Se nos ha ido al otro barrio uno de los personajes más influyentes del último siglo sin que apenas se le haya dado mediáticamente la importancia que tuvo en nuestras vidas. Repasar la biografía de este judío-alemán nacionalizado norteamericano equivale a introducirse dentro de una novela de terror maquiavélico.

Muy joven, colaboró con la Inteligencia Militar Norteamericana en la batalla de Las Ardenas. A continuación, trabajó como profesor en la Escuela de Inteligencia del Comando Europeo. Este fue el principio de una de las carreras políticas más brillantes y prolongadas de la Historia: fundó Agencias propias de asesoría siempre relacionadas con la política y el Poder; simultáneamente fue asesor de Grande Corporaciones; fue Rector de la Universidad de Georgetonw; tuvo un puesto preeminente en la Corporación Rand (armamento y conspiraciones) fue Secretario de Estado con Nixon y Gerald Ford. Consiguió un Premio Nobel de la Paz por haber conseguido, falsamente, como después se comprobó, un irreal tratado de paz con Vietnam. Asesoró y colaboró decisivamente con Israel en la guerra del Yom Kippur; intervino en Indonesia, tanto en el derrocamiento del presidente Sukarno como en la invasión de Timor Oriental; papel importante en el acoso a la Cuba revolucionaria y en el tratado con Panamá sobre el Canal; apoyó y asesoró a Videla en Argentina, fue el artífice de la tristemente famosa Operación Cóndor donde se secuestraron y asesinaron centenares de líderes de izquierda en Hispanoamérica; fue el gran asesor y soporte de Pinochet en Chile…

Afiliado al Partido Republicano, fue temido no solo por los demócratas sino también entre sus propias filas; pero nadie se atrevió ir contra él por las fuertes conexiones que supo tejer (la Casa Blanca, el Pentágono, la CIA, el FBI, la Rand Corporatión, y demás empresas armamentísticas, con Israel, etc) que no solo le blindaban, sino que le hizo ser temido por los presidentes contemporáneos suyos, conscientes del gran poder que detentaba.

Nadie pudo con él, se fue cuando quiso. No se ha podido llevar nada a la tumba, pero se ha llevado por delante a miles de víctimas y millones de damnificados por su mal hacer, países arruinados y países en guerras permanentes. Esa es, por desgracia, su biografía y su mérito. Maldito sea.

Creo que el mejor epitafio para este tipo de carroña lo hizo Mario Benedetti. Lo clavó.

Hurra / murió el cretino / vamos a festejarlo / a no llorar de vicio / que lloren sus iguales / y se traguen sus lágrimas. / Se acabó el monstruo prócer / se acabó para siempre / vamos a festejarlo /a no ponernos tibios / a no creer que este / es un muerto cualquiera. / Vamos a festejarlo / a no ponernos flojos / a no olvidar que este / es un muerto de mierda.