continúan atacándonos y continúa esta guerra y como en todas ellas la primera victima sigue siendo la verdad; nada de lo que nos han dicho se ha correspondido con lo que ha ocurrido en la realidad, ni nada de lo que ha ocurrido en la realidad nos lo han dicho. El señor Mariano Rajoy en una de sus últimas declaraciones por televisión confesaba: no he cumplido con mis promesas electorales, he cumplido con mi deber. A confesión de parte  sobran pruebas.
Por eso cuando alguien les reprocha que les han engañado,  a los del PP el semblante se les ilumina, piensan ¡que bien lo estamos haciendo! Es un halago para ellos ver como reconocen su labor para con el enemigo.
Se sienten fuertes, no solo han cruzado la línea roja de la sanidad pública, han cruzado o están a punto de cruzar todas las líneas rojas imaginables, envalentonados, están atropellando no solo a las clases asalariadas, se están llevando por delante al pequeño comercio, profesionales, talleres y pequeñas empresas…  se atreven con todos.

En el siglo pasado algunos en el mismo estado de euforia también se atrevieron a cruzar todas las fronteras. Los nazis pensaron entrar en Moscú y acabar con todos los rojos, y terminaron siendo los rojos los que entraron en Berlín y acabaron con los nazis. Mussolini acabó en un sudario de saliva.
Recuerden y ¡a por ellos!
Ramón García Ortín

 

 

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