No es por mí sino por mi hijo y por todos los padres usuarios del Hospital de Sagunto

Escrito por Noelia García Fortuño
Lunes, 20 Octubre 2014 17:16

 

Escribo este artículo no por mi, sino por mi hijo, y por todos los padres que son usuarios de el hospital de nuestro municipio, Sagunto, y que han sufrido o sufrirán tales incidentes. Pero, como escribía Elvira Lindo, empecemos por el principio para entendernos.

Cuándo se te pone enfermo un hijo el procedimiento a seguir parece fácil: pides cita en su centro de salud para ese mismo día o el siguiente (con suerte te la dan), lo llevas, el pediatra lo valora y si le hace falta le receta un tratamiento. Pero ¿qué pasa si tu actúas de ese modo y no está su pediatra habitual? Pues por mi experiencia, en este caso el procedimiento a seguir es el siguiente: pides cita en su centro de salud, lo llevas, lo valoran y, como no quieren “pillarse los dedos”, te recomiendan que en tres días lo vuelvas a llevar para “ver su evolución”. Hasta aquí todo es de “bueeeeno...vaaale”. Pero a los tres días lo vuelves a llevar y... ¡sorpresa!, ¡está otra pediatra!. Y no es la anterior, ni la suya de cabecera... ¡y tampoco se quiere pillar los dedos!. Pues vuelta a empezar. Entonces te desesperas, acudes al ambulatorio de urgencias, porque el niño lleva cuatro días con fiebre, sin dormir (ni tú), y allí te indican que no hay pediatra de guardia, que hay que acudir al hospital de Sagunto. Así que una, obediente y resignadamente, lo lleva a urgencias del hospital, un médico lo valora y... “al niño no le pasa nada, un resfriado común”. Le explicas que por la noche se ahoga y te contestan que “entonces lo traigas por la noche”. Es en este momento cuando una ya indignado se coge la pataleta y expresa su queja a lo que el médico responde que: “ y suerte que os veo yo, que soy médico general, que normalmente hay un residente porque en todo el hospital solo hay un pediatra de guardia y está para atender partos y todo lo que haga falta”, (vamos que está muy ocupado para perder el tiempo contigo).

Creo que no hay que decir nada más, que ya se entiende el desamparo que cualquier padre sentirá al leer estas lineas y saber que su hijo está literalmente vendido. Pero quiero añadir que, en mi caso, aunque no me gusta hacer uso de ella, no me queda más remedio que acudir a la sanidad privada, y debe ser que las enfermedades de aquí, Sagunto, a Valencia se transforman en graves o muy graves. Porque ésta no es la primera vez que me pasa, porque la primera vez que “aquí no era nada” en Valencia le hacen una analítica y la infección se le había pasado a la sangre, la segunda vez que “aquí no era nada” allí lo tuvieron que tratar con corticoides y la tercera que “aquí no era nada” lo trataron con aerosoles.

Cabe añadir que, antes de desistir en la sanidad pública, sales de la consulta estupefacto, asimilando que “hasta has tenido suerte” y te diriges al mostrador de recepción para suplicar que visite a tu hijo un pediatra, a lo que ante una reclamación de esa índole (y créanme que somos personas civilizadas) ya tienes “al loro” al de seguridad. Y la única solución que te dan es “hablar con el coordinador” para que ejerza el papel de “profe” en el colegio y “abronque” al médico de turno que te ha tocado por no haber “molestado” al pediatra de guardia para que visite a tu hijo.

Me dejo detalles que ante la gravedad general de la situación me parecen casi insignificantes, como el susodicho coordinador puede tardar entre veinte minutos y toda su jornada en aparecer. ¿Alguien se cree que un padre con su hijo enfermo va a esperar indefinidamente para poner una reclamación?.

Sólo me queda añadir, pese a mi “ateismo”, ¡que Dios nos pille confesados!. Menos mal que el refranero español es mejor que su sanidad.

Noelia García Fortuño

 

 

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