A menudo se relaciona las políticas de izquierdas con el ámbito puramente social, dejando a un lado las propuestas económicas que harían de estas políticas sociales algo innecesario. Es quizás por eso y por la infantilización progresiva de la política, que se acaba contemplando a los partidos de izquierda, todavía, como partidos con una visión utópica de la sociedad.

 

Deberíamos plantearnos, como formaciones de izquierdas, si nuestro posicionamiento ante el sistema capitalista neoliberal es el correcto. Somos necesarios como colchón y paliativo a las prácticas sociales destructivas de la derecha, somos los que evitamos que la gente caiga en picado y no tenga más protección que la que haya podido acumular a nivel individual, somos, quizás, los elementos contingentes que, sin pretenderlo, evitan que la ciudadanía tome conciencia de la ferocidad del sistema y se rebele contra él.

 

Años de políticas paternalistas amparadas por leyes que limitan, mucho, el derecho a protestar, han enseñado a la población a rogar en lugar de reclamar. Es nuestra obligación acompañar a la ciudadanía en la lucha por sus derechos y recuperar el espacio que por naturaleza les pertenece. Las calles son suyas, nuestras, de todas y volveremos a ellas siempre que sea necesario.

 

En el momento en que escribo esto soy delegada de la Concejalía de Servicios Sociales de un municipio que roza los 70.000 habitantes y soy plenamente consciente del papel fundamental que esta delegación tiene en la supervivencia de muchas familias. Tantas que me planteo qué ocurriría si dejáramos de poner freno a la inercia económica, si dejáramos que el capitalismo campara a sus anchas sin interponernos, si no hiciéramos nada para evitar que el sistema devorara a sus propios hijos. Insisto, soy plenamente consciente del papel que tiene la concejalía que en mí está delegada, veo, día a día, como muchos de nuestros vecinos y vecinas malviven con lo mínimo mientras los problemas de tercera pasan a los titulares de los periódicos y, me pregunto, si con nuestra tarea de contención no somos en parte responsables de que esta masa de gente no salga a la calle a reclamar lo que por derecho les pertenece, que no es más que casa, trabajo, comida y dignidad. Saben que cuando lo hagan estaremos ahí para acompañarles, saben que muchas veces somos nosotros mismos los que encabezamos estas protestas.