La secretaria general de CC.OO. lamenta que muchas infraestructuras, básicas para el desarrollo industrial de Sagunto, sigan esperando

Begoña Cortijo: «el futuro de Sagunto lo veo muy mal. Realmente muy mal»

 
Lunes, 01 Septiembre 2014 09:16

Tras una larga conversación con Begoña Cortijo, hablando sobre la situación sindical, política y económica que vive la ciudad, la secretaria general de Comisiones Obreras del Camp de Morvedre y Alto Palancia, transmite, sin poder evitarlo, un sentimiento de pesimismo, cuando no de derrota: «Esta crisis ha llegado a conseguir que la clase obrera, que el trabajador, tenga una sensación de derrota, y eso es muy triste porque, al final, lo que hace es inactivar», reconoce con cierta resignación. La deslocalización industrial de Sagunto, proceso que se abrió el año pasado con el cierre de Galmed, es un hecho que preocupa mucho a la jefa de CC.OO., que en un momento de la entrevista llega a afirmar: «Si la industria va cayendo y permitimos que ahora caiga Bosal, yo, realmente, pienso que este pueblo lo va a pasar muy mal».

El 2014, a 30 años ya del cierre de la cabecera siderúrgica integral, todo apunta que la situación del municipio es peor que en 1984, ¿compartes esta opinión?

Es evidente que la situación del 84 no es la misma que la de este 2014, porque las características, entonces, eran muy diferentes. En aquel momento se estaba hablando de una reconversión industrial que afectaba a la principal empresa que movía la economía de este pueblo, y en este momento estamos siendo testigos de un deterioro progresivo de todo el sistema, no solamente de una parte. El problema de ahora, yo creo, es mucho más grave porque tiene un componente social que no tuvo en 1983. Me refiero a esa sensación de derrota, de inactividad de la gente y de ser incapaz de reaccionar para defender sus derechos. Han conseguido hacernos sentir que no es posible hacer nada. Esta crisis ha logrado que la clase obrera, que el trabajador, tenga una sensación de derrota y eso es muy triste porque, al final, lo que hace es inactivar.
 
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¿Se puede deducir, de tus palabras, que la clase obrera está perdiendo la batalla ante la ‘revolución’ neoliberal y la globalización?

«En este momento, cualquier multinacional puede decidir deslocalizar y dejarnos, realmente, en una situación muy dramática». En Galmed lo vimos.El capital ha evolucionado mucho más rápido que la clase trabajadora en sus organizaciones. La globalización de las producciones y la posibilidad de concentrar en determinadas empresas el poder de fabricación, unido a la monopolización del mercado, no se ha correspondido con el avance del movimiento obrero, que tenía que hacer frente a ese poder que cada vez es mayor. En este momento, cualquier multinacional puede decidir deslocalizar y dejarnos, realmente, en una situación muy dramática. En Galmed lo vimos. Imaginemos que las empresas de auto decidieran irse de este país. El resto del sector caería. La mayoría de los sectores que tenemos están vinculados al automóvil, porque la construcción cayó y el resto es, casi todo, auto. Si las grandes multinacionales del automóvil deciden deslocalizarse hacia zonas que sean mucho más productivas para ellos, porque los costes laborales sean más bajos o porque reciban más ayudas públicas, este país se vería gravemente afectado, porque la totalidad de la industria depende, prácticamente, del sector auto, que ya no es nacional, que pertenece a unas multinacionales, a unos señores que, como ahora está pasando con Bosal, deciden dejar de dar carga de trabajo a una factoría que tienen  aquí y la dejan caer. Y ante eso, el resto de trabajadores del grupo Bosal, en este caso, o del grupo ThyssenKrupp, cuando se cerró Galmed, no reaccionan para decir: Sagunto no se cierra. Como tampoco se reaccionó cuando se cerraron otras plantas de esos mismos grupos industriales en otros lugares del planeta.
 
Y frente a este nuevo escenario, ¿de qué forma pueden luchar los trabajadores, los sindicatos, para defenderse?

