Ya estamos otra vez con el cierre de Galmed, dura poco la alegría en casa del pobre. El ocho de febrero de 2013 la compañía teutona anunciaba que ponía en venta la factoría y que cerraría la planta si no encontraba comprador. Al final, bajó la persiana. Aquellos tiempos fueron extremadamente duros, pagamos los excesos de la burbuja inmobiliaria. La crisis del ladrillo, iniciada en 2008, marcó un antes y un después, tanto es así que ahora, en 2023, todavía quedan secuelas muy serias de todo aquel desastre. A los pocos meses de ‘chapar’ la galvanizadora teutona, le llegó el turno a Bosal, otro de los símbolos destacados de la ‘exitosa’ reindustrialización, tan lúcida y bien diseñada que volvió a poner todos los huevos en el mismo cesto, pasando del monocultivo siderúrgico al del sector auto. El cinco de enero de 2015 la multinacional belga anunciaba el despido de la plantilla. Ni rastro ha quedado de la fábrica de tubos de escape.
Los socialistas decidieron cerrar la cabecera siderúrgica de AHM, no porque fuera obsoleta, que lo era, sino porque había que cumplir las condiciones impuestas por Europa para que España pudiera ingresar en la Comunidad Económica Europea. Ese fue el trato, renunciar a la industria a cambio de ingresar en un club selecto donde ya nos habían adjudicado el papel de gran ‘resort’ europeo. Desde aquel cierre tan traumático, Sagunto y el Camp de Morvedre dejaron de ser un referente industrial, aunque todos confían en que la llegada de la Gigafactoría devuelva al municipio el esplendor perdido.
No es ningún secreto que el sector del automóvil viene pasando momentos muy difíciles desde la pandemia, así lo explica Thyssenkrupp Galmed para justificar esta medida tan drástica: «La razón de esta decisión se encuentra en un significativo empeoramiento del mercado automovilístico europeo. El nivel global del mercado está muy por debajo de las expectativas y previsiones». No es de extrañar que se haya llegado a esta situación, los ciudadanos no saben a qué carta jugar. Nos hablan del coche eléctrico, pero no hay electrolineras para recargar, nos dicen que, a partir del año 2035, si no hay prórrogas, los fabricantes no podrán vender automóviles nuevos con motor de combustión, nos adviertes de que las ciudades de más de 50.000 habitantes tendrán que delimitar las Zonas de Bajas Emisiones, y, por si faltara algo, los tipos de interés están por las nubes. Con este panorama, ¿quién se embarca en la compra de un vehículo?
Al final, las decisiones políticas terminan afectando a la ciudadanía, por eso es importante pensar a quién se vota. Los trabajadores de Galmed, desde ayer, ya están bailando en la cuerda floja. Ojo, que el cierre de esta galvanizadora también afectará a la producción de ArcelorMittal Sagunto. Atentos.
