Aseguran que una de las viviendas ya se ha dejado derribar por temor a las denuncias

La denuncia de un vecino de Madrid obliga a derribar obras de mejora en el Barrio Obrero

Un juez obliga a Alfredo Aynós a tener una cocina donde ni siquiera podrá tener un fregadero

Jueves, 10 Febrero 2011 01:00

En la imagen se observan las pancartas en las fachadas
En la imagen se observan las pancartas en las fachadas
Finalmente, y a pesar de contar con el apoyo expreso del Pleno del Ayuntamiento de Sagunto, Alfredo Aynós, vecino del Barrio Obrero de Puerto de Sagunto, se verá obligado el próximo lunes a ingresar el dinero del coste de la demolición de parte de su casa, uno de los emblemáticos edificios del llamado barrio Obrero, y del que por mandato judicial va a tener que reducir drásticamente  su cocina.

El origen de la polémica es una reforma realizada por el denunciado que, a pesar de tener todos los vistos buenos y permisos del Ayuntamiento, fue llevada hasta los tribunales por un turista habitual del municipio, venido desde Madrid, que compró la casa de debajo de Aynós como segunda residencia. A pesar de residir, según el testimonio de los vecinos, pocos meses al año en el Puerto de Sagunto, el nuevo propietario puso una demanda contra las obras de habitabilidad realizadas por Aynós, y a pesar de los intentos de negociación que han intentado los afectados, y la presión realizada por el Ayuntamiento, que no concedía los permisos para la demolición de la casa denunciada, al final se ha salido con la suya imponiendo la reversión del inmueble de Aynós al estado en el que estaba en 1920.

Según relata el afectado, la demolición seguirá el proyecto redactado por un arquitecto técnico que, en palabras textuales de Aynós, «incluso me dio la razón cuando vio el inmueble, que era una bestialidad reducir la vivienda» pero que acabó acatando el mandato judicial, dejando la cocina de la vivienda en un tamaño similar a un pasillo, donde ni siquiera hay espacio, según denuncia el afectado, para un mísero fregadero.

La sentencia ha creado una importante alarma entre los vecinos del edificio, que han colgado pancartas de solidaridad en la fachada del edificio en las que piden la no demolición del inmueble y apoyan los trabajos que garanticen la habitabilidad del barrio. Las pancartas añaden a su protesta la lapidaria frase «y al que no le guste que se quede en su pueblo», en una clara referencia a la condición de forastero del vecino demandante.

El propio Aynós ha confirmado que el temor a nuevas denuncias ha paralizado las obras que ya estaban previstas para rehabilitar dos de las viviendas del inmueble, que se encuentran en franca degradación, y lo que es más grave, que en una, siempre según el testimonio de Aynós, ya se han producido derrumbes, «que afortunadamente no supusieron más que desperfectos materiales porque en ese momento no había nadie en el piso de abajo».

Lo más enervante para los vecinos es que según declara el propio Aynós el denunciante ha realizado sus propias modificaciones en su vivienda, entre las que se encuentran «un cuarto en su patio de luces, modificaciones de la fachada, y la tala de un pino de grandes dimensiones, que cortó sin consultarnos a ninguno».
Los residentes del inmueble se han mostrado muy pesimistas ante la situación a la que se ha llegado, una situación que no acaban de entender, puesto que, aunque era un asunto civil, en el que la administración tampoco tiene demasiadas competencias, confiaban en que el apoyo de la comunidad y los políticos del Pleno serviría para salvar una situación, pero que ha acabado en el peor escenario posible para ellos ante la inflexibilidad del demandante.

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Modificado por última vez en Jueves, 10 Febrero 2011 01:00

 

 

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