Frente a las multinacionales, que ahora son las que están gobernando el mundo, nosotros no hemos sido capaces de organizarnos para poner freno a eso. En el siglo XIX y en el XX lo que teníamos era una factoría y unos obreros que trabajaban ahí y se organizaban. Les podían parar la producción y podían hacer fuerza. Por eso estaban las huelgas indefinidas y tenían efecto. En este momento, una huelga indefinida con una multinacional es absurda. ¿Por qué?, pues porque suministran a sus clientes materiales desde otras plantas. La primera vez que se ha conseguido, y  ha sido recientemente, demostrar que esas prácticas vulneraban un derecho fundamental, como es el derecho a la huelga, ha sido con el expediente de regulación de empleo de Coca-Cola, donde se ha ganado la nulidad de muchos despidos, precisamente, por suministrar desde otras embotelladoras producto a las plantas que estaban de paro indefinido. Pero, insisto, eso ha sido hace unos meses. Y hay que demostrar que realmente se está produciendo esa desviación de producto. Pero en estos momentos, cualquier multinacional, en la que una de sus factorías se ponga en huelga indefinida, como ha sido el caso de Bosal, si se suministra producto desde otras plantas de fabricación, el efecto que ese paro le puede hacer a la compañía es nulo. ¿Qué presión tienes?

Es una buena pregunta, ¿qué opciones o mecanismos de presión tienen los trabajadores, los sindicatos, en los tiempos de internet, los tratados de libre comercio y la globalización?

Si tu ves que hay una empresa que está tratando mal a sus trabajadores, hay algunos que sí decidimos hacer un consumo responsable, pero no el resto. Yo, por ejemplo, no compro en Mercadona. Es difícil que seamos capaces de creernos que somos muy fuertes, porque los ciudadanos, igual que los trabajadores, unidos, tenemos capacidad de respuesta, lo que pasa es que no hemos sabido reaccionar. Yo, lo que estoy diciendo, es que creo que estamos yendo a velocidades diferentes. El capital está yendo muy rápido en la globalización, utilizando hábilmente ese mecanismo de desplazar producciones de un sitio a otro, de producir más barato en unos puntos del globo, para vender más caro en otros lugares. Juegan con esa capacidad. Pero los trabajadores y los ciudadanos no hemos sido capaces de seguir ese ritmo. Seguramente lo haremos, pero, hasta el momento, no hemos reaccionado.
 
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Quizás se trata de que mejoren las condiciones laborales de los trabajadores de esos países emergentes, donde ahora se trasladan las industrias porque la mano de obra es barata.

Una vez le dije a los compañeros de una gran empresa de aquí: cuando vayáis a los comités europeos, creo que sería más interesante preocuparos por cómo está la situación en los países del Este, que por cómo está la vuestra, porque si la situación de aquellos mejora, la deslocalización será menos fácil de hacer. ¿Y qué me dijeron cuando volvieron del comité europeo? Que los de ese país del Este, emergente, con ayudas públicas, en este momento estaban recibiendo mucha carga de producción, estaban incrementando mucho su salario y que qué les estaban contando. Que no querían, que preferían estar en esas condiciones porque les estaba llegando carga de trabajo, que es lo mismo que nos paso a nosotros, hace décadas, cuando se trasladó aquí, de otros países, todo el sector auto. Para nosotros fue como coger la ola, pero no nos estamos dando cuenta que ese coger la ola, cada uno por un lado, nos está llevando a que tengamos poca capacidad de reacción, frente a quien realmente tenemos que tenerla, que es el capital.

Los sindicatos, si quieren seguir siendo útiles a los trabajadores, tendrán que reinventarse, cambiar el chip, adaptarse a las nuevas circunstancias que emanan de la globalización, ¿no?

Los sindicatos, lo que tenemos que hacer es organizarnos de otra manera dentro de esas multinacionales. El problema es que ya no tenemos incidencia a nivel local. Cuando estamos hablando con una empresa de aquí, el director es un trabajador más, no es el que decide. Y lo digo porque cuando la situación se pone realmente mal, como se ha puesto con Bosal, el que viene a hablar es el administrador único, que es un señor que sí que decide, pero no está aquí, en esta planta. Esa es la peculiaridad que tenemos, que la incidencia, a la hora de presionar a nivel local, es muy poca, sobre todo cuando hablamos de multinacionales y grandes empresas que están distribuidas por todo el mundo. Si que tenemos incidencia a nivel más pequeño, en la pequeña y mediana empresa, donde hay un propietario, un jefe, pero esas pequeñas industrias, la mayoría de las veces, que dependen de esas grandes, las están estrangulando.

