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Money, Money

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 23 Septiembre 2022 21:01

Con la que está cayendo en España, que todo el Gobierno salga en tropel contra el presidente de una comunidad autónoma cuyo único “delito” es el de bajar impuestos, resulta verdaderamente lamentable. Pero peor aún es que ni siquiera nos sorprenda que el Gobierno Sánchez se dedique a mirar a los demás en vez de intentar mejorar las condiciones de vida de los españoles.

El presidente de Andalucía presentaba esta semana una reforma fiscal que acaba con el Impuesto sobre el Patrimonio y que modifica tramos y tipos del Impuesto sobre la Renta. Hasta ahí, yo lo veo todo normal. Con la subida de precios que estamos sufriendo, especialmente en el último año, que el dinero se quede en el bolsillo de los ciudadanos me parece algo imprescindible.

Las críticas, por supuesto, se centran en el Impuesto de Patrimonio, ese que, según Sánchez y sus acólitos, es un impuesto para ricos. ¿Y del IRPF no hablamos? ¿O es que para ellos cualquier rebaja fiscal va a ser solo para quienes tienen un mayor poder adquisitivo? Habrá que recordar a Sánchez que la subida de los combustibles ha afectado a todos por igual porque, excepción hecha de su Falcon (bueno, del Falcon de todos que utiliza él), no suelen ser los más ricos quienes más necesitan el coche para vivir. Y, en ningún momento, se planteó una rebaja fiscal ni siquiera en el truco de los 20 céntimos, de los cuales el IVA volvía automáticamente a las arcas del Estado.

La recaudación fiscal ha aumentado estratosféricamente en el último año gracias a una inflación disparada e incontenible. Y el Gobierno no se ha planteado, en ningún momento, contener esa inflación con una reducción de los impuestos indirectos. Para ellos, según parece, todo lo que se refiera a reducir la presión fiscal a los ciudadanos es hacer la vida más fácil a los ricos. ¡¡Como si los que no lo son, no se dejaran una importante parte de su sueldo en tributos!!

Hace ya años que la curva de Laffer demostró que la reducción de tipos impositivos hacía aumentar la recaudación tributaria. O dicho en lenguaje más coloquial, que cuanto menores sean los porcentajes a aplicar en los tributos, más recaudará la Administración. Pero eso pasa, por racionalizar el gasto público y evitar que la puerta de salida de la hacienda pública sea mucho más ancha que la de entrada. El motivo es muy sencillo: todos los ingresos de la Administración los paga el ciudadano. Me da igual si vienen de subvenciones europeas o del indomable recurso de la deuda. Al final, o lo pagamos ahora, o lo habíamos pagado antes o lo pagaremos después.

Cuando un gobierno centra su discurso en justificar que los impuestos no pueden rebajarse, la catástrofe está próxima. Y más aún cuando la situación de las economías domésticas empieza a ser altamente comprometida. La tendencia creciente, a gran velocidad, de los tipos de interés puede acabar ahogando a familias y empresas que ya veían siempre lejano el final de cada mes. Los precios, da igual que sean de la energía, los combustibles o los bienes de primera necesidad, nos han revuelto las tripas en los últimos meses, todo ello sin que el Gobierno se inmutara ni tomara medida alguna para paliar esa situación.

El Gobierno Sánchez, lejos de criticar al presidente andaluz, debería seguir el ejemplo. Si la recaudación tributaria ha aumentado, como mínimo debería rebajar los tipos impositivos hasta volver a la situación inicial y seguir alimentando las arcas públicas con los mismos recursos con que antes lo hacía. Lo contrario, además de una burla al ciudadano de a pie, es un abuso recaudatorio en un momento en que lo último que necesita la sociedad es la confiscatoriedad gubernamental.

Sin duda, no es casualidad que Madrid y Andalucía sean las dos comunidades españolas que piden un menor esfuerzo fiscal a sus contribuyentes. No me canso de decir que no gestiona mejor quien más tiene, sino quien menos gasta en atender las necesidades ciudadanas. Seguir apretando la teta de la vaca, solo hace que, más pronto que tarde, nos quedemos sin vaca por asfixia. Quizá sea mejor sumar vacas y “exprimir” menos a cada una de ellas.

El tiempo dirá si Madrid y Andalucía están en la senda correcta. De momento, la teoría económica les da la razón, por encima de las teorías del “pájaro en mano”. Espero que cunda el ejemplo y que la Comunidad Valenciana se apunte pronto a esa reforma fiscal que tanto se necesita para reactivar la economía. De lo contrario, cuando los ciudadanos rebajen su nivel de consumo y, con ello, las empresas vean minorar su cifra de negocios, el siguiente afectado será el empleo. Y de eso, en España, ya hemos vivido demasiados episodios.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites