Salgamos a la calle por las que ya no pueden hacerlo

Escrito por Darío Moreno Lerga
Viernes, 08 Marzo 2024 21:05

Hace unos meses, sufrimos en nuestro propio municipio la consecuencia más grave y cruel del machismo: el asesinato a una mujer. La noticia del feminicidio de nuestra vecina Fátima nos golpeó con una realidad que, aunque sintamos lejana, alcanza todos los rincones. Está en nuestros barrios. La sufren nuestras amigas, nuestras vecinas y nuestras familiares.

Fueron días muy duros en los que únicamente encontramos esperanza y consuelo en el hecho de que toda la ciudad, unida, lanzara un grito de unidad contra la violencia machista. Pero, mientras llenábamos las calles, había quien intentaba desplazar el foco de atención buscando justificar algo que es totalmente injustificable.

«Esto solo va a ir a peor a medida que sigan llegando inmigrantes». «Cultura musulmana… de lo que se siembra se recoge». «Fátima murió por las costumbres de su país». «Si esto hubiera sucedido en su país no tendríamos que estar lamentándonos por esta noticia». Estos son cuatro ejemplos entre los cientos de comentarios que recibí durante esos días en mis redes sociales. Aún a día de hoy sigo sin poder explicarme cómo, en mitad de una tragedia, había quien se preocupaba más por el origen de Fátima que por el hecho de que le arrebataran la vida, dejando un vacío imposible de llenar en todas las personas que la querían.

Que quede claro. Fátima no murió por las costumbres de su país, fue asesinada por el machismo. Y si Fátima y su agresor hubiesen residido en Marruecos, su país de origen, la noticia habría sido igualmente terrible. Porque la desigualdad no entiende de fronteras, ni de nacionalidades. Porque la violencia de género es tan cruel en un punto del globo como en otro. Y porque, como es evidente, ninguna vida vale más que otra.

Cabe decir, además, que 32 de los 58 asesinatos machistas que hubo en 2023 fueron perpetrados por hombres nacidos en España. Pero es que, aunque así no fuera, la solución, desde luego, no pasa por levantar un muro para ocultar tras él una realidad atroz. Si las cifras indican que se da una problemática particular de violencia de género entre determinados colectivos migrantes, como sociedad, nuestra obligación es poner medidas. Conocer el contexto de estas mujeres, atenderlas y protegerlas, no abandonarlas a su suerte ni criminalizar su cultura. Y seguir sensibilizando a toda la ciudadanía, con independencia de su origen, de la necesidad de avanzar hacia un mundo en el que las mujeres y los hombres tengamos los mismos derechos.

Con esto quiero decir que intentar alejar el problema, buscar un enemigo a quien atribuir la culpa, no hace que la violencia de género desaparezca, ni impide que el número de mujeres asesinadas siga creciendo. Tampoco otorga menor gravedad a los asesinatos. Ni nos hace menos responsables.

Por eso, hoy, 8 de marzo, os invito a todas y todos a llenar las calles. A gritar por las que ya no pueden hacerlo.

Porque ni el género ni el lugar en donde naces determina la dignidad que tienes como persona.

Porque todas y todos merecemos vivir libres.

Porque solo avanzando en igualdad podemos dar lugar a una sociedad verdaderamente justa y democrática.

Darío Moreno Lerga
Alcalde de Sagunto

 

 

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