La película de Akira Kurosawa «El perro rabioso» cuenta la historia de un joven detective al que un día le roban su pistola. Este hecho crea en él un sentimiento de deshonor fuera de lo común, que le lleva, junto con un compañero veterano y experimentado, a emprender una búsqueda incansable y delirante por los bajos fondos de Tokio.

La cinta tiene la estructura de un thriller americano, pero con todas las connotaciones y los modos japoneses. Está ambientada en el Japón de la postguerra, que después de la Segunda Guerra Mundial, y tras haberse rendido a los aliados, liderados por los Estados Unidos, fue ocupado por dichas fuerzas.

Este acontecimiento le sirve al gran Kurosawa como puente por el que mover a su personaje, mostrándonos una imagen desoladora de Japón, una imagen amarga, tétrica, algo que en esta película se observa con mucha más profundidad que en otras obras suyas. La pobreza y la miseria lo inundan todo, y esto, que lo vincula al neorrealismo, traza el dibujo de una población desdichada y abatida.

La influencia occidental en el cine de Kurosawa es incuestionable. Su estética y su estilo no dejan lugar a dudas, y aquí se nota el peso, las luces y las sombras del cine americano, y esto le sirvió al director japonés para que se le conociera en Occidente y en Estados Unidos más que a ningún otro director japonés, todo ello sin perder en ningún momento su esencia oriental y su estilo personal.