Este veterano médico de atención primaria asegura que Alemania y Suecia son los medelos a seguir en cuanto a inversión en el sistema sanitario y que se producirían muchas menos muertes en España con una sanidad sin recortes

Aurelio Duque: «La década de los recortes sanitarios y sociales, ha debilitado el sistema sanitario público»

Viernes, 24 Abril 2020 19:35

DUQUE 1Aurelio Duque Valencia, en una imagen de 2015

El doctor Aurelio Duque Valencia estuvo vinculado durante más de 17 años al sector sanitario de Puerto Sagunto como médico de familia y Comunitaria, concretamente en el Centro de Salud nº1. Actualmente ejerce en el Centro de Salud Alfahuir de Benimaclet, en Valencia. Vasco de nacimiento, se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco. Ha publicado numerosos artículos referentes a temas de atención domiciliaria y coordinación primaria especializada. Durante su carrera, se ha interesado por el estudio de la salud mental a nivel de atención primaria, lo que le ha valido un hueco en diversos paneles de expertos. Hace unos años El Económico publicó una entrevista con el doctor Duque Valencia para abordar las colas en las urgencias por la epidemia de la gripe. En esta ocasión se abordan diferentes aspectos relacionados con el coronavirus y la respuesta del sistema sanitario público ante la pandemia.

En el siglo XX la maxima pestis generalis fue la gripe española, en esta nueva centuria, ¿podría considerarse que es el coronavirus?

Ciertamente sí, se le parece bastante, pero con los determinantes socioeconómicos del siglo XXI: envejecimiento, cronicidad, alta tecnología, desigualdad, cambio climático, y tecnologías de la información y de la comunicación, y con todas las consecuencias sociales, laborales, psicológicas y económicas que se deriven de la pandemia.

Desde el 14 de marzo está toda España confinada. Se están aplicando en el siglo XXI las mismas medidas que se tomaron en el XIV para frenar el contagio de la peste. Con los medios de que se dispone en la actualidad, ¿no había otra forma de hacerlo?

En el siglo XXI, ante una enfermedad desconocida, se emplea primero lo que se sabe que funciona y ha funcionado siempre: higiene, confinamiento, aislamiento y distancia social; luego ganar tiempo, reflexionar y conocer los mecanismos de trasmisión y la historia natural de la enfermedad Covid-19. Y así se activa a nivel local, autonómico, nacional e internacional todo el conocimiento y la investigación básica sobre el tema. La Organización Mundial de la Salud (OMS) llega hasta donde llega, y la falta una salud pública internacional que lidere el abordaje de esta pandemia, hace que sea el intercambio de información y estudios científicos entre países, lo que haga progresar la asistencia adecuada y ajustada al nivel de evidencias científicas actuales.

Se avanza a pasos agigantados para conocer todos los detalles y características de este nuevo virus, ¿no?

En tres meses sabemos más de Coronavirus que en los diez años anteriores: han confluido intereses públicos y privados de toda índole para avanzar en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad. Hay técnicas rápidas, hay materiales sanitarios, hay profesionales cualificados en todo el mundo, pero falta coordinación, planificación y experiencia en sucesos de tanta envergadura. Los países con sistemas sanitarios públicos más avanzados superan con mejores notas y resultados en salud que aquellos que sufrieron recortes y privatizaciones; aquellos que tuvieron experiencias previas, aprendieron mucho, y lo pusieron en práctica en el 2020.

Un periodo de encierro tan prolongado también puede terminar afectando a la salud de los ciudadanos, ¿no?

Un confinamiento prolongado, de semanas o de meses, influye de forma positiva y negativa en la sociedad y en los ciudadanos que viven en ella. Y lo hace más intensamente, y de forma negativa, en los mayores, en los niños, y en los pacientes vulnerables, en todas sus facetas físicas, psicológicas y emocionales. También trae consecuencias positivas en la naturaleza, en el medio ambiente y en la reducción de la contaminación urbana y en el uso de recursos naturales.

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En España siempre se ha presumido de contar con un sistema público de salud de entre los mejores del mundo. ¿La epidemia ha desmontado esta máxima tan extendida?

