Un proyecto de vida digno

Escrito por Aurelio Duque Valencia
Viernes, 27 Febrero 2015 13:08

Tengo la suerte y la vocación de trabajar en una consulta médica de un centro de salud urbano. Este año se cumplen los veinticinco años de profesión: médico de familia, médico de cabecera. Es el mejor observatorio para conocer cómo funciona el sistema sanitario público valenciano (desde dentro y ver los cambios que se producen) y la mejor ventana para observar cómo viven y se relacionan las personas, cómo es su vida real, cúales son sus expectativas, sus problemas de la vida diaria y sus inquietudes futuras:

Estamos finalizando el mes de febrero de 2015, y no se ven buenas perspectivas de futuro, la crisis va carcomiendo las vidas, los proyectos y las expectativas de todas las personas, sin ningún rasgo de distinción. La inmensa mayoría son personas anónimas, desconocidas a los ojos del gran público; son casi invisibles…jubilados que con su escasa pensión “ayudan” a sus hijos y a sus nietos, parados de larga duración que “malviven” sin ayudas, madres separadas, “sin ayudas” y con hijos adolescentes a su cargo, parejas jóvenes con proyectos de vida “rotos”…Proyectos y vidas recortadas: aquel viaje que soñamos, ese cochecito que pensábamos comprar, aquella carrera universitaria para nuestro hijo, aquel máster para nuestra hija, aquella reforma de nuestra casa, aquella casita del abuelo en el pueblo por arreglar… Profesionales que van cerrando su estudio, su bufete, su consulta o su despacho. Autónomos, ya sin trabajo y con múltiples deudas pendientes, pequeños empresarios que “bajan la persiana” por las pérdidas de ventas, por el cierre del crédito o por el retraso en el pago de las administraciones públicas. Personas a las que se les ha embargado su salario o su pensión, porque fueron avalistas de familiares para que pudieran sobrevivir del trabajo en la tienda, en el taller o con el camión. Algunos en este país, quieren devolvernos a la edad de piedra, para que no volvamos nunca más a levantar la cabeza.

Lo veo todos los días, pero no oigo sonar las alarmas…solo hay silencios.

Mueren en 15 días, tres adultos varones, jóvenes, menores de 50 años,  en la ciudad de Valencia, en la calle, de frío y enfermedad…y no pasa nada.. Deudas, desahucios, bancos de alimentos, comedores sociales, fuga de cerebros, exilio forzoso de los jóvenes…y dolor, mucho dolor; dolor del alma. Muchas vidas recortadas. Se ha fundido a la clase trabajadora y se está aniquilando a la clase media. Cada día vemos cómo se va “deshilvanando el tejido social” de la clase media. ¿Pagar impuestos, copagos, tasas o comer? He ahí el dilema: las familias se ven en la obligación de elegir…incluso entre los que ya trabajan en precario, que no llegan a fin de mes. La última semana de cada mes, la gente acude menos a las consultas de su médico…se ha gastado sus recursos, y abandona sus tratamientos unos días por motivos estrictamente económicos, y para poder comer y cubrir las necesidades más perentorias. La Cruz Roja, Cáritas y demás ONGs viven cada día, la pobreza y la desigualdad, y así las describen en sus informes periódicos. Nos avisan que siguen creciendo y que la crisis se está llevando a mucha gente por delante. No es cierto, ni real que la crisis está remontando…será para algunos(los ricos cada vez más ricos), pero la mayoría, sigue sufriendo sus consecuencias en el día a día, esperando que la “asfixia” acabe pronto. No estamos en Grecia, pero la situación tiene muchas similitudes.

Esa clase media aniquilada se avergüenza de su situación, e interioriza lo sucedido como si fuera una catástrofe o un terremoto, como algo ajeno, y como resultado de factores externos insuperables…entonces aparece la culpa y se ancla en las entrañas de la autoestima. Dolor, miedo y lágrimas, muchas lágrimas. Son personas que lo han perdido casi todo, la ilusión y las ganas de vivir. No ven la salida por ningún sitio.Todo es negro, negativo e insoportable. Y piensan que el sistema sanitario o su médico de cabecera, puede resolver su autoestima, su sentimiento de culpa y su frustración. Nada de esto se resuelve con pastillas, ni fármacos milagrosos. Escuchar, curar, aliviar y consolar; y además, exigir la necesidad de nuevas políticas públicas que presten atención a los que sufren situaciones intolerables en una sociedad moderna y avanzada en el siglo XXI.  

La historia nos enseña que, los paises socialmente avanzados tienen una clase media fuerte, vigorosa, creativa, vital y emprendedora; de esta clase media siempre ha nacido la lucha, la batalla, la crítica y las ganas de cambiar las situaciones injustas. No solo es, reparar la insensibilidad y la invisibilidad hacia los más desfavorecidos, es frenar las desigualdades, es regenerar el funcionamiento de la sociedad y crear nuevas rutas de progreso en materia social, educativa, sanitaria, científica, empresarial y solidaria. Se hace necesario, cada vez más, la participación activa de la sociedad civil y la generación de mayor cohesión social. Convertir la innovación y la creatividad en el motor de cambio de una nueva economía. Necesitamos crecer en lo individual y en lo colectivo y recuperar el tiempo perdido. Seguro que todos, ya hemos aprendido dónde está lo esencial y dónde lo accesorio, dónde lo básico y dónde lo complementario. Estamos en tiempos de cambio y la participacíon no solo es necesaria, es imprescindible. Siempre es posible  rehacer nuestra vida. Está claro: todos y todas, tenemos derecho a tener un proyecto de vida digno.

Aurelio Duque Valencia
Médico

 

 

SUCESOS

SALUD