Asalto criminal a los derechos de las clases trabajadoras

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 24 Julio 2020 19:03

El 14 de Julio los trabajadores de Airbus comenzaron las movilizaciones para impedir el despido de 1.600 trabajadores en España de la compañía aeroespacial. A nivel europeo la empresa piensa despedir a 15.000 trabajadores. Según recoge el periódico digital El Salto, la compañía justifica el despido de 17.600 personas en toda Europa por la «crisis sin precedentes» provocada por la pandemia. «El COVID no puede justificarlo todo», dicen los sindicatos. «Lo que no se entiende es que se aborde una situación coyuntural como si fuese estructural», señalan desde CCOO.

La cuestión es que, si se trata de una crisis estructural, pero que quieren enmascararla de coyuntural y para ello han montado el grandioso y espectacular escenario del COVID y la pandemia, precisamente para poder justificarlo todo. Desde el primer momento Pedro Sánchez ya comunicaba que después del estado de alarma, o de excepción, o de sitio, porque características de todos ellos tenía, se iba a crear una «Nueva Normalidad». Nada de lo que está ocurriendo es fruto del azar, los golpes de estado como el que estamos viviendo no se improvisan, se planifican cuidadosamente y en el caso presente hay que reconocer que lo están haciendo muy bien, están utilizando un procedimiento, desconocido hasta ahora, que ha dejado paralizada por despavorida a la población, aunque para ello hayan tenido que sacrificar a miles de ancianos en las residencias.

Esta “Nueva Normalidad” que está teniendo graves efectos económicos, sociales y laborales, de forma puntual y coyuntural, está diseñada para realizar profundas modificaciones estructurales, Alcoa, Nissan, Airbús, son la punta del iceberg que indica el camino que pretende seguir el poder financiero.

Las negociaciones en curso con los jefes de gobierno de Unión Europea sobre la política prevista ya apuntan a más reformas laborales, de pensiones y salariales, a lo cual Pedro Sánchez ha declarado que habrá que hacer renuncias. Seguramente habrá que vender hospitales públicos para pagar la deuda que se nos avecina.

Todas las medidas, muchas inhumanas, que son incoherentes desde el punto vista sanitario, toman perfecto sentido si se miran con el prisma del asalto del poder financiero a los derechos fundamentales.

Como la farsa no puede durar eternamente, tarde o temprano la mayoría de la ciudadanía se dará cuenta de lo que hay detrás de la «pandemia», y del futuro que se avecina, de tal forma que hasta en los mismos círculos del poder se muestran preocupados por las reacciones que seguro se van a producir.

Pero no les va a pillar desprevenidos, los”“rebrotes” son parte de la solución, siguen con su política de sembrar el pánico, de prohibir todo atisbo de socialización, de fomentar el distanciamiento, la prohibición de reuniones, enmascarados ya no reconocemos ni a los amigos por la calle. Y si la reacción de la ciudadanía es fuerte, se vuelve a convertir España en una inmensa cárcel, arrestando domiciliariamente hasta los niños el tiempo que sea necesario, por falta de entrañas negras no va a ser, con la consecuente transformación del país en un estado más policiaco y más represivo todavía, y si es preciso sacar al ejército a la calle se saca, y si es necesario que este actúe con contundencia, se hace.

La concienciación de lo que verdaderamente está pasando se ha visto reflejada en las recientes elecciones autonómicas, de Galicia y País Vasco, tanto en la baja participación, sobre todo en Euskadi, como en el castigo a los partidos que conforman el gobierno, el PSOE no levanta cabeza y sigue perdiendo clientela.

Pero especialmente relevante ha sido el descalabro de IU-PODEMOS, la desafección del 80% de su electorado en Galicia y del 55% en el País Vasco demuestran que sus votantes tienen mayor y mejor criterio político e ideológico que sus dirigentes y, por supuesto, mucha más dignidad y mayor calidad humana. Su seguidismo, falta de criterio y de respuesta a la actual embestida del capital financiero, han puesto de manifiesto que la coalición ha quedado reducida a pura fachada, recita muy bien las liturgias de izquierda, pero a la hora de la verdad los hechos dicen lo contrario, en estos momentos cruciales se han colocado al lado del capital. Es prácticamente imposible que sobre esta estructura se pueda articular una política progresista, cuanto menos socialista o comunista.

El fascismo y el nazismo vuelven con la intención de quedarse, los virus siempre han estado aquí.

Ramón García Ortín

Modificado por última vez en Viernes, 24 Julio 2020 17:09

 

 

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