Viaje con nosotros

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 04 Febrero 2022 19:00

Hay noticias que nos hacen pensar. Y dado que el habitual carácter de los noticiarios no suele ser como para levantar el ánimo, suelen ser las noticias malas las que suscitan más debate y más controversia.

Empezábamos la semana informativa con la muerte de cinco personas en un accidente de tráfico al sur de nuestra provincia. No es, lamentablemente, una noticia nueva, pero sí que resulta un nuevo mazazo que, aunque esta sociedad se ha acostumbrado a digerir rápidamente, no deja de ser una asignatura que queda pendiente año tras año.

Cinco vidas son muchas vidas. Si lo pensamos fríamente, ese mismo número de muertes, en cualquier otra situación, nos helaría las venas. Nos hemos acostumbrado a que las víctimas de los accidentes de tráfico son mera estadística. Y no es así. Son personas.

En esta ocasión, el motivo del debate es que el causante del accidente era un conductor que, a sus 87 años, circulaba en sentido contrario por una autovía. Nos puede pasar a todos, es cierto, pero parece que, a según qué edades, el riesgo de cometer imprudencias involuntarias aumenta.

He podido leer opiniones de todos los tipos: desde que hay que retirar el permiso de conducir a las personas mayores hasta que debe aumentarse la frecuencia de renovación del permiso a estos conductores.

La verdad es que, esta última, me pareció desde el principio algo intencionada. Aunque se fundamente en la necesaria movilidad de las personas mayores, con la cual estoy totalmente de acuerdo, no sé por qué me dio por pensar que alguien ha optado por rentabilizar esta necesidad y aumentar el número de revisiones psicotécnicas necesarias para la renovación del título.

Puede ser una opción, no lo voy a negar. Incluso hacer que esos test tuviesen que superarse cada año podría ser una opción totalmente válida. Pero que fuese de carácter gratuito para el conductor. De esa forma, por un lado, nadie podría ver esta solución como una fuente de negocio para nadie, pero, además, no habría un “interés externo” por mantener una alta cifra de conductores que, en muchos casos, no tienen ya las condiciones necesarias para meterse en la carretera.

Todos hemos conocido algún caso de personas al volante a las que hay que repetirles las cosas porque no oyen bien, o que reconocen que su vista “ya no es lo que era”. Algo falla. En ambos casos, la merma de esas facultades puede suponer un peligro a la hora de conducir. Sin querer pensar mal, seguro que hay suficientes motivos para no superar unas pruebas médicas que siempre se acaban superando.

Es cierto, no obstante, que debemos permitir la movilidad de los mayores. No voy a discutir que los ochenta años del siglo XXI tienen muy poco que ver con esa misma edad a mitad del siglo XX. Hoy, afortunadamente, nos “hacemos mayores más tarde” y a nadie le gusta ninguna medida que le haga perder libertad de movimientos.

El debate está servido: ¿movilidad o seguridad? Personalmente, y a la vista de noticias como la que he citado al abrir este artículo, opto por la segunda, pero también considero que una no debe estar reñida con la otra.

La movilidad no tiene porqué estar ligada, exclusivamente, al vehículo privado. Y ahí entra el papel de la Administración pública en garantizar un sistema de transporte eficiente y útil para todos. Son muchos los pueblos de nuestra provincia en que el coche es el único medio de desplazamiento. Y eso obliga a seguir conduciendo casi a cualquier edad.

Si el sistema de transporte público fuese realmente útil, no sería un problema que el coche fuese algo prescindible, tanto por seguridad como por economía. Si se analizara menos la rentabilidad del servicio como la utilidad del mismo, igual que se hace en tantas otras cosas, podríamos disponer de un transporte público en condiciones, menos contaminante, sin duda, y más seguro para todos.

Así, podríamos decir a jóvenes y a mayores, que el coche y la movilidad no son elementos intrínsecamente unidos para siempre, y que dejar en casa al primero no implica perder totalmente a la segunda. El slogan sería fácil de encontrar: Si no quiere, no sabe o no puede conducir, viaje con nosotros.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

Modificado por última vez en Viernes, 04 Febrero 2022 16:03

 

 

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