La falta de trabajo ha hecho que varios vecinos de la comarca se encuentren estos días en Francia trabajando cogiendo uva en las viñas

Hacer la vendimia, un trabajo que vuelve a ponerse de moda en el Camp de Morvedre

 
Miércoles, 14 Septiembre 2016 12:18

webvend1Un momento en las viñas de Domaine d'Aupilhac
 
Muchos son los que han oído alguna vez cómo sus abuelo e, incluso sus padres, cuentan las mil y una batallas que pasaron en Francia, hasta donde iban cada año a hacer la vendimia. Una palabra que, para muchos jóvenes sonaba hasta hace poco, hasta desconocida. Sin embargo, en la actualidad, vendimiar se ha vuelto a poner de moda. Y sino, que se lo digan a S. M,  J. S,  P. G, y V. A tres vecinos del Camp de Morvedre que, ante la falta de trabajo, se han ido a Francia a trabajar cogiendo uva.

«Llevaba un par de años buscando trabajo por todos los lados, de cualquier cosa, y no me salía nada. Un conocido me habló de la posibilidad de irme a Francia con él, a vendimiar, como hacían sus abuelos, y dije: ¿por qué no? Y aquí estoy», cuenta J. S, vecino de Sagunto, licenciado en Administración y Dirección de Empresas,  desde Béziers, donde lleva dos semanas cogiendo uva.

S. M, otra vecina de Puerto añade que «tengo un familiar que vive en Montpeyroux, que  junto a su marido se dedican a hacer vino. Nunca me lo había planteado, pero me quedé sin trabajo y me fui para allá. Lo cierto es que la vendimia de hoy en día no tiene nada que ver con las condiciones de trabajo que contaba mi abuelo, mis padres y mis tíos, quienes también se iban cada año a Francia a ganarse la vida».
 
Casas compartidas

La misma fuente añade que «se trata de un trabajo duro, sobre todo físicamente, pero me está resultando una experiencia muy bonita. Estoy descubriendo mucho acerca de la naturaleza, del arte de hacer vinos, y sobre todo del aguante que puede llegar a tener el cuerpo humano. Cuando crees que tus piernas y tu espalda no aguantarán ni un minuto más, te sorprendes a ti misma aguantando durante horas y horas. Y al día siguiente igual. Y al otro, y al otro».
 
webvendi2Equipo de vendimiadores 2016 de Domaine d'Aupilhac

P. G, vecina de Sagunto explica a El Económico desde Clermont que «yo cogí mi mochila y me subí al tren, sin tener ni idea de dónde iba a trabajar. Llegué a Poussan y allí me hablaron de un camping donde se estaba hospedando gente que iba a vendimiar. Fui y me remitieron a una familia que buscaba vendimiadores, y aquí sigo, apunto de acabar una experiencia inolvidable. La verdad es que aquí la gente está acostumbrada a estas cosas porque en el camping he conocido otras personas que hicieron lo mismo. Una de mis compañeras es de Valencia y al  llegar aquí unas chicas que no la conocían de nada y que también venían a vendimiar desde Castellón, le dejaron dormir en una casa que habían alquilado hasta que encontró un lugar donde quedarse».

Y no se trata de historias aisladas. Así lo como explica  Désirée Alonso, vecina de Puerto de Sagunto que lleva en Francia desde 2001 (año en el que hizo su primera vendimia) y que, junto a su marido, Sylvain Fadat (un reconocido viticultor francés), son los responsables de la reconocida marca de vinos Domaine d’Aupilhac, una denominación  que ha hecho realidad y materializado el sueño y el trabajo  de 5 generaciones de los Fadat.

«Con el tiempo, cada vez más españoles vienen a pedirme trabajo. Cuando dicen que son de España, mucha gente de la zona les habla de mi, y vienen a ver si les puedo dar trabajo. Yo tengo un equipo fijo para realizar los trabajos en la bodega, pero si tengo sitio para vendimiar, les doy trabajo. Muchos  vienen sin nada, y si puedo ayudarles, les ayudo, igual que me ayudaron a mi cuando vine aquí  y a mis padres y abuelos cuando venían a vendimiar. Al principio no venía ningún español, pero desde 2008 es un no parar. Ahora mismo en el equipo tenemos personas de 8 nacionalidades distintas y somos 25 personas».

webvemia3siiiiiSylvain Fadat, un momento durante estas vendimias. Annabelle Fadat

Una ayuda y un ambiente que está siempre presente en las viñas donde, como afirma V. A. desde Saint Saturnin «el primer día es duro. No conoces a nadie. Quedas a las 7 de la mañana en casa del «patrón». Allí te suben a una furgoneta y te llevan a las viñas. El primer día pensé: «si me secuestran aquí no se entera ni Dios». Pero luego, al segundo día, ya casi eres amigo de todo el mundo. Y menos mal ya que se pasan muchas horas vendimiando y si el ambiente no fuera bueno sería un infierno».

