A Obama, Hollande y Cameron les importan tres bledos los gaseados

Viernes, 30 Agosto 2013 11:35

Antes de que empiecen a caer en Siria los misiles de crucero Tomahawk y a sobrevolar su territorio los mortíferos Drones, me pongo a escribir sobre los poderosos motivos que han movilizado tan potente y costosa maquinaria bélica. Ante todo, debo decir que me parece lógico que los Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra y Francia, hayan constituido ese triunvirato militar, para terminar, de una vez por todas, el trabajo de la insurrección interna, que, desde marzo de 2011, ha ido debilitando al régimen laico y hereditario de la dinastía de los Al Assad. Recuerden que el todavía presidente sirio, Bashar al-Asad, accedió al más alto cargo del país tras la muerte de su padre, Hafez al-Asad. En este aspecto, el de la sucesión, poco se diferencia aquel sistema político de cualquier monarquía europea. Aunque habrá más similitudes, la corrupción, probablemente, sea otra de ellas. En cambio, lo que me parece verdaderamente insultante es que tanto el Premio Novel de la Paz y jefe de la Casa Blanca, Barack Obama, como el social liberal presidente de la República Francesa, François Hollande, o el neoliberal y primer ministro inglés, David Cameron, hayan decidido que el presunto empleo de gas nervioso sea la gota que colme el vaso. Aunque lo que ya me parece inaudito es que los socialistas españoles, en un acto de seguidismo sin precedentes, hagan suyos los hipócritas argumentos del presidente de la República Francesa, país que, como es sabido, tiene muchísimos intereses económicos en Oriente Medio.

Todo esto insulta la inteligencia porque, hasta llegar al episodio del gaseo de la población, eran cerca de 100.000 los muertos causados en los más de dos años que dura el enfrentamiento. En efecto, según el último recuento realizado por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que se hizo público el pasado 13 de junio, el número oficial de fallecidos era de 93.000. Ni que decir tiene que la cifra real será muchísimo mayor. Tampoco hay que perder de vista que la variopinta amalgama de fuerzas opositoras al Gobierno de Bashar al-Asad ha sido capaz de resistir y plantarle cara al ejército sirio, durante más de dos años, porque las potencias extranjeras implicadas se han encargado de proporcionarle fondos, toda clase de asesoramiento militar, equipos de comunicación, armas, municiones, explosivos, etc. A Obama, Hollande y Cameron les importan tres bledos los gaseados y los miles de muertos que se han producido en el conflicto. Parece evidente que es así, desde el momento en que han prolongado la lucha a 'fuego lento' y están dispuestos a incrementar la mortandad, aún más, con esta intervención militar que llega pocas semanas después de producirse el cambio en la presidencia de la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFORS), que tiene su sede en Estambul, Turquía.

Es interesante, aunque sea brevemente, revisar la evolución de este órgano de representación de las distintas facciones opositoras sirias. Un imán de la Gran Mezquita de Damasco, Moaz al-Jatib, fue su primer presidente. Ocupó este puesto entre noviembre de 2012 y marzo de 2013, sustituyéndole el comunista cristiano George Sabra. El pasado 6 de junio la CNFORS se reunió en Estambúl para elegir nuevo líder. Al cargo aspiraban Mustafa Sabbagh, respaldado por el régimen absolutista de Qatar, y el candidato de Arabia Saudí, Ahmad Asi Yarba, estrechamente ligado a la monarquía saudí. Cualquiera de ellos ofrecía garantías plenas a occidente. Sin embargo, de los 114 miembros de la coalición, 52 votaron a Sabbagh y 55 a Yarba.

El triunvirato militar, Israel, Arabia Saudí y Qatar, no son los únicos, pero sí los principales interesados en que, tras la ‘democratización’ de Siria, el país se convierta en otro gran ‘amigo de occidente’. Las razones son varias y todas ellas de mucho peso. Cabría citar, en primer lugar, que ante las costas de Siria, del Líbano, de Israel y de Gaza, hay importantes bolsas de gas natural. Se baraja la cifra de alrededor de 3,55 billones de metros cúbicos, una cantidad ciertamente estimable. Otra cuestión, nada despreciable, es la existencia de agua en territorio sirio; por un lado los recursos hídricos que proceden de los Altos del Golán, que se anexionó Israel en 1967 y que le proporcionan el 25% de su demanda interna. Además, por el territorio sirio transcurre el río Éufrates, que puede ser otra fuente importante de suministro. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la posición geoestratégica de Siria la convierte en un escollo. Un estorbo en el camino para los intereses de las grandes multinacionales de la energía.

