Mire usted por donde, que las cosas ocurren sin que uno se de cuenta, en los momentos oportunos, sin motivo aparente, de forma incondicional, y como si aquí no ocurriera nada.

 

Llevamos 40 años gobernados por nadie sabe qué. 40 años de fantasmagórica democracia en la que se han hecho centenares de manifestaciones, huelgas, convocatorias, proposiciones y peticiones para que cambien las cosas. Se piden derechos, se pide que nos hagan caso, que no traten despectivamente a nuestros mayores, a nuestros dependientes, a nuestros hijos, y al conjunto de personas que se ven afectadas por leyes absurdas y antidemócratas, como a los trabajadores, a la educación, a la sanidad, y el sin fin enorme de problemas que afectan con sus imposiciones.

 

Saben que el letargo en el que los ciudadanos han estado, ha llegado a su fin. Saben que no van a poder controlar la irrupción tsunámica de la democracia, de la vuelta de derechos y del caso legítimo a los ciudadanos, que son los gobernantes absolutos de la democracia.

 

Tal es el miedo, que en los últimos días han ocurrido sucesos verdaderamente tambaleantes para aquellos que se creían apoltronados y bien cómodos en sus tribunas de piel y ordenadores nuevos:

 

Dimite don Alfredo Pérez Rubalcaba, con el consiguiente revuelo que muestra la cara dictatorial de algunos de los integrantes del PSOE.  A Don Mariano Rajoy, ya no le caben más corruptelas en el bolsillo de su sedosa camisa, más descontentos de la ciudadanía, ni más críticas de su pueblo, y eso, sin contar con la incredulidad de incluso sus militantes más acérrimos. Pero no, no termina ahí, eso son cosas a las que nos tienen acostumbrados.

 

¿Abdica el Rey?, ¿ahora?

 

Tienen que quitarse a Podemos de las tertulias, de los periódicos y de las redes. Tienen que evitar que Izquierda Unida, Equo, Compromís y todas las demás ramas progresistas prodemocráticas dejen de tener simpatizantes, no vaya a ser que el sistema caiga. Un sistema corrupto, roto, tapado con una manta infectada de hipocresía, dolor y desesperación.

 

Ya no nos convencen a nadie, ni siquiera a los suyos. PPSOE cae, el régimen cae, el sistema antisistema cae, las mentiras caen... todo cae y se ven obligados a  las discusiones de colegio, en mentir e insultar, porque no saben hacer política.

 

Es la hora de las personas, de los ciudadanos, es la hora de la democracia, del verdadero poder del pueblo, de que hablemos, se nos escuche y se haga política.

Es la hora de todos, porque entre todos, Podemos.