La situación del transporte público de viajeros está al límite, pero, lo mejor de todo, es que la solución tardará mucho en Llegar. La gente va como sardinas en lata en los autobuses, sobre todo en las horas punta, cuando no se quedan en tierra, completamente tirados, porque el último vehículo va a tope y no cabe ni uno más. No es la primera vez que ocurre. Siempre han existido problemas en este servicio, desde averías hasta viajar de pie, pero la situación se ha complicado mucho a partir del momento en el que se decreta la barra libre. Ya lo explicó Miguel Ángel Piqueras en este mismo periódico a finales del pasado septiembre. Todo ha ido a peor desde la implantación de la tarjeta SUMA y la puesta en marcha de un descuento medio del 50% para todos los usuarios en el servicio urbano, del 80% en el interurbano a València y, por si faltaba algo, la gratuidad de billetes para menores de 31 años en la red de cercanías, extendida, después, a las concesiones interurbanas. Esta claro que, si se decreta la barra libre y no se dota el servicio convenientemente, el desastre está asegurado, que es exactamente lo que está ocurriendo.
Aquí, en Sagunto, antes de las elecciones municipales, el 15 de febrero, se difundió una noticia muy positiva que, probablemente, supondría un antes y un después en la mejora del transporte público. Demasiado buena para ser cierta. La Conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad anunció la habilitación del nuevo contrato CV-102 de transporte público regular de viajeros por carretera a través de la Autoritat de Transport Metropolità de València, gracias al cual, el servicio de autobús de Sagunto a València iba a disponer de dos nuevas líneas de transporte. Una maravilla, decían. De aquello hace ya un poco más de un año y el tiempo ha demostrado que tal anuncio no fue más que una gran mentira, otra de las muchas vendidas de cabra que se lanzaron en periodo de elecciones. Nos engañaron a todos sin el menor recato, lo que, por otra parte, pone de relieve el poco respeto que la desacreditada clase política siente por la ciudadanía.
Un año después, las personas que utilizan el transporte público siguen siendo víctimas de una gestión absolutamente incompetente, cuyo resultado no puede ser más lamentable, pero lo peor está por venir. Así es, ya veremos si para bien entrado el año 2025 se ha puesto en marcha alguna mejora, seguramente no. Entretanto, el Ayuntamiento de Sagunto ha pasado de puntillas durante todo este tiempo, lógico, los progresistas de aquí, no le iban a enseñar los dientes a los progresistas de allí. Lealtad institucional le llaman a eso. Pero, incluso ahora, que ya no gobiernas los partidos del Botànic en la Generalitat, parece que les cuesta sacar músculo, será, seguramente, porque es mejor que todo pase desapercibido, pues reivindicar implica reconocer que algo va mal.