Pero esas pequeñas y medianas empresas, que son autóctonas y que generan la mayor parte del empleo, también lo están pasando muy mal en esta coyuntura de crisis no nadan en la abundancia, como las grandes transnacionales.

«El pequeño y mediano empresario y el comerciante lo están pasando muy mal, probablemente tan mal como los trabajadores».Tenemos la sensación de que debemos hacer más alianza con los pequeños y medianos empresarios porque son parte de nosotros, porque los que realmente nos están estrujando y exprimiendo son las grandes multinacionales, que han bajado salarios, que han reducido plantillas. Recuerdo que Bosal, hace dos años, despidió a 22 trabajadores, en AGC ha habido rebajas salariales, en ArcelorMittal también. Todo eso cae en cascada hacia las pequeñas y medianas empresas y hacia el sector servicios. El pequeño y mediano empresario y el comerciante lo están pasando muy mal, probablemente tan mal como los trabajadores. Me gustaría ver cómo se reparten  los accionistas de las grandes compañías, que están aquí ubicadas, los beneficios, mientras están despidiendo y reduciendo salarios. Porque recuerdo que empresas como Pilkington, mientras estaban haciendo el ERE de extinción, ese mismo año se repartieron a los accionistas beneficios cuantiosos.
 
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Visto un año después, ¿se salió airoso del conflicto de Galmed y el posterior cierre de la planta?

Con el tema de Galmed, creo que conseguimos que nos escucharan en muchos sitios. Recuerdo que vino aquí la televisión pública alemana para hacer un reportaje. La prensa nacional y algunas cadenas españolas de televisión también se hicieron eco del problema. Fuimos capaces de llegar al Congreso de los Diputados, a Bruselas. Llevamos a toda la Corporación Municipal a Alemania para reunirse con la empresa, cosa que los alemanes no entendieron nunca, porque eso de que una representación del Ayuntamiento fuera a su empresa era algo increíble. ¿Qué se consiguió con todo eso?, que el expediente de regulación de empleo de cierre total fuera un expediente generoso, con unas grandes indemnizaciones y con recolocaciones,  pero la fábrica se cerró. Lo que quiero decir es que sí es necesario volver a activar ese mecanismo con el que seamos capaces de volver a ser un pueblo reivindicativo, donde los comerciantes, los pequeños empresarios, los autónomos, trabajadores, vecinos, empleados públicos, andemos juntos el camino de luchar porque esto se sostenga. Pero el interés de las grandes multinacionales está muy por encima de todo esto. Yo creo que hay veces que nos ven como una cosita que pueden aplastar tranquilamente. Es más, no tendrían ningún problema en hacerlo.

Las declaraciones institucionales de apoyo, tanto del Ayuntamiento de Sagunto como de las Cortes Valencianas, ¿realmente son importante, útiles, más allá del respaldo moral que suponen?

¿Por qué vamos tanto a las Cortes y queremos volver a ir al Congreso de los Diputados a pedir que se haga una intervención importante en Sagunto, como zona industrial, para volver a traer inversiones y para sostener las que hay? Pues porque lo único que podemos hacer en este momento, aparte de sacar a la gente a la calle, como lo intentamos hacer a veces, para que no se pierda ese espíritu de reivindicar y exigir, es que los políticos se impliquen. Cuando están hablando con una multinacional y les dan ayudas, o cuando les están facilitando determinadas cuestiones, exigirles que después no se pueden marchar cuando les de la gana.  El ir a las Cortes para hacer una declaración institucional, como se ha hecho ahora, de la reindustrialización de Sagunto como zona preferente, nos va a servir para ir a Madrid para exigir eso mismo y para implicar a los políticos. Que, al menos, el político sienta el aliento de los ciudadanos a la hora de exigir que cuando, después,  dan ayudas a la Ford, le exijan a esta multinacional que mantenga la industria en el País Valenciano. Que lo que no puede ser es que Bosal decida trasladar su producción a Zaragoza, a Bélgica o a Chequia, no pase nada, y traigan los productos de Chequia, como están trayendo.  Eso es lo que no es razonable, por eso vamos a estos sitios. No solamente por hacer una declaración, también para que los políticos entiendan que los ciudadanos tenemos que exigirles que se fijen ciertas medidas cuando se dan ayudas, especialmente a nivel europeo.

¿La reforma laboral aprobada por el Partido Popular ha favorecido la deslocalización industrial?