Como dicen los pacientes, que conocen bien el sistema sanitario público, ya que sufren sus demoras y sus listas de espera: “tenemos muy buenos profesionales, pero mal sistema sanitario, es lento para resolver los problemas”. Hay muchos estudios científicos y encuestas de satisfacción que son muy favorables a nuestra sanidad pública, pero necesita mejorar y reforzar muchos aspectos: la atención primaria, la salud pública, la atención sociosanitaria a ancianos y dependientes y la atención domiciliaria. No estamos entre los diez mejores sistemas sanitarios del mundo, pero tenemos un notable alto. Los aplausos de los balcones simbolizan el reconocimiento a los profesionales y la apuesta por una sanidad pública potente y resolutiva. Se queda corta la financiación sanitaria pública, menos del 7% del total del PIB nacional. Ahora, nos hemos dado cuenta que necesitamos industria sanitaria estatal y propia para fabricar y distribuir geles, mascarillas, guantes, batas, respiradores, etc.

Según la OCDE, el gasto sanitario en España está estancado. El país destina recursos muy por detrás de Alemania, Suecia, Francia, Reino Unido e incluso Italia, pese a ser la cuarta economía de la Unión Europea. Esta política continuada de recortes al final pasa factura, ¿no?

Sin duda, la década de los recortes sanitarios y sociales, ha debilitado el sistema sanitario público, que se ha mantenido gracias a la motivación, vocación y sobreesfuerzo de los profesionales sanitarios y no sanitarios. Alemania dedica más de un 9% de su PIB a la sanidad; nosotros no llegamos al 7%. Los resultados sobre: sanos, curados y muertos, al final de la pandemia pondrán a cada uno en su sitio y, dentro de nuestro país, a unas comunidades autónomas mejor que a otras, en lo sanitario y en lo sociosanitario, como las residencias de ancianos. El modelo residencial de dependientes y ancianos ha fracasado estrepitosamente, los números de muertos y de trabajadores en precario e infectados lo dicen todo. Y el sobreesfuerzo global de las familias y cuidadores, hablan por si solo, y lo veremos al final de la pandemia.

¿Podría decirse que a pesar de los recortes el sistema está resistiendo bien?

Está resistiendo bien, pero muestra rasgos de agotamiento, y mucho más, en comunidades autónomas donde se privatizó y se externalizaron más servicios sanitarios. Nuestro sistema sanitario público necesita más inversión, menos burocracia inútil, más investigación y más dotación de personal cualificado. La solidaridad y la colaboración de la gente es también esencial. Se necesita más participación ciudadana en temas de salud; por ejemplo, los Consejos de Salud Local, de Zona Básica de Salud, dar participación y rendir cuentas a la ciudadanía.

A estas alturas del proceso y en cuestión de un mes ya hemos pasado la barrera de los 20.000 fallecidos por coronavirus, según los datos oficiales, aunque probablemente serán muchos más. Con un sistema sanitario mejor dotado, el número de bajas habría sido mucho menor, ¿verdad?

Nuestros ejemplos para seguir serían Alemania y Suecia: más inversión pública en sanidad, trae mejores resultados en salud, menos muertos y en eficiencia del sistema sanitario, me refiero a menos gasto o gasto más eficaz. Cuando podamos evaluar resultados al finalizar la pandemia o cuando tengamos antivirales eficaces y vacunas, veremos cómo quedan en la foto los sistemas sanitarios, y se reflexionara, y se tomarán medidas para priorizar la vida y la salud.

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Los que están dando un ejemplo al mundo son los sanitarios. Es conmovedor su esfuerzo, ¿verdad?

Todos los profesionales de la sanidad, necesitamos cada día y todos los días, como cualquier trabajador, nuestra dosis de ánimo, motivación y estímulo; nos gusta trabajar con personas y ayudar a su recuperación. Es nuestra vocación, pero necesitamos que se invierta más en la sanidad y en el sector sociosanitario, que sean más públicos; es indudable que, mejorar los salarios y las condiciones de trabajo redundaría en una mejora relevante del sector sociosanitario y, sobre todo, en los pacientes y familiares, y en el propio sistema sanitario.

