El Planeta

Viernes, 27 Octubre 2023 21:03

Cada año, cuando se falla el premio Planeta de Novela, dotado en la actualidad con un millón de euros (el mayor importe de todos los que existen en nuestro país), se produce la polémica por una u otra causa.

Este año, que se lo han adjudicado a la periodista y presentadora de televisión Sonsoles Ónega, los disparos hacia ella han llegado por diferentes frentes. Se ha dicho, por ejemplo, que se lo han dado por ser la hija de Fernando Ónega, periodista también, director de prensa de la Presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez y autor de gran parte de sus discursos, entre ellos el famoso «Puedo prometer y prometo».

A menudo, sobre todo en los últimos años, se concede este y otros premios a gente de la televisión, que al tener una imagen con una audiencia millonaria todos los días, las ventas están casi garantizadas. Y en este caso, no ha habido excepción. La excepción —si es que la hay— es que se ofrezca el premio a alguien concreto, porque en ese caso es muy fácil presentarse a un premio, sabiendo de antemano que se va a ganar, pero como esto forma parte de la estafa y la manipulación nadie lo va a reconocer, aunque sean muchos los que hablen de que esto sucede, y haya también muchos escritores populares que se han negado a presentarse para no tener que participar en ningún juego sucio. Eso es lo que se dice —y lo que forma parte del cotilleo popular—, que sea cierto o no, la mayoría no lo sabemos.

Se ha dicho también que se lo han dado por ser amiga de la reina Letizia, que no sé hasta qué punto podría haber influido, aunque dudo mucho que la corona se mezcle en esos asuntos turbios de los favores.

Se ha comentado, asimismo, que al ser una presentadora de un programa de Antena 3, y ser este un canal de televisión propiedad de Atresmedia, del que también participa el grupo Planeta, todo quedaba en casa, y que el importe en metálico no deja de ser una compensación económica por todos los programas que todavía tiene que presentar. También dudo mucho que tenga algo que ver su trabajo habitual como presentadora, de un premio como escritora ajena al programa diario que presenta.

Una de las últimas cosas que he oído es que la novela se la ha escrito un «negro» —esto si que me parece ya surrealista, aunque si lo hizo en su día Ana Rosa Quintana, como parece ser que quedó demostrado, lo podría hacer cualquiera.

Alguien ha dicho que una persona no puede ser escritora si no se dedica en exclusiva a escribir, y eso no es algo que se dé en ella. No entiendo esto de la exclusividad, como si una persona no pudiera tener varias profesiones. Es más, a veces hay gente que solo tiene una y no la desarrolla bien, o no pone el máximo interés, mientras que otras veces, uno hace dos o tres cosas diferentes y las hace todas bien. Recordemos, por ejemplo a Leonardo da Vinci, o a Miguel Ángel Buonarroti, aunque quizá alguien me diga que esto son casos extremos, y tenga razón.

En fin, no sé que más cosas se pueden decir para desprestigiar a alguien que ha ganado un premio literario dotado con un millón de euros, un premio con el que todos los que nos dedicamos a escribir hemos soñado alguna vez, y el que no haya pensado eso que ponga la mano en el fuego. Seguro que se quema.

Se han dicho muchas más cosas, pero no es necesario detallarlas todas porque al final todo concluye igual. Sin embargo hay un dato que se escapa a estas valoraciones, y es el pensar que este premio no es un premio literario sino, simplemente, comercial. Y aquí cabe preguntarse: ¿Está reñido lo comercial con lo literario?

Todos sabemos que las novelas del Premio Planeta no se pueden considerar novelas de culto, y que alguien con mucho prestigio que lo ha ganado, como puede ser Camilo José Cela o Mario Vargas Llosa, lo ha hecho con novelas flojas y envueltas en cierta polémica; sin embargo, para mí creo que lo importante del Planeta no es la cuestión económica (que también lo es) sino el potencial de lectores que atrae. Eso sí que es importante, porque, al final, que la gente lea, aunque sea una novela que se lee solo por distracción, es lo significativo, lo fundamental, ya que esa obra que se lee por entretenimiento puede llevar a otras más profundas, y ya sabemos que la gente que lee es gente que puede tener criterio a la hora de decidir lo que merece la pena de nuestro mundo y de nuestra vida. Aunque esto del criterio, posiblemente, deberíamos dejarlo para otro artículo diferente.


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