Vayamos por partes, se estima que en el mar Caspio puede haber unas reservas petrolíferas posibles de 200.000 millones de barriles. Desde Bakú, la capital de Azerbaiyán, inicia su trazado el oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), que pasa por Tiflis, la capital de Georgia y, por ahora, muere en el puerto de Ceyhan, al sureste de la costa mediterránea de Turquía. Desde este último enclave de la Península de Anatolia se proporciona crudo a los mercados occidentales. El consorcio propietario de esta tubería está formado por un grupo de compañías energéticas, destacando la inglesa British Petroleum (BP) de la que es notable accionista la reina de Inglaterra. BP es la propietaria mayoritaria de esta autopista energética, al poseer un 30,1%. También son socias las norteamericanas Chevron, ConocoPhillips y Hess Corporation, así como la francesa Total, entre otras.

No obstante, el gran negocio petrolero del siglo XXI se vislumbra en los mercados del índico, sobre todo en India, una economía emergente con más de 1.200 millones de habitantes. De ahí que se pretenda ampliar el citado oleoducto hasta la parte más meridional de Israel, en el puerto judío de Eilat, junto al mar Rojo. Esta sería una alternativa al Canal de Suez. Aquí es donde empieza otro problema, puesto que haría falta extender la conducción desde Ceyhan hasta la ciudad israelí de Ascalon, ya que, en este último punto es donde inicia su recorrido otra tubería, ya en funcionamiento, que conecta con Eliat. Desde el límite fronterizo de Turquía hasta el de Israel, hay de por medio dos países que baña el Mediterráneo: Siria y Líbano. Ante la imposibilidad de continuar el trazado del BTC por tierra firme, dentro de los límites de Siria, los Gobiernos de Ankara y Jerusalén plantearon la construcción de una carísima instalación submarina, paralela a la costa, desde Ceyhan hasta Ascalon. Si occidente logra asentar en Damasco un Gobierno ‘amigo’ y 'estabiliza' el Líbano, además de prolongarse el BTC por suelo sirio y libanes, se impedirá que Irán acometa su proyecto para llevar el gas hasta el Mediterráneo, a través de Irak y Siria. En cambio, la desaparición de Bashar al-Asad si permitirá al Emirato de Qatar, tercer país del mundo en reserva de gas, construir un gasoducto por los territorios de Arabia Saudí, Irak, y Siria. Por esta autopista gasística, el gas catarí alcanzaría la costa mediterránea y, por tanto, los mercados occidentales. Huelga decir que EE.UU. y las multinacionales del sector, respaldan al 100% la propuesta del pequeño emirato.

Con todas estas operaciones, occidente pretende, además de controlar los recursos energéticos del área, alcanzar dos objetivos colaterales, por un lado, reducir las exportaciones rusas de gas y, por tanto, debilitar económicamente a la Federación Rusa. Sus consecuencias no irían más allá, puesto que la extinta Unión Soviética es autosuficiente en cuanto al abastecimiento energético se refiere. Por otro lado, limitar severamente el desarrollo de Pekín. La República Popular China es quien puede llevar la peor parte. El gigante asiático mantiene excelentes relaciones comerciales con Irán, Iraq, Siria, y Pakistán, lo que constituye un eminente inconveniente para ‘regular’ sus importaciones de recursos energéticos y, por consiguiente, controlar su crecimiento económico.

Señalar por último que Burhan Ghalioun, que fue presidente del Consejo Nacional Sirio, embrión del actual CNFORS, donde está integrado; en declaraciones realizadas en 2011 al rotativo económico Wall Street Journal, dejó bien sentado que, en cuanto asumieran el poder en Siria, romperían su alianza estratégica con Irán, suprimirían su respaldo a Palestina y dejarían de apoyar a la guerrilla libanesa de Hezbolá. Todas estas medidas, de realizarse, acentuarían la estabilidad en la zona, reforzando mucho más la posición dominante de los hebreos en el entorno. Este nuevo escenario, de ensueño para los semitas, también daría alas a los sectores sionistas. Sin pasar por alto que la caída del Gobierno sirio aislaría a Irán, que es el siguiente objetivo, y, al mismo tiempo, haría desaparecer a Rusia del área Mediterránea, al ser desalojada de Tartus, su única base en territorio sirio.

Como se puede ver con claridad meridiana, occidente ha mantenido vivo un conflicto, sin importarle los miles de muertos que se iba cobrando, hasta que ha alcanzado el grado de maduración necesario. Como es lógico, no van a invertir cientos de millones de dólares en derribar a Bashar al-Asad para poner en su lugar a unas facciones fundamentalistas incontrolables que no ofrezcan garantías. Los dos candidatos que el pasado junio se presentaron para presidir el CNFORS eran de toda confianza, tanto es así que contaban con fiadores extremadamente solventes. El que resultó elegido para el cargo, Ahmad Asi Yarba, emparentado con el rey saudí, ya habrá entregado toda clase de avales a los componentes de la coalición, de hecho, ayer jueves se reunió en el Palacio del Elíseo con François Hollande. Occidente ya lo tiene todo dispuesto para propiciar el cambio de régimen en Damasco. Queda por ver qué movimientos realizan, en este tablero, Rusia y China.

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Modificado por última vez en Domingo, 01 Septiembre 2013 11:58

 

 

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