Un luchador incansable

Escrito por José María López Barquero
Viernes, 12 Enero 2024 21:04

Nos ha dejado ‘el abuelo’, como de forma cariñosa llamábamos a Ángel Olmos sus amigos más cercanos. Ha fallecido sin dejar de ser quien era y como pensaba, con las botas puesta, tal y como él quería, participando en la elaboración de nuestro último artículo que firmamos juntos ‘donde dije digo, digo diego’, que fue publicado hace 15 días en este mismo medio de comunicación.

Hacer un recorrido de mis vivencias con Ángel durante tantos años de compartir luchas, movilizaciones, gestiones sindicales y sociopolíticas, así como sobre su trayectoria, tanto personal como sindical y sociopolítica, rebasa con creces la pretensión de este artículo. Recuerdo haber conocido personalmente a Ángel a mediados de los 70 del siglo pasado y a pesar de mantener debates e incluso diferencias sindicales y políticas, fue mi mentor sindical, puesto que en 1980 me propuso formar parte de la dirección de la Sección Sindical de CCOO en AHM, donde fui elegido responsable de Organización, junto a otros compañeros, entre ellos, Pedro Ramón Morales, que fue el secretario general. Ahí empezó mi trayectoria sindical con responsabilidades, siendo Ángel la persona en la que más me apoye sindical y sociopolíticamente, incluso a nivel personal. Sabía escuchar y aconsejar.

Pero, a lo que vamos, Ángel nace en Puerto de Sagunto, un año después de las elecciones democráticas de abril de 1931 y cuyos resultados permitieron proclamar la II República Española. Por tanto, la infancia de Ángel estuvo marcada, igual que los millones de niños/as, por el golpe militar fascista del general felón, Francisco Franco, contra el legítimo gobierno republicano y la posterior instauración de la dictadura franquista, tras tres años de guerra civil. Régimen que Ángel conoció y padeció en la práctica a partir de 1950, año en el que entró a trabajar en la fábrica de Sagunto de AHV. Tenía 18 años. Desde ese mismo momento se convirtió en un luchador, no solo por los derechos laborales de la clase trabajadora, sino también contra la dictadura y por la recuperación de las libertades y la democracia, arrebatadas por el régimen franquista durante cuatro largas y oscuras décadas.

Lo hizo con todos los medios a su alcance, que eran prácticamente nulos, pero con una valentía e inteligencia digna de mención. Tal es así, que mientras organizaba la primera comisión obrera ilegal en Altos Hornos, utilizó los resquicios de la legalidad franquista para, desde dentro, propiciar la caída de la dictadura y por ese motivo, junto a otros compañeros, se arriesgó, penetrando en el Sindicato Vertical del régimen para disputarle a los gerifaltes falangistas/fascistas del mismo la representatividad de los trabajadores/as e ir impulsando su organización y creando conciencia de clase para que se incorporaran a la lucha contra la dictadura.

Se habla mucho de los padres de la Constitución, pero poco o nada de los padres de la democracia. Ni Juan Carlos I ni Adolfo Suárez, lo fueron por mucho que nos lo quieran hacer creer. Fueron personas como Ángel, que con otros compañeros/as, organizaron y participaron en las numerosas movilizaciones y, en particular, de la clase trabajadora que, evidentemente, fue las que forzó el final de la dictadura.

Ángel defendía de forma apasionada sus solidas convicciones que no dudaba en defender dialéctica y democráticamente ante sus compañeros, en el interno de CCOO, sindicato del que fue uno de los fundadores, así como dentro del Partido Comunista de España, donde inició su militancia también en la clandestinidad, así como con diferentes personas de relevancia sindical, empresarial y política, incluso a nivel del Estado.

Pero, por encima de todo, Ángel era una gran persona, de izquierdas y de firmes convicciones políticas e ideológicas. Es un referente de la lucha obrera para toda una generación, no solo a nivel de Sagunto y comarca, sino en otros ámbitos, ya que, además de secretario general de CCOO Camp de Morvedre -Alto Palancia, perteneció a los máximos órganos de dirección de CCOO a nivel del PV y Estatal.

De carácter y personalidad fuerte, pero al mismo tiempo muy sensible, que respetaba y se hacía respetar, fue firme defensor del dialogo y el consenso. Humilde, sencillo, trabajador incansable, leal y honesto donde los haya, excelente amigo y compañero y muy familiar.

Su mujer, Consuelín, como cariñosamente la llamaba, es una gran persona: comprensiva, amable, muy inteligente y con solida conciencia de clase. Ella fue su mayor apoyo y sostén, junto con su hija Nuria y la fallecida Marisa. Su muerte supuso uno de los golpes más duros de su vida, sin lugar a duda el más duro en la vida de Ángel, aunque sus nietos, biznietos y yernos llenaron también su vida hasta el último momento.

Con el fallecimiento de Ángel Olmos se está marchando una generación de personas comprometidas con la defensa de los intereses de la clase trabajadora y de la libertad y la democracia. Su ejemplo debería servir de acicate para la presente y futuras generaciones, ya que los derechos laborales, sociales y de ciudadanía, no son gratuitos ni se heredan, sino que se conquistan y se defienden cada día en el tajo y de puertas hacia fuera de cualquier empresa. Hay que luchar por ellos todos los días para no perderlos. Es, intrínsicamente, la lucha de clases, tan vigente en el siglo XXI como en el XIX.

Tu memoria y tu legado, nuestra amistad, lo aprendido y vivido contigo, los buenos momentos que hemos pasado juntos, siempre quedaran en mi recuerdo. Para mí y para la clase trabajadora, has sido un ejemplo de compromiso, de lucha, dignidad y honradez. Descansa en paz «maestro», como te llamaba nuestro común amigo Antonio Gutiérrez, ex secretario general de CCOO.

José María López Barquero

 

 

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