Convivir y asistir a diario a una persona que padece demencia constituye una tarea intensiva que entraña una gran carga emocional

Claves para preservar la salud mental de las personas cuidadoras

Lunes, 30 Octubre 2023 16:13

El Alzheimer es una enfermedad que no afecta solo a aquellos que la padecen, también conlleva un fuerte desgaste para las personas que los cuidan. Así pues hay que poner énfasis en la importancia de que los cuidadores, que en su inmensa mayoría son mujeres, se tomen también muy en serio su propio cuidado y sigan unas pautas básicas para preservar su propia salud física, psíquica y emocional.

Convivir y asistir a diario a una persona que padece demencia constituye una tarea intensiva que entraña una gran carga emocional. Los síntomas de la enfermedad: como la pérdida de memoria o los trastornos de conducta, hacen que las personas afectadas sean cada vez más dependientes y experimenten cambios de comportamiento y de humor que a veces pueden llegar a ser muy difíciles de gestionar.

Es normal, por lo tanto, que, con el tiempo, todo esto vaya minando la salud mental de los cuidadores. Más aún si, como ocurre en la mayor parte de los casos, son familiares del paciente, como pueden ser el cónyuge o los hijos. Valga subrayar que esta problemática afecta de forma abrumadora a las mujeres, que son mayoría tanto entre quienes padecen la enfermedad como entre las personas que cuidan.

Según un estudio de Ace Alzheimer Center Barcelona, el 70% de los afectados por demencia son mujeres. Una cifra que adquiere todavía más importancia cuando se relaciona con el dato de que, al margen del género del paciente, el 67,2% de los cuidadores también son mujeres.

En concreto, en el 32,4% de los casos, el rol de cuidador de la persona con demencia lo asume la esposa; en un 27,6%, las hijas; en tercer lugar, con un 22,3% de los casos, el esposo; y sólo en un llamativo 9,1%, los hijos varones. El 8,6% restante es un porcentaje de perfiles heterogéneos entre los cuales se puede encontrar a las nueras, sobrinos, hermanos y los cuidadores profesionales. En cualquier caso, es esencial que las personas que asumen este rol aprendan también a cuidarse a sí mismas.

En este sentido, asumir el cansancio y aceptar que ciertas reacciones son normales cuando se vive en situaciones límite es un primer paso esencial para atreverse a pedir ayuda a la familia o al exterior, como pueden ser asistentes sociales, psicólogos o asociaciones.

La formación e información sobre la enfermedad darán al cuidador una sensación de control y harán que sus esfuerzos por cuidar a la persona enferma sean más eficaces. Otra de las claves es huir de las expectativas irreales y, por lo tanto, marcarse objetivos factibles a corto plazo.

Cultivar el espíritu positivo, reforzándose con los éxitos y evitando fijarse solo en las deficiencias y los fallos es también vital para mantenerse motivado. Y para mantener el bienestar emocional es imprescindible dormir las horas y descansar lo que sea necesario, así como mantener una dieta saludable y mantenerse activo tanto física como mentalmente, llevando a cabo actividades lúdicas que generen bienestar.

Los expertos también aconsejan a los cuidadores fomentar la independencia del paciente, dejándole hacer todas aquellas actividades que pueda hacer sin que supongan un riesgo para él (hacer la cama, barrer, poner la mesa…), sin importar tanto el resultado o si las hace bien o mal. Llevarlos a centros de día para recibir así una ayuda extra también puede mejorar la conciliación entre la vida personal y la asistencia al paciente. Y es esencial también cuidar los propios vínculos familiares y amistades para evitar así a toda costa el aislamiento social.


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