Leo en alguna parte de este mismo periódico que un alcalde de por aquí se queja de que Pedro Sánchez «argumenta la convivencia para justificar cesiones parciales a unos pocos» y que «no es un ejercicio de igualdad seguir la línea de enfrentar…» y aquí lanza una retahíla de incongruencias y desatinos como «enfrentar mujeres contra hombres, homos contra heteros, pobres contra ricos, nacionalistas contra constitucionalistas»...
Este hombre quizás no sepa que utilizar torpemente el lenguaje induce a engaño. En todos sus ejemplos sugiere que aquellos nombrados primeramente, los más débiles, luchan contra los segundos, los poderosos, y, visto así, parece que estos no tengan más opción que defenderse. Esto podría crear incluso la falsa sensación a confiados lectores de que, en alguna ocasión, algún grupo de homosexuales hayan podido conchabarse para entrar por la noche en un bar y pegarle una inmisericorde paliza a un pobre heterosexual que intentaba enrollarse con una camarera.
Si en el primero de sus simples ejemplos hubiese dicho «hombres contra mujeres» igualmente sería un mal planteamiento, pero, al menos quedaría algo más claro quienes son los agresores habituales y quienes las agredidas… esas simplificaciones tipo barra de bar siempre son falsas para abordar cuestiones tan serias como la convivencia, tema que, al parecer tanto le preocupa. Y es que la cuestión que este señor intenta abordar la tendría que haber enunciado así: «enfrentamiento entre feministas y machistas», y no olvidamos que muchos hombres nos consideramos feministas y que muchas mujeres son machistas.
Lo de los «nacionalistas contra constitucionalistas» no encuentro por dónde cogerlo. Es como decir fontaneros contra empleados de Renfe... Que yo sepa, la inmensa mayoría de los habitantes de este país son nacionalistas de un tipo u otro y, que a las primeras de cambio, salen a la calle con cualquier excusa blandiendo sus banderas como si fuesen metralletas, orgullosos y contentos de herir así los sentimientos de un imaginario enemigo. También conozco muchos «constitucionalistas» que se sienten llenos de orgullo y satisfacción de que la última Guerra Civil la ganasen los suyos: los Nacionales. Hace muchos años que soy internacionalista, ahorro mucho en banderas, porque pienso que deberíamos comprender que todos somos hermanos y que la unión hace la fuerza
Lo de «pobres contra ricos» en un mundo donde la riqueza se concentra año tras año en menos manos, se explica y comenta sola. A estas alturas ya no existe la necesidad de explicarle a nadie en qué consiste la lucha de clases.
No conozco al señor que escribe tan desatinada como irreflexivamente sobre estas cuestiones, pero debo imaginarme que lo hará de buena fe y con el deseo de contribuir con sus escritos a mejorar la sociedad. Si es así, debería ser más cuidadoso a la hora de tocar temas tan delicados.
