Mauritania, mujeres, cooperación

Viernes, 10 Noviembre 2023 21:07

Me da un poco de grima cuando alguien vuelve del sudeste asiático o de África asegurando que ha hecho un viaje «que le ha cambiado la vida». Es un tópico de las personas occidentales que viajan a lugares empobrecidos en busca de nuevas experiencias excitantes que alivien la ansiedad de la vida turbocapitalista en el norte global. Hace poco tuve la oportunidad de visitar Mauritania por trabajo y no diré que este viaje me ha cambiado la vida, pero sí que me ha aportado mucho a nivel personal y profesional.

Durante estos días en el país africano pude ver muchas cosas que merecerían un texto en esta columna, pero si me tengo que quedar con una, es el trabajo de las mujeres por la autonomía alimentaria y su enorme resiliencia. Ellas son las protagonistas de muchos proyectos de agricultura y ganadería en el país y están trabajando duro por la transición agroecológica, es decir, por una forma de producción de alimentos más saludable y respetuosa con el entorno.

La participación de las mujeres es más que notable en todas las etapas de la producción agrícola y ganadera. Desde la siembra y el cuidado de los cultivos hasta el pastoreo y la gestión del ganado, las mujeres mauritanas están demostrando una capacidad excepcional. Además, a medida que las mujeres participan en proyectos de producción agroalimentaria, se están empoderando económicamente. Con los excedentes, pueden generar ingresos y la independencia financiera les permite tomar decisiones importantes en sus hogares y comunidades. Este empoderamiento económico no solo beneficia a las mujeres, sino que también contribuye al bienestar de la familia y de la comunidad.

Otro aspecto destacable es la promoción de la igualdad de género a través de estos proyectos. Las iniciativas de desarrollo rural en Mauritania están trabajando para garantizar que las mujeres tengan igualdad de acceso a tierras, recursos y oportunidades. Este enfoque no solo es esencial desde una perspectiva de derechos, sino que, además, mejora el rendimiento y sostenibilidad de los proyectos.

El Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI) y la Association Mauritanienne pour l’Autodéveloppement (AMAD) trabajan desde 2009 en el desarrollo de diferentes proyectos de agricultura y ganadería con perspectiva de género que hoy en día ya están dando sus frutos. Por ejemplo, las cooperativas de agricultoras son un oasis dentro de un sistema patriarcal que impide el acceso a la tierra a las mujeres y permite su organización autónoma, a la vez que son un espacio de encuentro y participación. Por otra parte, las huertas traspatio, anexas a las viviendas, facilitan la conciliación con las tareas domésticas y de cuidados y mejoran la nutrición familiar. O las minilecherías gestionadas por mujeres, que facilitan la transformación, conservación y comercialización de productos lácteos.

Por este tipo de experiencias de éxito es tan importante que la cooperación internacional para el desarrollo tenga continuidad y se ofrezcan medios (aquello del 0,7%) desde el mundo desarrollado y nuestra imagen de la misma no se limite al voluntariado ocasional y vinculado a la caridad y la autosatisfacción personal que vemos en las redes sociales.

Estos proyectos, en concreto, son posibles gracias a la solidaridad internacional vehiculada a través de proyectos de cooperación financiados por instituciones españolas. La colaboración de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de España ha sido fundamental para proveer fondos, recursos técnicos y apoyo logístico, permitiendo que los esfuerzos locales en Mauritania se traduzcan en un impacto real en las comunidades rurales. La inversión de estas instituciones españolas no solo está impulsando el desarrollo agrícola y ganadero en Mauritania, sino que también refuerza la relación de cooperación entre ambos países, creando un puente de solidaridad que trasciende fronteras y contribuye al bienestar de las poblaciones más vulnerables en el país.

La llegada de la extrema derecha a los gobiernos está poniendo en serio riesgo las políticas de cooperación internacional. Su ideología choca con los valores de inclusión y sostenibilidad que respaldan estos proyectos, a lo que se suma una retórica racista y antiinmigración que puede socavar el respaldo institucional a las iniciativas de desarrollo en países como Mauritania. La cooperación es esencial porque la colaboración y el aprendizaje mutuo son esenciales para enfrentar los grandes desafíos globales que tiene la humanidad en la actualidad y que van desde la inseguridad alimentaria hasta el cambio climático. Por eso, es fundamental que la sociedad civil y las ONGD sigamos abogando por estos programas, independientemente de la orientación política de las instituciones, para asegurar un futuro más justo y sostenible para todas las personas y en todo el mundo.


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