Este pasado 7 de septiembre, cuando altos directivos de la multinacional trasladaron a los representantes de los trabajadores la decisión tomada, todo el proceso, cerrado en falso, se retrotraía a la casilla de inicio en junio de 2020

Si Pilkington Automotive cierra la línea de laminado, sentencia el futuro de toda la factoría

El presidente del comité de empresa Rubén lópez, el 7 de septiembre, informando a los trabajadores El presidente del comité de empresa Rubén lópez, el 7 de septiembre, informando a los trabajadores
Viernes, 10 Septiembre 2021 21:30

Este pasado martes, 7 de septiembre, se celebró una reunión entre el comité de empresa de Pilkington Automotive y altos directivos de la multinacional. La asistencia a este encuentro de Stephan Rosebrock y Graziano Marcovecchio hacía temer lo peor, como efectivamente se confirmaba poco después, cuando el presidente de la representación social, Rubén López Redondo, trasladaba a los trabajadores concentrados en los accesos a la factoría que la compañía había tomado la decisión de cerrar la línea de laminado.

Así lo explicaba López redondo: «Se ha tomado la decisión de cerrar la línea de laminado en Sagunto y se ha iniciado un proyecto para analizar los detalles del cierre, así como para buscar soluciones que den viabilidad al resto de la planta. En esta línea, han informado de que, en el plazo de dos semanas a un mes, presentarán un Expediente de Regulación de Empleo para dar inicio al periodo de consultas establecido legalmente». La noticia no causó gran sorpresa porque, realmente, era algo que nunca se había descartado.

De esta manera, la situación se retrotraía a la mañana del 25 junio de 2020, donde la empresa anunció a los representantes de los trabajadores que presentaría un plan en las próximas horas, por el cual se reduciría la plantilla fija en aproximadamente 80-90 personas. Lo que pretendía la dirección de la factoría era negociar con la representación social las condiciones de estos despidos.

Ni que decir tiene que la representación social rechazó de plano este planteamiento: «ante esto, los representantes de los trabajadores hemos mostrado nuestra rotunda disconformidad y vamos a estudiar las acciones necesarias para hacer frente a esta situación, para lo que, a fecha de hoy, no ha presentado ni documentación oficial, ni plan de viabilidad alguno», explicaban en un comunicado.

Pocos días después, el 30 de junio de 2020, los trabajadores, reunidos en asambleas de mañana y tarde en el salón de actos de CCOO, aceptaban la propuesta planteada por la representación social de convocar huelga para los días 8, 9 y 10 del de julio de 2020, que consistía en la parada de una hora por turno. Sin embargo, en cuanto la empresa recibió la comunicación de la convocatoria de estos paros, enseguida citó al comité de empresa para una nueva reunión con carácter de urgencia.

En la mañana del 2 de julio de 2020 se celebraba ese encuentro de urgencia entre empresa y representación social, que se prolongó por espacio superior a cuatro horas, para tratar sobre el plan de viabilidad para las instalaciones en Sagunto, debido a la caída de la demanda, así como la pérdida de competitividad en el mercado, producida por los altos costes de fabricación que venía presentando la planta.

Según informó el comité de empresa a los trabajadores, en esta reunión la multinacional les trasladó «no ver alternativa mejor a los 82 despidos y a los recortes salariales anunciados». Además, les indicó que «la realización de una huelga aceleraría el proceso de toma de decisiones por parte del grupo, e incrementaría mucho más la probabilidad de un cierre completo», por lo que solicitó la anulación de los paros programados.

Plan de Viabilidad

En la mañana del 7 de julio de 2020, el comité de empresa de Pilkington Automotive, junto con los representantes y asesores sindicales, se reunieron por espacio de varias horas en el Tribunal de Arbitraje Laboral con la dirección de la empresa, finalizando el acto de mediación con la firma de un preacuerdo que establecía un Plan de Viabilidad alternativo por el que se evitarían los despidos anunciados por la factoría. Por este motivo se ha aplazaba la huelga prevista, suspendiendo la convocada para los días 8, 9 y 10 de julio.

Tras semanas de incertidumbre y duras negociaciones entre la dirección de Pilkington Automotive y el comité de empresa, se logró reconducir la propuesta que planteaba la empresa para afrontar la caída de la demanda, llegando a un acuerdo de ajustes laborales que evitaba los despidos anunciados y comprometía inversiones para mejorar la competitividad de la planta.

El 8 de julio los trabajadores ratificaban en asamblea este pacto que contempla, entre otras medidas, una congelación salarial para los empleados de Pilkington Automotive durante los ejercicios 2021, 2022 y 2023, siempre que los incrementos contemplados en el convenio sectorial no superaran el 2%. En ese caso, lo que superara se incrementaría en los salarios. Las pagas extraordinarias de diciembre de 2020 y las de 2021-2022, se verían reducidas alrededor de un 4% de la masa salarial. Asimismo, se garantizaba que no se producirían despidos hasta el 31-12-2025.

La verdad es que causó sorpresa que la empresa, de pretender despedir a cerca de un centenar de trabajadores, cambiara de actitud en tan poco tiempo, conformándose con reducciones salarias. Efectivamente, la sensación que se produjo, cuando se alcanzó en acuerdo, es que el conflicto se había cerrado en falso, lo cual se confirmaría pocos meses después.

En efecto, el 12 de marzo del presente año, se mantuvo una nueva reunión entre la empresa y los trabajadores en la que se informó a la representación social sobre el más que posible cierre de la línea de Laminado. La empresa indicó que todavía no estaba tomada la decisión, sin embargo, emplazó a la representación de los trabajadores a iniciar la negociación para formalizar la salida de 37 personas a través de un plan de jubilaciones.

Tras este nuevo revés, el comité de empresa consideraba, y así lo trasladó a la plantilla, que estos planteamientos esgrimidos por la dirección de la planta eran una señal inequívoca de que «la única inversión que se quiere realizar es la destinada a realizar despidos, pues el elevado coste que supondría el mismo no tendría sentido si hubiera garantías en la continuidad de las instalaciones».

Asimismo, para el comité de empresa esta decisión escondía claramente que «se ha decidido dejar caer la línea de laminado, pues este hecho añadido a no querer plantear un nuevo ERTE a partir de abril, supone un modo de actuar, que, desgraciadamente, nos recuerda a la situación sufrida por los compañeros de BOSAL». Con estos antecedentes, no se descartaba el pasado marzo que la factoría de Pilkington Automotive terminara echando el cierre.

Tras las vacaciones de este verano, en los primeros días de septiembre, la empresa ya ha transmitido a los trabajadores lo que venía proponiendo desde que se inició el conflicto, es decir, que ha decidido cerrar la línea de laminado, lo cual, a juicio del propio comité de empresa, sentencia el futuro de esta factoría que ocupa a cerca de 400 trabajadores.

Nuevamente en la casilla de salida, las alarmas suenan ante un futuro incierto y, desde la representación social, se incide en la necesidad de que los poderes públicos trabajen para evitar deslocalizaciones: «es urgente que los poderes públicos tomen las medidas necesarias para evitar que se produzcan deslocalizaciones o cierres de empresas y, por ello, es inaplazable una revisión de los instrumentos de defensa industrial de nuestro tejido productivo para evitar los riesgos de deslocalización de empresas a países con una legislación laboral menos justa. Y, en cualquier caso, en aquellas circunstancias en las que una reestructuración sea necesaria, ésta debería llevarse a cabo siempre de forma responsable y con diálogo con los sindicatos».


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