Lejos, muy lejos, quedan los tiempos en que Julio César, para hacerse un hueco y empezar en política, se hizo cargo de organizar los juegos y las fiestas de verano en su ciudad, Roma. Aquello le supuso un gran esfuerzo, además de una considerable parte de su fortuna, pero consiguió su objetivo: unos extraordinarios festejos estivales que lograron pasar a considerarse un hito en la fabulosa historia del mismísimo Imperio Romano..

Yo no pido tanto, me conformaría con que el, la, concejal de Fiestas (si es que existe) se hiciese cargo de sus obligaciones y organizase, en las medidas de sus posibilidades y personal capacidad, unas fiestas populares participativas, incluyentes, poco contaminantes, respetuosas con la cultura y tradiciones civilizadas y a ser posible, hasta divertidas. No creo que sea poner el listón muy alto ni tampoco pedir la luna.

Realmente solo pido, a quien sea, que se gane el sueldo y poco más. Sin embargo es posible que, a estas alturas, quien sea capaz de romper la cadena de acumuladas anormalidades que este Ayuntamiento tradicionalmente ha venido acumulando en cuanto a festejos locales, puede que logre una fama mayor que la del propio Julio César.

Este solo tenía que superar a sus predecesores, pero… ¿existirá un(a) valiente capaz de asumir el reto de dejar de entregar el uso y distribución de la pasta a las peñas, de organizar unas fiestas inclusivas y participativas, unas fiestas donde cantidad de familias y ganado vacuno puedan dormir tranquilos?: los unos, porque sabrán que sus hij@s no corren peligro de ser atropellados por animales con cuernos y, los otros, porque así es como duermen todos los días cuando nadie les maltrata?

Sueño con que algún día un concejal “con vergüenza torera” agarre ese “toro” por los cuernos y se decida a cumplir con su obligación. Sería para ponerle una medalla. Yo no me engaño: estando las cosas en ese tema tan mal, viciadas como están, conseguir ese estado de normalidad sería cosa de gran mérito. Eso a pesar de que al fin y al cabo solo es cosa de personal determinación, porque, por lo demás, todas las cartas las tiene en sus manos: el dinero lo ponemos nosotros y él, o ella, además de la autoridad, dispone de casi ochocientos funcionarios con los que podría organizar incluso hasta unos Juegos Olímpicos. ¡Ah! Y otra cosa: ¿Para cuándo ser consecuentes con haberse declarado Ayuntamiento Laico y declarar las Fiestas Populares que no “Patronales” y dejarse de misas y procesiones dentro de los festejos?

Vistas como son realmente las cosas, solo sería cuestión de superar la pereza o el miedo. Añadiré solo con ánimo de dar ideas y soluciones, que, en caso de necesitarlo, el Ayto. tiene contratados también sicólogos. Todo quedaría en casa.