La misma versión cuenta la saguntina  P. G «todo el mundo se ayuda entre sí, se comparten los almuerzos y comidas y después de trabajar quedamos los vendimiadores para tomar algo y estar juntos, ya que casi todos estamos aquí solos. Somos ya, tras dos semanas aquí, como una pequeña familia».

S. M reconoce que «yo tengo suerte ya que vivo en casa de mi prima y cuando no estoy vendimiando cuento con todas las comodidades del mundo y con el apoyo y compañía de mi familia, pero estoy conociendo historias que son para escribir un libro. De hecho, (dice entre risas), no descarto que algún día lo haga contando esta bonita experiencia».
 
webvendimia4Désiréee Alonso, vecina de Puerto de Sagunto. Annabelle Fadat

Se refiere a historias de gente que deja todo y se sube a un tren en busca de trabajo, de gente con tres carreras que va a vendimiar porque está sin trabajo, de familias enteras que viven en un camping para que sus miembros vendimien, de jóvenes que al acabar aquí se van a otros lugares para seguir vendimiando, de personas que tras sus primeras vendimias han rehecho sus vidas y formado allí sus familias. Distintas historias
Historias que, como estos vecinos del Camp de Morvedre, comienzan al quedarse sin trabajo, al llevar años buscando sin encontrar de qué vivir en España, en Valencia, en el Camp de Morvedre.
Historias duras que, sin embargo, te relatan con alegría, entre risas, desde el lugar de origen en el que están en este momento trabajando, vendimiando.

«La verdad es que es un trabajo muy duro. Tienes que aguantar mucho de pie, de rodillas e incluso sentado debido a la altura de algunas parras. Son muchas horas. A veces hace frío, a veces calor...pero no es para tanto. Yo he oído muchas historias de mis mayores, de cuando hacían la vendimia, y ahora las condiciones han cambiado. Lo que sí que coincide es el compañerismo, el ambiente, la ayuda. Espero, como sucedió a mis padres, hacer aquí amigos de los que duran toda la vida», relata el porteño V. A.

Como explica a este rotativo Désirée, «hay incluso empresas de aquí que mandan autobuses a determinadas Comunidades Autónomas de España para coger gente y traerlos a vendimiar. Al llegar les ofrecen un alojamiento e incluso les dan la comida y la cena. Hay muchas modalidades de trabajo a la hora de vendimiar».

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Alonso reconoce que «la idea que se ha tenido siempre de las vendimias es de momentos duros y de penas. Pero en mi caso, y en el muchos vendimiadores que vuelven cada año, se trata de un momento donde el valor del trabajo es considerado como enriquecedor. Es importante sentirse activo y buscar una relación con otros medios y otras personas. Hay que salir a buscar la oportunidad, no esperar a que ésta te llegue a casa. Yo lo hice. Salí, busqué, encontré, trabajé duro y soy muy feliz. Recomiendo hacer esto a todo el mundo».
 
La vuelta a casa

La máxima preocupación de los vecinos de la comarca que en la actualidad se encuentran vendimiando es su futuro al regresar a sus casas.

«Aquí estamos lejos de todo lo nuestro, pero estamos trabajando. Pero ahora cuando acabemos, volveremos y no tendremos nada». relata P.G., quien a pocos días de terminar de vendimiar, ya que este año la vendimia ha durado menos que en años anteriores «no descarto en quedarme aquí e irme a otro pueblo a seguir vendimiando o buscar otro trabajo. El caso es trabajar, y así de paso conozco gente nueva y perfecciono mi francés, que deja mucho que desear», cuenta divertida.
 
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J. S, por su parte, tiene claro que se quedará en el país vecino ya que «hablo con mis hermanos y con mis primos, que me informan de cómo va la cosa por allí, y mucho me temo que no ha cambiado nada, ni va a cambiar a corto plazo, por lo que mi patrón me ha hablado de otros posibles trabajos en los que puedo hacer falta. Me recomendará y voy a intentarlo. Además, quiero estudiar aquí, y junto a otros jóvenes que he conocido en la vendimia, alquilaremos una casa y nos quedaremos por aquí de momento, hasta que allí mejore la cosa y volvamos. O tal vez no, nunca se sabe».

Historias cada vez más cercanas que van en busca de un futuro mejor lejos de casa.

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Modificado por última vez en Viernes, 30 Septiembre 2016 22:53

 

 

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