La reforma laboral que puso en marcha el Partido Popular ha favorecido todavía más las deslocalizaciones, porque ha abaratado todos los costes de ese proceso. A la hora de justificar que hay un expediente de regulación de empleo de extinción y por tanto cierre, con 20 días por año de servicio y un máximo de 12 mensualidades, y encima parte lo pagará el FOGASA, para después deslocalizarse y producir este mismo producto en Chequia, en Polonia, países donde, además, están estas empresas recibiendo fondos europeos, porque la UE está potenciando más aquellas regiones porque se encuentran más deprimidas que España, que ya ha dejado de ser zona prioritaria y, por tanto, ha dejado de percibir esas ayudas de Europa. Por tanto, no hay ningún problema en cerrar aquí y marcharse allí. Ese es el riego. ¿A quién ha favorecido poco?, pues a quien tiene que cerrar la empresa. Porque si al final un empresario cierra, los costes por despido son bajos, pero pierde el negocio. Aunque estas multinacionales no dejan de tener el negocio, porque eso mismo lo producen en otros sitios a menor coste, y, por tanto, con mayor margen de beneficio. El volumen de trabajo que están teniendo las multinacionales no ha bajado a nivel mundial y global. Pero alguien tendrá que poner un poco de orden en todo esto, porque se puede empezar a desmantelar en un sitio para instalarse en otro y así progresivamente, hasta llegar todos a un grado de empobrecimiento tal que, cuando ya seamos muy pobres, volverán a venir aquí las inversiones porque ya seremos muy pobres y trabajaremos por casi nada.
 
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El año pasado cerró Galmed, Tumesa ha mandado a casa a todos sus trabajadores, por lo menos, hasta diciembre, el cierre de Bosal parece inminente, y ArcelorMittal, quiere aumentar la productividad, reduciendo 110 puestos de trabajo, ¿cómo ves la situación del municipio de cara al futuro?

«Si no somos capaces de sostener la poca industria que nos queda, el futuro de Sagunto lo veo muy mal». Realmente muy mal.Si no somos capaces de sostener la poca industria que nos queda, el futuro de Sagunto lo veo muy mal. Realmente muy mal. Lo dijimos en su día con ThyssenKrupp, no es que haga un efecto dominó, sino que, una zona donde se está perdiendo industria, deja de ser un área interesante de negocio para los grandes centros de decisión, de accionistas y de consejos de administración. Por lo tanto, si se pierde otra industria importante, la situación empieza a correr mucho peligro. Lo digo por Bosal. ThyssenKrupp y Bosal no solamente dan trabajo directo, sino indirecto. Indirecto a transportistas, limpieza industrial, talleres de última elaboración, etc. Todo eso, sin ese paraguas de esas grandes empresas, no se va a poder sostener. Por eso, el empeño de que Bosal no puede caer. Porque si cae Bosal, y cae ThyssenKrupp, en cualquier centro de decisión verán a Sagunto como un punto que se está empezando a desmantelar industrialmente y, por tanto, para los accionistas y los consejos de administración, Sagunto no será interesante. Nosotros siempre decimos que la industria llama a la industria, por eso es necesario sostener la que tenemos, si queremos seguir siendo un pueblo que tenga, al menos, un modo de vida digno de poder mantener a sus ciudadanos y, desde luego, llamar a más industria. Pero lo que no puede ser es que, en este momento, se esté instalando tan poca industria. La que está llegando es mínima.

Para favorecer la llegada de nuevas fábricas a los polígonos industriales será necesario terminar de dotar estos centros de las infraestructuras necesarias. ¿Se ha presionado bastante a la administración para que cumpla?

Lo que nosotros queremos es que Sagunto vuelva a ser zona industrial preferente, donde vean que si hay que producir tubos de escape, Sagunto está aquí al lado, que tiene buenas comunicaciones. A lo mejor es que hay que empezar a hablar bien en serio de las comunicaciones. Porque no puede ser que todavía esté pendiente la conexión ferroviaria. Y pasa un año, y pasa otro año, y nada de nada. Lo que hace falta es que esas inversiones se prioricen por encima de todo. Porque si una empresa viene a ubicarse en Parc Sagunt y ve cómo está la salida para sus productos, pues probablemente se vaya. Todavía falta muchas infraestructuras que no llegan, a pesar de los años que han pasado. Si el sector del automóvil, como, por ejemplo, la Ford, empieza a despuntar, está claro que si no tenemos esas infraestructuras, difícilmente Sagunto va a ser referente. No le podemos exigir al Ayuntamiento de Sagunto y a la Generalitat Valenciana que decidan si ArcelorMittal pone un cupo o no, un tope de producción. Puedo pedirle que intermedie para evitar que aquí haya una pérdida de empleo. Pero lo que si que podemos exigirle a estas administraciones es que las infraestructuras estén en condiciones para que Sagunto sea importante, como lugar estratégico, para ArcelorMittal y otras empresas.

