Fábrica de ideologías

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Miércoles, 17 Octubre 2012 02:00

Las declaraciones del ministro de Educación, Ignacio Wert, con referencia a “españolizar” a los niños catalanes, han supuesto un importante y caluroso debate en la sociedad española. Este debate, que debería haber girado en torno a mejorar la cifra de fracaso escolar y el paro juvenil (que nos sitúa en el  peor país de la Unión Europea), “los de arriba” han decidido que el debate se centre en potenciar los nacionalismos.

Según tenía yo entendido, la finalidad de las enseñanzas obligatorias (primaria y secundaria) es lograr que los alumnos adquieran los elementos básicos culturales, adquisición de una progresiva autonomía, formarles para el ejercicio de sus derechos y obligaciones en la vida como ciudadanos y prepararles para su incorporación a estudios posteriores y mundo laboral. Pero parece que el ministro prefiere que nuestro futuro se sienta e identifique con una nación, antes que dejar a “su“ nación en buenas manos.
Pero, ¿las declaraciones de Wert o el anteproyecto de la reforma (LOMCE) son un hecho novedoso? La respuesta es clara: NO. La escuela está diseñada para “fabricar” personas estandarizadas, que obedecen órdenes y cuya conducta es previsible: es vox populi que los que se desvían de la norma, o son rechazados o castigados (y de castigo tenemos claros ejemplos últimamente). Pero volviendo al tema de la finalidad, ¿no será que hay otra finalidad  “oculta”? Ya lo afirmó Gil de Zárate en el siglo XIX: “Porque, digámoslo de una vez, la cuestión de la enseñanza es cuestión de poder; el que enseña, domina; puesto que enseñar es formar hombres, y hombres amoldados a las miras que los adoctrinan”. ¿En qué se diferencian estas declaraciones con las de Wert?

La escuela tiene un poder importante en el desarrollo de los seres humanos por la permanencia en ella: Los niños se pasan un mínimo de 16 años allí. Visto de otro modo, de 24 horas que tiene el día, un tercio lo pasa en la escuela, otro tercio durmiendo y el tercio restante en comer, ocio, familia, actividades extraescolares, etc. Por su relevancia, esta institución debería estar orientada a facilitar el desarrollo y crecimiento físico, cognitivo, moral y emocional: Debería enseñar los conocimientos básicos, la cultura general ( Wert, la historia contemporánea universal también se tiene que aprender, una función de ella es no repetir los errores, ¿Qué pretendes con enseñar solo la española? ¡Uy! Se me olvidaba, “españolizar”). No enseñaría mediante el método actual, donde los alumnos son agentes pasivos (se sientan, escuchan, copian y repiten), sino tendría que favorecer el proceso enseñanza-aprendizaje a través del aprendizaje significativo, centrado en el alumno. Así pues, la institución pasaría a ser facilitadora de la adquisición de conocimiento, que motiva a los niños a formarse, potencia el auto-conocimiento y el trabajo en equipo. Mediante las interacciones en la escuela, familia y comunidad,  el niño desarrollaría la inteligencia emocional ( la gran inteligencia olvidada en muchas escuelas actuales) así como el desarrollo de valores sociales como el respeto, solidaridad, cooperación, etc, (¿Qué ocurre si dejamos los valores únicamente en manos de la escuela? Pues que nos encontramos un libro de Anaya de 4º de primaria donde se compara las descargas de internet  con los secuestros de avión y barcos. ¿Eso cómo se llamaba? Si no me equivoco, adoctrinamiento, no?).

La “altos cargos” conocen su poder, saben que los padres delegan la educación en la escuela y aprecian que hoy en día, la televisión, Internet y la escuela son los medios para influir en los vulnerables pequeños. Pero, ¿hay algo más mezquino que la utilización de estos medios para aleccionar a los pequeños en ideales políticos? ¡Cuánto miedo tienen en perder su posición y trabajo! ¡Me niego a creer que “todo vale”!

Ana Carot Miguel

Modificado por última vez en Miércoles, 17 Octubre 2012 02:00

 

 

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