Independentismo

Viernes, 19 Enero 2024 21:05

No hace mucho, en el programa Salvados de la Sexta, el político Emiliano García-Page, presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, hablando de Cataluña y del independentismo, ofrecía una comparación que me resultó chocante. Decía que si considerábamos que aquellos que más tenían debían pagar más impuestos, ¿por qué las comunidades más ricas —y se refería a Cataluña— no debían aportar también más al erario público? Vistas las cosas desde esa perspectiva, podría tener razón el señor García-Page. Sin embargo, yo propondría otra alternativa al tema del independentismo. Y es la siguiente: Si en una familia, un hijo quiere independizarse de su familia, no conozco ninguna familia que ponga trabas para que ese hijo no pueda dejar a su familia, independizarse de ella y, en su caso, crear o formar otra familia diferente. Si eso es así, ¿por qué si un territorio quiere independizarse del país al que pertenece, este debe ponerle todas las trabas necesarias para que pueda abandonar el país y crear otro país?

A simple vista, esto puede parecer una perogrullada, pues cualquier comunidad está unida al país por una serie de normas y condicionantes que hacen que sea indisoluble política y económicamente, aunque todos sabemos que desde que España es un país democrático han sido numerosas las concesiones que se le han dado a determinadas comunidades, y entre ellas, Cataluña y Euskadi has sido las que más han acaparado estos beneficios, como Euskadi ha sido la comunidad que más se ha beneficiado de esos indultos que ahora se les niegan a ciertos dirigentes del procés. (El proceso soberanista de Cataluña, más conocido como el proceso catalán —en catalán: procés català— o simplemente el procés, fue un conjunto de hechos sociales y políticos que se desarrollaron desde el año 2012 hasta el 2022 en la comunidad autónoma de Cataluña con el objetivo de lograr la autodeterminación y la independencia de Cataluña respecto al resto de España).

Puede parecer que mi ideología sea totalmente independentista, sin embargo debo decir que no es así. Sí que es cierto que tengo una parte nacionalista, y que comprendo a todos aquellos que pretenden independizarse del país, pero no creo que sea bueno para los intereses nacionales que Cataluña se independice, como tampoco creo que sea bueno para los catalanes separarse de España, ahora bien, el conjunto de las comunidades deben hacer todo lo posible para que todas ellas se encuentren cómodas dentro del país, y dentro de esa «comodidad» está el que se identifiquen política, social y económicamente con el resto de la ciudadanía, aunque culturalmente cada una tenga su propia idiosincrasia y su propia lengua, lo cual más que separarles les enriquece.

La convivencia, a menudo es difícil, pero todos debemos convivir juntos, y todos debemos aceptar el hecho de que somos diferentes, y que esa diferencia nos enriquece, como nos enriquece la cultura, el arte, las diferentes lenguas y otras muchas cosas. Y si partimos de esa base, y nadie se considera superior a nadie, no entiendo por qué el acuerdo y la avenencia no pueden ser posibles.

Quizá, si todos comprendiéramos que esa diferencia que existe entre nosotros no nos separa sino que nos puede servir de unión, si la comprensión fuera posible, entonces, quizá, no existiría en el alma de una parte de la población la idea de que la separación del país es lo más viable para que todo circule con la fluidez necesaria. Sin embargo, a menudo, la envidia es la característica que más nos delata, y eso hace que todos aquellos que no son queridos por sus conciudadanos pretendan marcharse de su lado. Algo evidente.


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