En febrero de 2002 se constituyó la Fundación de las Artes Escénicas que debía desarrollar sus actividades artísticas en un enclave urbanístico situado en el antiguo complejo siderúrgico de los extintos Altos Hornos del Mediterráneo. Este ambicioso proyecto tenía como objetivo convertir este patrimonio industrial en la Ciudad de las Artes Escénicas. Con dinero supuestamente prestado pagaron a Irene Papas para crear una Escuela Internacional de Interpretación con sede en Atenas, Roma y Sagunto ¡Toma ya¡ Por aquí pasaron Santiago Calatrava, Zaplana, Rita y hasta la reina de España.
La noche del estreno los grupos de teatro locales nos reunimos a las puertas de la Nave esperando a la afamada comitiva con pancartas alusivas al inmenso despilfarro de recursos que suponían estos faustos, mientras a los pobres «volantiners» nos desahuciaban de los locales de la iglesia de Begoña. Era el inicio de un latrocinio; los prolegómenos de una estafa. Dentro de la Nave los señoritos disfrutaban de un evento valorado en centenares de miles de euros pagado con dinero procedente de las arcas públicas. El pueblo pidió entonces su protagonismo, tenía hambre de cultura y no le dieron más que migajas y un velatorio. Cuando finalizó la función del gran evento, los entes gubernativos dejaron caer un enorme telón sepulcral valorado en decenas de millones de euros para cubrir el sarcófago que encerraba la frágil voz del teatro pobre.
Ha sido la historia de un eco producido por la caída sorda de una pesada losa de granito que aplastó las ilusiones de nuestras humildes compañías locales. Un eco triste que se propagó por todos los rincones artísticos de nuestra comarca. Un eco que paradójicamente despertó del sopor a las ánimas que moran por las cáveas de un teatro romano que ya no se sabe sí es, fue o será. Ánimas que asustadas por la barbaridad de este «teatrocidio» han insuflado vida y aliento a las semillitas que iban surgiendo en nuestro pequeño y colorido mosaico teatral. Porque el teatro es propiedad del pueblo, el teatro es Dionysos, el teatro es tan necesario para la humanidad como la cópula y no cabe prostituirlo ni venderlo a mercaderes de lo ajeno.
No sería justo olvidarse del tibio aliento y la necesaria ayuda recibida de la Casa Consistorial, siempre con sus fobias y sus filias. Y aunque en ocasiones no entendimos sus manías erráticas, demos las gracias.
Hace algunas semanas, Ángel Madrid director de la decana compañía local “Mascarada Teatre” en el estreno de su último trabajo “Las Criadas” de J. Genet me dijo Jose Manuel haz una crítica salvaje de la obra. Yo le contesté que no podía pues no era un tigre de Bengala. Que me corrijan pero Mascarada, Nomearse, Arts Dementia, Cataclas, Camí de Nora, El Molinet… o las nuevas promociones de la E.M.T. han llenado de público, sabiduría y talento los espacios escénicos de nuestra comarca. Es teatro nuestro, hecho por el pueblo para el pueblo.
Con júbilo veo brotes verdes, pero con tristeza también veo como los entes gubernamentales se alejan del arte y la cultura. Escandaloso es el rechazo a inversiones en el ámbito cultural allende la comarca, pero observo indolencia, que es la antesala de la crisis, en los órganos de Gobierno municipales. No voy a ser yo quien diga si el dinero público de los ayuntamientos va para fiestas, rotondas o claveles pero si seré yo junto a la ciudadanía cívica quien diga que los políticos están para gestionar los recursos públicos y para esforzarse que el acceso a las enseñanzas musicales y a la cultura sea un derecho y concienciarse que todos los poderes públicos han de promover y tutelar este derecho. Como dice mi amigo Ximo “PODEMOS”.
«La cultura y las artes musicales no son un lujo», reivindicaban gran cantidad de jóvenes en el último pleno del Ayuntamiento, jóvenes enojados que bien podrían haberse matriculado en el campus de las Artes Escénicas y llenar de vida, prosperidad y alegría nuestro pueblo. ¿Dónde está la Generalitat Valenciana que constituyó este ambicioso proyecto? ¿Dónde está la fundación, las artes y la escena? Está liquidada. Decenas de millones de euros invertidos para un ocaso hipócrita y silencioso. ¿Cuándo nos devolverán esta ingente deuda acumulada?
