Arrepentíos pecadores

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 29 Diciembre 2023 21:03

No hay minuto en los telediarios que no salga a relucir lo de la crisis climática presentada como el origen de todos los males, naturales o sociales, sequias, inundaciones, vendavales, hambrunas, migraciones… cualquier anomalía real o imaginaria se le atribuye a ella.

¿Y quiénes son los responsables de la hecatombe que se avecina? Como no podía ser de otro modo, los ciudadanos de a pie, por nuestra mala cabeza. Este discurso no es en absoluto novedoso, tiene siglos circulando y sigue dando a los gobernantes excelentes resultados. La Iglesia Católica es maestra en este tema. El escritor Antonio García Jiménez reproducía en un artículo una reseña del diario Duero donde un párroco en 1945 ante la persistente sequía sermoneaba en estos términos a los feligreses:

«Las causas por las que Dios castiga nuestros pecados son la inobservancia de los días festivos, el horrendo pecado de la blasfemia y el pecado de la impureza».

El no ir a misa los domingos era pecado, en esa época no existía la televisión y las radios muy escasas, por lo que el régimen, a parte del NODO, tenía a los púlpitos como medio de difusión.

El mandar por el agujero del retrete al propio Dios, a su parentela y a los artilugios de la liturgia, cada vez que se le torcían a uno las cosas, también era pecado, lo que vienen a ser ahora las ofensas a la corona.

Y por último la lujuria, solo se podía joder para tener hijos para el cielo, eso sí, previo paso por el altar, todo lo demás era pecado.

Solución a la sequía, las rogativas, se sacaba a pasear al santo protector del pueblo a que le diera el aire y se espabilara pues había tenido bastante abandonada su faena. El éxito de la operación se lo pueden imaginar.

Aunque quedan reminiscencias, este discurso tiene ya poco predicamento, había que adaptarlo a los nuevos tiempos. Los que siguen estando en la cúpula del poder continúan achacando los fenómenos naturales a los pecados del resto de los mortales. Primero te venden el coche, utilizando los cantos de sirena más dulces, para a continuación decirte que por tu culpa esto se está calentando.

Parece ser que hacer tres comidas al día, tener una vivienda donde dispongas de calefacción en invierno y refrigeración en verano, el poder ducharte con agua caliente y el coche, esto no hay planeta que lo resista, y no hay planeta B, nos dicen.

Los “expertos”, funcionarios colocados en los puestos adecuados, se encargan de difundir las evidencias “científicas” de la crisis climática. Con el mismo rigor que antaño lo hacía la Iglesia en base a “evidencias” incontestables. Y ¡ay! de los que contestan o ponen en cuestión los nuevos preceptos, la ira de los medios de difusión del régimen los difaman y ridiculizan de manera grotesca, y si son científicos los silencian, una práctica que tenía hasta su nombre en la antigua Grecia, el ostracismo, la cultura de la cancelación lo llaman ahora.

Algunos científicos de vez en cuando salen al paso de ese discurso para decir que a ellos no les involucren en un tema que tiene mucho de político y cero de científico. Reproduzco una nota de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de septiembre del pasado año 2022 en este sentido:

«Las proyecciones climáticas se basan en resultados de modelos informáticos que implican simplificaciones de procesos físicos reales que en la actualidad no se comprenden totalmente. En consecuencia, la AEMET no asume responsabilidad por la precisión de las proyecciones climáticas aquí disponibles, ni por las interpretaciones, deducciones, conclusiones o acciones realizadas por cualquier persona en relación con esta información».

Cuando muchas personas ni con trabajo pueden llegar a fin de mes, cuando el gobierno nos ha puesto al servicio del capital financiero, cuando los viejos colonialistas están sembrando de guerras el planeta y nuestro país, a las órdenes de EEUU, participando en ellas, cuando lo que se vislumbra no es precisamente una catástrofe climática sino una catástrofe bélica de dimensión planetaria, desviar el foco de atención de los problemas reales para que nos fijemos en lo que nos puede caer del cielo es una forma de embobar a la población.

La solución que apuntan son sus fotovoltaicas, aunque arrasen la cubierta vegetal. Mientras la naturaleza sigue su curso, con sus sequías, sus aguaceros, sus vendavales, sus fríos, sus calores y el buen tiempo.

El ¡Arrepentíos pecadores, el tiempo se acaba! Parece que no ha perdido vigencia.

Ramón García Ortín
Matemático y licenciando en derecho

 

 

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