Frente a ese vuelco de todos los profesionales de la sanidad pública, ¿qué le parece el papel que está jugando la sanidad privada en España y su red de hospitales en medio de esta pandemia?

Nada destacable; los Ifemas, los hospitales de campaña, y los hoteles medicalizados se ponen en marcha, porque la sanidad privada no quiere ofrecer sus medios y camas disponibles. Les espera un futuro nada prometedor; sus ‘ayudas’ les retratan, máxime cuando este virus no respeta países, razas, clases sociales, ricos o pobres... Sus hechos, hoy día, son muy pobres.

Resulta muy revelador que, en comunidades autónomas como Cataluña o Madrid, donde sus gobiernos respectivos se han cebado con los recortes en sanidad, la enfermedad haya avanzado con mayor facilidad y cobrándose más víctimas.

Madrid y Cataluña están recogiendo lo que sus políticas privatizadoras han sembrado: pobreza, desigualdad, desempleo, precariedad laboral, desahucios, servicios mercantilizados, exclusión social y servicios sociales deficientes. El coronavirus producirá un desastre en las comunidades ‘empobrecidas’, son aquellas que viven ‘cotidianamente’ cerca del colapso. Habrá que reflexionar mucho, exigir responsabilidades y hacer cambios profundos y estructurales en el sistema sanitario y en el sector sociosanitario. Y en la forma de vivir, si queremos un mundo habitable, sostenible y justo. El ser humano es frágil y vulnerable.

Sin embargo, a nivel de la comunidad Valenciana parece que la situación está funcionando mejor ¿cuál es su opinión?

Tras décadas de políticas privatizadoras, nos estábamos recuperando muy lentamente y se estaba volviendo a invertir en sanidad pública, servicios sociales y atención a la dependencia. Se iniciaba un segundo mandato de gobierno del Botánico, con más iniciativas públicas y privadas en muchos sectores, pero se ha parado todo. Soy optimista, saldremos con fuerza y con iniciativas europeas, estatales, verdes y renovables, con solidaridad, con trabajo comunitario, con orgullo de pertenencia a esta comunidad, y con esperanza. Volveremos a progresar adecuadamente, y en todos los sectores productivos. Esta experiencia nos dará fuerza.

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Aunque ya lo ha mencionado antes, solapadamente, ¿qué ha pasado en las residencias de mayores?, ¿qué explicación podemos dar a lo sucedido, a tanta muerte?

Este modelo de atención sociosanitaria ha fracasado: solo lo social, sin coordinación y colaboración con el sistema sanitario público, no es viable. La precariedad laboral es intolerable. Los mayores y dependientes necesitan una atención digna. Las familias no pueden sufragar tantos gastos para a tender a sus mayores, en casa o en una residencia. Es necesario un cambio radical de modelo, y que sea bien financiado. Hacer real y viable este pilar del Estado del Bienestar.

Igual que pasó la peste negra y la gripe española, el coronavirus también se superará, pero ¿qué lección debe de aprender la ciudadanía de este episodio?

De esta epidemia debemos aprender que la salud es política y que el ser humano es frágil y vulnerable; el daño psicológico, la enfermedad, el sufrimiento y la desigualdad están metidas en nuestro cuerpo y alma desde antes de la pandemia, es decir, llueve sobre mojado. El Covid-19 no solo es una pandemia vírica, sino una ‘pandemia de la desigualdad’ en salud, según la clase social, el género, la edad, la situación migratoria y el lugar donde se vive. Las políticas neoliberales mercantilizadoras de lo público que gobiernos, instituciones, agencias internacionales y el poder económico han generado, han deteriorado durante décadas los servicios sociales y sanitarios, y nos deben hacer pensar, reflexionar y actuar para mejorar nuestra forma de vivir dignamente, en un mundo más habitable y sostenible. Esta crisis y el cambio climático debe hacernos reflexionar y trabajar intensamente. Hay que cambiar, sin prisa, pero sin pausa.


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Modificado por última vez en Miércoles, 06 Mayo 2020 16:59

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