Rajoy y Montoro impulsan una reforma tramposa en la fiscalidad española. La reforma no cumple con su compromiso de bajar los impuestos y desde luego, es mentira que beneficie a los que menos ganan y a los que menos tienen.

Recordemos que este gobierno ha subido más de 50 tributos, entre impuestos, tasas, tarifas y copagos, y que decretó una amnistía fiscal para grandes defraudadores fiscales. Con la subida de impuestos (según ellos necesaria y no deseada) han recaudado más de 30.000 millones de euros extras y si con esta reforma plantean una rebaja global de 6.000 millones, el balance, evidentemente, no apunta a la bajada sino a la subida de los impuestos, con el agravante de que las subidas se han concretado en los impuestos indirectos, es decir a los que afectan a todos por igual, sin diferencia de rentas. Véase el IVA o los impuestos especiales, y los nuevos copagos, repagos y tarifazos establecidos sobre los medicamentos, el transporte o las matrículas universitarias, por ejemplo.

 

Explica Simancas en un acertado articulo de la revista “Temas” que la reforma del IRPF se aleja aún más del principio de progresividad fiscal, porque la rebaja de 12 euros mensuales adjudicada a quienes ganan 12.000 euros al año, se corresponde con una rebaja de 270 euros al mes para quienes obtienen 150.000 euros anuales. “Estamos –señala-  ante una reforma que ofrece ventajas fiscales insignificantes para las rentas bajas, que intensifica el castigo fiscal a las rentas medias y que beneficia significativamente a las rentas más altas”.

 

Por eso es una reforma tramposa. Porque bajan la aportación impositiva a los más ricos y alevosamente, venden que se favorece con la reforma a los más pobres. Y ya se sabe,  cuando la ventaja fiscal se otorga a las rentas más altas, el dinero escatimado a la hacienda pública no se destina a la reinversión productiva, sino mucho más habitualmente a la especulación y a depósitos en Suiza, que sigue siendo un clásico.
Pero buscando como aumentar la recaudación sin molestar a “los amos del mundo” y, a la vez, penalizar más a los trabajadores, que para eso son muchos, se han inventado una nueva y original medida impositiva.  La Reforma Fiscal anunciada, obligará a que los trabajadores que sean despedidos y se quedan en el paro paguen impuestos por el dinero que reciban de la empresa que les pone en la calle. Una indemnización que tras la Reforma Laboral -otra más!!- ha pasado, por decreto y anulando derechos adquiridos, de 45 a 20 días por año trabajado. Las indemnizaciones por despido no tributan ni han tributado nunca, pero Rajoy ha decidido dar un bocado en ese ya reducido colchón en el que se apoyan los despedidos/parados cuando terminan su prestación. Debe quedar claro que no hablamos de los directivos  de grandes empresas y sus contratos blindados.

 

En el contexto de la reforma, esta medida, además de tramposa, no puede ser más regresiva y cruel, porque lo disfracen como lo disfracen, lo que promueven es crear un nuevo impuesto para gravar a los parados. Encadenando reformas, primero promulgan una reforma laboral que facilita el despido y reduce las indemnizaciones por ese motivo, y después decretan una reforma fiscal que impone el pago al fisco por esas indemnizaciones reducidas recibidas. No solo es regresiva, también injusta.

 

Rajoy va a pasar a la historia como el presidente que más daño ha hecho a los trabajadores: no sólo ha llevado a España a la tasa más alta de paro de toda su historia y a convertirla en el país con más paro de toda Europa, sino que además… ha quitado derechos históricos a los trabajadores, generando precariedad e incertidumbre laboral,  y ha amparado, cuando no promovido, una caída de salarios sin precedentes en nuestra historia reciente. Bajo el paraguas de la crisis y con el obligado y omnipresente argumento-excusa de la herencia recibida, este gobierno, tan satisfecho de sí mismo, se ha especializado en eliminar derechos y recortar prestaciones y con cada reforma sufrimos un ensanchamiento de la brecha de las desigualdades y la generación de más pobreza.