Feminismo

Viernes, 26 Enero 2024 21:06

Creo que una mayoría de las personas saben que el feminismo no es lo contrario del machismo. El machismo cree que el hombre es superior a la mujer, y así se ha considerado hasta hace bien poco, incluso muchas mujeres no educaban —o no educan— igual a sus hijos que a sus hijas, adjudicándoles a cada uno un rol diferente y comprándoles juguetes o regalos que potencian ese rol, mientras que el feminismo apuesta porque los hombres y las mujeres sean iguales, con las mismas oportunidades, los mismos derechos y el mismo salario en trabajos iguales.

Nadie debe ser superior a nadie por ninguna condición, ni por razón de sexo, ni de cultura ni de raza; y el sexo femenino siempre ha estado discriminado y subestimado en la mayoría de los países, llegando en muchos de ellos a tener las mujeres la misma consideración que los esclavos o que los animales, es decir, individuos de segunda categoría, algo que todavía vemos en la actualidad en numerosos países en los que el Islam predomina.

Sin embargo hay una cosa que debemos destacar en la actualidad: Las niñas son más trabajadoras, más estudiosas, más disciplinadas, más constantes y más responsables que los niños. Cualquiera que se dedique al gremio de la enseñanza lo sabe, y este es un factor muy importante, un factor a tener en cuenta. Las mujeres ya están ocupando puestos de responsabilidad en las empresas, dirigen y coordinan sus departamentos respectivos mejor que los hombres, presiden entidades bancarias y están en el gobierno al frente de numerosos ministerios. Precisamente, en este último gobierno, formado por veintidós ministros y ministras, hay doce mujeres y diez hombres, lo cual supone un punto muy significativo, un punto que nos indica que las mujeres lo están haciendo tan bien como los hombres, si no lo hacen mejor.

Pero a todo esto hay que añadir algo que debería preocuparnos. Los hombres han caído a lo largo de la historia en muchos errores, en errores constantes, en los que, como suele decirse, han tropezado dos veces en la misma piedra. Y sería preocupante que las mujeres, que han llegado a la cima por méritos propios, siguieran la estela masculina, y tropezaran con las mismas piedras que ellos ya han tropezado. Ese sería el error más importante que se debería corregir. Y sería conveniente estudiar nuestra historia, ver aquello que más nos ha caracterizado de una forma negativa, y evitar caer de nuevo en lo mismo.

Las mujeres tienen más empatía, más sensibilidad, posiblemente también más firmeza y más mano izquierda, son menos aguerridas, y por lo tanto más diplomáticas, más dialogantes y más habilidosas, y todo esto es lo que deberían explotar para conseguir que todo aquello que está en su poder y que depende de ellas, se convierta en algo positivo para que los ciudadanos consigan salir del ostracismo y volver a recorrer el camino que nuestro país se merece. En sus manos está. Debemos animarlas a que sigan por la senda más adecuada.


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