La paralización de Parc Sagunto viene coleando, probablemente, desde que finalizaron las obras. No es nada nuevo.

Cuando entré en CC.OO. como secretaria general, una de las primeras tareas que hice fue hablar con Parc Sagunt. Tanto con lo que era antes el SEPIVA, como con la SEPI. Fuimos a Madrid y a Valencia. Entonces el problema se producía porque en Madrid mandaba un color y en Valencia otro.  Entonces no se ponían de acuerdo porque la sociedad era al 50% y el uno por el otro no se hizo nada. Pero llevamos un tiempo, desde finales de 2011, en que Madrid, Valencia y Sagunto son del mismo color político, seguimos igual. No veo nada, absolutamente nada. El problema es ese, que probablemente tengamos que exigirle a los políticos que esas carencias dejen de ser buenas palabras y se conviertan en hechos, para que Sagunto sea apetecible en términos industriales. Por el hecho de llamarse Sagunto, de decir que somos el puerto natural de salida al Mediterráneo o que el Parc Sagunt es el parque más grande, no vamos a conseguir nada.
 
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Se empieza a hablar del turismo como alternativa económica de futuro para esta ciudad. ¿Realmente lo ves así?

«No puede vivir del turismo y de los servicios un pueblo que ha sido claramente industrial». Si la industria va cayendo y permitimos que ahora caiga Bosal, yo realmente pienso que este pueblo lo va a pasar muy mal. Lo va a pasar muy mal, porque no puede vivir del turismo y de los servicios un pueblo que ha sido claramente industrial. Donde, además, se ha hecho un desarrollo urbanístico muy industrial. Aquí no hay grandes hoteles, ni grandes servicios de turismo, ni un turismo caro. Hay un turismo de apartamento. ¿Por qué?, pues porque es una zona industrial, donde parte de nuestra costa la hemos dedicado a la industria, pero, después de destinar parte de la costa a la industria, ahora la dejamos caer. Pues ya veremos de qué vivimos en este pueblo y en esta comarca.

En medio de una situación tan preocupante y grave como la actual, la sociedad local sigue sin reaccionar. Hace tres o cuatro décadas, probablemente, la respuesta habría sido bien distinta.

Hay un momento en el que tienes la sensación de que estás sosteniendo algo y, al mismo tiempo, se te va cayendo lo otro, y estás ahí, haciendo juego de malabares para intentar que no se te caiga la pelota al suelo. De vez en cuando, alguna se cae, e intentas que las restantes sigan en el aire. La cuestión está clara, hay que meter más pelotas en la rueda porque sino, al final, te quedas sin nada. Así es como lo veo yo ahora. Creo que la sociedad de Sagunto puede reaccionar, porque es verdad que somos capaces, en una situación nada agradable, como es el mes de julio, de salir a la calle a reivindicar. Eso es lo que todavía nos queda, por eso digo que la sociedad de Sagunto conserva todavía esa inercia que nos puede servir, pero me da la sensación de que la ciudadanía en general no tiene claro que se puedan conseguir las cosas. A lo mejor, por eso, no nos movemos lo suficiente. Creo que hay una sensación de derrota y de depresión y eso es muy negativo porque es lo que hace que la gente no sea capaz de actuar. La indignación está, pero se queda ahí. En el pueblo no veo sicosis, lo que observo es un sentimiento de derrota, y eso es lo que realmente me da miedo. No sabemos cómo organizar esa indignación para hacer frente a lo que los otros ya saben cómo manejar el capital para tenernos atrapados en sus manos. El mundo ha cambiado radicalmente en unas décadas. El movimiento obrero debe tener una respuesta a nivel mundial, porque desde el ámbito local esto no se puede cambiar.

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Modificado por última vez en Viernes, 12 Septiembre 2014 20:30

 

 

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