Me gusta hacer quinielas de fútbol, aunque a veces (concretamente hace una semana) haya que hacer cola para validarlas. Vivido lo vivido, estoy considerando cambiar la opinión que tengo sobre la pérdida de tiempo que se tiene al hacer cola esperando que te llegue tu turno, donde sea, es el propio hecho de hacer cola. En esta ocasión no creo que fuera desperdiciar 6 ó 7 minutos. Me consideré un espectador de lo que estaba pasando en cuatro metros cuadros de acera donde, ochos personas esperábamos ser atendidas e irnos a otros menesteres una vez despachados en la administración de loterías. Entre esas personas nos encontrábamos un servidor y un policía local que también quería probar suerte en los juegos de azar.

 

Sin olvidar el párrafo anterior y dando mi humilde razón a José Manuel Pedrós, autor del artículo ARGUMENTOS en este periódico digital con fecha 16 de diciembre de 2016, en todos y cada uno de los puntos de vista expuestos, reflexiones “emparentesidas” y silencios otorgados al amigo saguntino (qué curioso, yo también soy del Puerto pero con muchas ganas pasadas, presentes y futuras de querer y defender lo saguntino), me encuentro con la exótica necesidad de, si se me permite la publicación, contar lo que pasó en esa cola de personas que esperábamos echar las quinielas y otros.

 

Volviendo a la cola anterior en los cuatro metros cuadrados de acera.

 

Llegan dos señoras setentonas y amigas. Preguntan por el turno y el señor policía les indica. Al momento entran en conversación:

 

– Fíjate, los de la tele se ceen que somos gilipollas. Palabras textuales de una de ellas.
– Sí, ¡cómo si todas las mujeres fuéramos igual de idiotas! Apuntó la amiga.
– Con el anuncio de la tele, el de la lotería, nos hacen más gilipollas aún. Este año muy mal.
– Es verdad, yo prefiero al calvo de toda la vida.

 

Un servidor y el policía éramos los que más cerca estábamos de las setentonas que “pronunciaron muy bien la palabra gilipollas; pero que mal, la dijeron”. Silencio en la cola. Miradas entre algunos de nosotros acompañadas de una leve sonrisa y ...las señoras a lo suyo.

 

Por mi cabeza pasaban, a velocidad neuronal pensamientos y sentimientos del tipo:

 

– El valor de compartir lo que tengo.
– La unión de la gente para vivir momentos bonitos.
– La necesidad en la sociedad actual de momentos humanizadores.
– Gestos conmovedores

 

¿Dónde está la gilipollez en la frase “ya sé lo que me vienes a contar, pero a una madre hay que hacerle caso siempre? Palabras de la protagonista en el anuncio televisivo.

 

Una de ellas se dirigió al policía indicándole que la autoridad debería hacer alguna cosa. La autoridad, que no quería entrar en conversación (se veía a la legua; pero yo, lo veía más de cerca) les dijo que ellos están en la sociedad para ayudar al ciudadano.

 

Pobre policia local! Opine que optà per la millor opció. Sincerament, a l'anarse´n l'autoritat sense validar la seua quiniela, em vaig considerar afortunat, vaig guanyar un torn en la cua, d’eixa manera, seria atés més prompte i fugiria d'allí abans. La pel·lícula no m'estava agradant, entre altres coses, perquè únicament volia ser espectador i no formar part de l'espectacle.

 

Estimat José Manuel, de vegades, el joc va entre persones que no volen considerar-se moniatos (segons cert diccionari valencià, la paraula gilipollas es tradueix en moniato i també caracollons) i no entre persones que no són moniatos.

 

On està el temps de dedicació per a informar-se millor?

 

Quan ens adonarem que la primera impressió, potser, no siga l' adequada, la bona?

 

Quan sabrem escoltar amb serietat i respondre si tenim bons arguments?

 

Per últim, quan sabrem que, escrivint aquestes quatre lletres no es pretén ser prepotent, sinó reflexionar sobre moments de la vida, com millorar les relacions humanes i tindre clar, que veritat únicament n'hi ha una, i cal asegurar com arribar a ella? No serà una pèrdua de temps encara que ens posem en cua.

 

Por favor, ¿quién es el último? Gracias.