Este país necesita un repaso

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 04 Agosto 2023 21:03

Pasaron, por fin, las elecciones, pero como si no hubiesen pasado, porque la sensación de incertidumbre y de vulnerabilidad gubernamental no ha hecho más que acrecentarse. Tras meses de sucesivas e interminables campañas electorales, nos encontramos, otra vez, con un Parlamento multicolor y “pluri-interesado” en el cual parece más fácil alcanzar acuerdos que llegar a entender lo que esos acuerdos entrañan.

Si algo no se puede poner en duda es que la pasada campaña electoral ha sido la más cálida de cuantas se recuerdan en la historia de la democracia. El tiempo no dio una tregua y quiso cobrarse bien el atrevimiento de hacernos votar un 23 de julio. Y, vistas las primeras reacciones tras el escrutinio, la única verdad universal es que el calor no aporta nada bueno a la razón.

Dejando de lado las reacciones de la noche electoral, donde la euforia del triunfo embargó a todos, excepto a quien realmente había ganado las elecciones y aumentado notablemente el número de diputados, las primeras semanas post-electorales han puesto de manifiesto, una vez más, que están condenados a entenderse entre sí aquellos que no se entienden ni a sí mismos.

No voy a ocultar mi asombro de que un país deje con opciones de presidir el Gobierno a alguien por quien ha manifestado, en repetidas ocasiones, un odio atroz. Tampoco voy a ocultar mi preocupación de que ese Presidente, al que el país odia, vaya a serlo con el apoyo de un señor que odia al país. Con estos mimbres, podemos imaginar el cesto en que los españoles pondremos nuestros huevos (quien los tenga) en los próximos años.

Tampoco osaré poner en duda si es esto lo que nos merecemos. Al fin y al cabo, si es el resultado de una elección hecha con las normas democráticas que nos dimos y aceptamos todos, lo elegido es lo merecido. Pero sí que me preocupa la cantidad de propuestas escondidas en chisteras durante la campaña electoral que han salido a la luz en apenas diez días tras haberse cerrado el escrutinio.

Valga como ejemplo la propuesta de Yolanda Díaz de fomentar el uso de lenguas cooficiales en el Congreso. Ya de por sí la idea es preocupante. Si hablando todos en la misma lengua (que se ha demostrado sobradamente que se sabe hablar) resulta difícil entenderse, qué vendrá a pasar cuando un diputado andaluz tenga que entender una propuesta en euskera o una señora extremeña vaya a votar una PNL presentada en valenciano (porque doy por hecho, aunque no se haya oído en ningún sitio, que la Sra. Díaz también considera el valenciano como lengua cooficial). No creo, por otro lado, que las finanzas del país estén tan boyantes como para permitir el desembarco de una flota de traductores simultáneos para hacer que se entiendan aquellos que pueden entenderse sin mediación alguna.

Y, hablando de finanzas, qué obsesión les ha dado a todos por recuperar el tema del modelo de financiación autonómica que tanto se obvió durante la campaña electoral. Al son del “¿Qué hay de lo mío?” se va mercadeando apoyos a la investidura a cambio de compromisos de inversión, gasto o transferencia, cuando no de otras cuestiones de mayor calado. No es un tema menor, ni mucho menos, porque Zapatero nos dejó una herencia envenenada con un sistema de financiación que no contenta a nadie ni atiende a ningún criterio lógico, pero confío en que el interés se mantenga y que, iniciada la legislatura, si llega a constituirse Gobierno, no vuelva a quedar en el cajón de las cosas que no hay que tocar.

Abrimos, en cualquier caso, otro periodo de incertidumbre. Tan interesante para quienes les gusten los juegos de tronos, como preocupante para aquellos que preferimos centrarnos en “las cosas del comer”. Nos queda mucho por ver hasta poder formar Gobierno, si es que llega a formarse. Muchas propuestas egoístas e incluso indecentes a cambio de un apoyo necesario para que el señor de los espejos siga durmiendo en su colchón de Moncloa. Eso sí, cuando vuelva de sus “merecidas” vacaciones.

De lo contrario, en pocos meses volveremos a votar, con la sombra, conocido el personaje, de que pudiesen convocarse elecciones para el mismo día de Nochebuena, o nochevieja o al día siguiente de Reyes. Y conste que no me preocupa tanto tener que ir a votar alguno de esos días como que algunas familias no puedan reunirse porque algún tren no pueda llegar a tiempo a su destino.

Y mientras todo esto pasa, Cristina Pedroche se pone dos hojas de coliflor bajo el sujetador y se convierte en noticia. Sin duda, este país necesita un repaso.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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