Yago será preso pero Otelo ha muerto y Desdémona yace envenenada.
Jose Manuel Tarazona es entusiasta del Arte y la Cultura y Portavoz de la Plataforma per l’Educació Pública del Camp de Morvedre.
La noche del estreno los grupos de teatro locales nos reunimos a las puertas de la Nave esperando a la afamada comitiva con pancartas alusivas al inmenso despilfarro de recursos que suponían estos faustos, mientras a los pobres «volantiners» nos desahuciaban de los locales de la iglesia de Begoña. Era el inicio de un latrocinio; los prolegómenos de una estafa. Dentro de la Nave los señoritos disfrutaban de un evento valorado en centenares de miles de euros pagado con dinero procedente de las arcas públicas. El pueblo pidió entonces su protagonismo, tenía hambre de cultura y no le dieron más que migajas y un velatorio. Cuando finalizó la función del gran evento, los entes gubernativos dejaron caer un enorme telón sepulcral valorado en decenas de millones de euros para cubrir el sarcófago que encerraba la frágil voz del teatro pobre.
Ha sido la historia de un eco producido por la caída sorda de una pesada losa de granito que aplastó las ilusiones de nuestras humildes compañías locales. Un eco triste que se propagó por todos los rincones artísticos de nuestra comarca. Un eco que paradójicamente despertó del sopor a las ánimas que moran por las cáveas de un teatro romano que ya no se sabe sí es, fue o será. Ánimas que asustadas por la barbaridad de este «teatrocidio» han insuflado vida y aliento a las semillitas que iban surgiendo en nuestro pequeño y colorido mosaico teatral. Porque el teatro es propiedad del pueblo, el teatro es Dionysos, el teatro es tan necesario para la humanidad como la cópula y no cabe prostituirlo ni venderlo a mercaderes de lo ajeno.
No sería justo olvidarse del tibio aliento y la necesaria ayuda recibida de la Casa Consistorial, siempre con sus fobias y sus filias. Y aunque en ocasiones no entendimos sus manías erráticas, demos las gracias.
Hace algunas semanas, Ángel Madrid director de la decana compañía local “Mascarada Teatre” en el estreno de su último trabajo “Las Criadas” de J. Genet me dijo Jose Manuel haz una crítica salvaje de la obra. Yo le contesté que no podía pues no era un tigre de Bengala. Que me corrijan pero Mascarada, Nomearse, Arts Dementia, Cataclas, Camí de Nora, El Molinet… o las nuevas promociones de la E.M.T. han llenado de público, sabiduría y talento los espacios escénicos de nuestra comarca. Es teatro nuestro, hecho por el pueblo para el pueblo.
Con júbilo veo brotes verdes, pero con tristeza también veo como los entes gubernamentales se alejan del arte y la cultura. Escandaloso es el rechazo a inversiones en el ámbito cultural allende la comarca, pero observo indolencia, que es la antesala de la crisis, en los órganos de Gobierno municipales. No voy a ser yo quien diga si el dinero público de los ayuntamientos va para fiestas, rotondas o claveles pero si seré yo junto a la ciudadanía cívica quien diga que los políticos están para gestionar los recursos públicos y para esforzarse que el acceso a las enseñanzas musicales y a la cultura sea un derecho y concienciarse que todos los poderes públicos han de promover y tutelar este derecho. Como dice mi amigo Ximo “PODEMOS”.
«La cultura y las artes musicales no son un lujo», reivindicaban gran cantidad de jóvenes en el último pleno del Ayuntamiento, jóvenes enojados que bien podrían haberse matriculado en el campus de las Artes Escénicas y llenar de vida, prosperidad y alegría nuestro pueblo. ¿Dónde está la Generalitat Valenciana que constituyó este ambicioso proyecto? ¿Dónde está la fundación, las artes y la escena? Está liquidada. Decenas de millones de euros invertidos para un ocaso hipócrita y silencioso. ¿Cuándo nos devolverán esta ingente deuda acumulada?
Yago será preso pero Otelo ha muerto y Desdémona yace envenenada.
Jose Manuel Tarazona es entusiasta del Arte y la Cultura y Portavoz de la Plataforma per l’Educació Pública del Camp de Morvedre.
