Mercaderes del dinero (o La banca siempre gana. 2ª parte)

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Martes, 15 Mayo 2012 02:00

En un anterior artículo titulado “La banca gana” (El Económico, 29/04/2011) me referí a la ejecución de hipotecas por impago de las cuotas mensuales; no se tituló “La banca siempre gana” por un mero problema de espacio. La realidad caótica y crispante de la banca me ha brindado una nueva oportunidad (y seguro que habría muchas más, sólo hay que buscarlas); me referiré en esta ocasión a las controvertidas “participaciones preferentes (PPR)”.

En los últimos meses hemos conocido de muchos pequeños  inversores que no han podido recuperar su dinero o sencillamente no saben cuándo, cómo o si lo recuperarán algún día. Esta figura se diseñó por la banca como una manera de obtener “capital privado” (recursos propios) sin necesidad de  acudir a una “ampliación de capital”, y a ella se acogió la gran banca española (BBVA, Santander, Popular y Sabadell) y algunas cajas (La Caixa, Caixa Galicia, Caixanova, Caja Duero, Bancaixa y la CAM). Según la Unión de Consumidores de España (UCE) el 1 de marzo de 2012 el problema de las PPR afectaba a unos 700.000 inversores, 25.000 millones de euros y 52 entidades financieras implicadas. Pero, ¿qué son las PPR? Se parecen a las acciones en su carácter perpetuo (la entidad emisora no tiene la obligación de rescatarlas en ningún momento prefijado), en su liquidez que puede ser nula, en su rentabilidad que no está garantizada, en que se puede perder el capital invertido en caso de quiebra del emisor y si este es un banco no están garantizadas por el Fondo de Garantía de Depósitos; pero a diferencia de aquellas, no confieren participación en el capital ni derecho a voto en los consejos de administración del emisor. Y, así como las acciones cotizan en un mercado transparente (las Bolsas), el mercado de las PPR es cualquier cosa menos eso. Su adquisición, además, conlleva costes (comisión de compra, comisiones de intermediación en caso de compra-venta y gastos de administración y custodia) que, sin duda, afectan a la rentabilidad de la inversión (el más que famoso TAE). Ahora bien, en caso de quiebra del emisor, recuperarían su inversión o lo que quedara de ella por delante de los accionistas (de ahí la denominación de “preferentes”), aunque por detrás de todos los demás acreedores. En resumen, en el caso de las PPR, el inversor presta un dinero a una entidad a cambio de un dividendo anual incierto, pues está asociado a los beneficios de aquella, y sin saber si algún día podrá recuperar el principal prestado.

En tiempos de crisis financiera, cuando se agudizan las tensiones en la banca, por falta de liquidez y alguna que otra quiebra (la CAM, el Banco de Valencia, etc), y los grandes bancos internacionales no prestan dinero barato como en épocas boyantes, la banca busca una y mil maneras de hacerse con los ahorros del personal (cosa que, por otro lado, nunca ha dejado de hacer), especialmente de aquellos que, después de muchos años de apreturas y esfuerzos, han conseguido almacenar unos ahorrillos. Pequeños ahorradores que no entienden del funcionamiento de las inversiones financieras, que nunca han oído hablar de “rentabilidad, liquidez y seguridad” –las tres variables básicas de cualquier inversión, a tener en cuenta-, que siempre se han fiado de “su banco” y que se dejan llevar por los “cantos de sirena” de las altas rentabilidades futuras que les ofrecen. Pero cuidado, los “asesores financieros” de hoy, personas de confianza de la banca o caja, ya no son lo que fueron otrora;  hoy no son sino meros vendedores de productos financieros, muchas veces “a comisión”, ni más ni menos que los vendedores de seguros o los vendedores de coches; que pretenden colocar un producto como sea, que para eso les pagan. Como ha señalado el despacho de abogados que asesora a la Unión de Consumidores de España (AvanzAC) en vísperas de la asamblea de afectados celebrada días atrás en Valencia, refiriéndose a las PPR, “este tipo de productos son adecuados para inversores que sean capaces de asumir una pérdida total de su inversión o institucionales pero no para clientes sin conocimientos financieros y que han invertido su dinero creyendo que se trataba de renta fija”.

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en una ficha informativa dirigida a los potenciales inversores, les recordaba que  la entidad emisora de las PPR debía informarles sobre “las características, riesgos y costes del producto”, asegurarse que el producto ofrecido “es adecuado a sus conocimientos y experiencia previa para valorar correctamente su naturaleza y riesgos (test de conveniencia)” y  que se ajusta a sus objetivos y situación financiera (test de idoneidad). ¡Ahí es nada! No cabe dudar de la profesionalidad de los asesores bancarios (o si) pero, ¿alguien se cree que el potencial inversor –o muchos de ellos- ha actuado sin dudas? Y si las ha tenido, ¿quién se las ha aclarado?, y ¿se ha tomado “el tiempo necesario para decidir con conocimiento, sin precipitación ni bajo presión” (como reza la ficha de la CNMV)? Si se trataba de “un instrumento complejo y de riesgo elevado”, como se anunciaba, mucho me temo que las “pifias” y las sorpresas habrán sido muchas.

La remuneración de las PPR está condicionada a la obtención de beneficios distribuibles por parte del emisor (los que no pasan a reservas) en cada ejercicio o periodo. O sea que, en los años de crisis que atravesamos, en los que la banca se está reestructurando, las cajas han sido engullidas por aquella y el Banco de España y la Autoridad Bancaria Europea (EBA) han apretado las tuercas al sistema financiero, y los consejeros se han asegurado buenos sueldos y pensiones, las posibilidades de obtener buenos resultados a corto plazo se han esfumado. Muchos pequeños inversores han querido recuperar su dinero y se han encontrado ante la imposibilidad de hacerlo o las entidades les han hecho ofertas de canje inaceptables, perdiendo dinero o debiendo asumir riesgos extraordinarios. La liquidez de estos productos es tan baja que en la práctica resulta muy difícil deshacerse de ellos, como no sea perdiendo el 50 % del capital invertido o más. En opinión de algunos analistas, se podría hablar de un “corralito a la española” con este asunto de las PPR: dinero invertido en estos productos sin poder rescatarlo.

Si las PPR que usted posee son de entidades no financieras, el dividendo a cobrar anualmente suele ser superior y las posibilidades de rescate son mayores y con pérdidas menores que las procedentes de las entidades financieras.

Por ello, señor inversor, antes de dejar sus ahorros en manos de la banca, infórmese bien y luego asesórese con algún experto externo e independiente. Y si le vienen con prisa, por aquello de “el plazo acaba el día X”, conteste sencillamente “no me interesa”. En estos negocios, como en otros muchos, “las prisas no son buenas consejeras”.  Y los tiempos en los que hablábamos de “mi banco” o de “mi caja”, del director o empleado de la entidad financiera, con absoluta confianza, se han terminado. Hoy más que nunca somos meros clientes frente a los mercaderes que sólo pretenden nuestro dinero.

Miguel Ángel Piqueras Rambla
Economista.

Modificado por última vez en Martes, 15 Mayo 2012 02:00

 

 

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