El misticismo

Viernes, 15 Septiembre 2023 21:05

El misticismo español tuvo en la figura de Teresa de Jesús a una de sus mayores representantes. Teresa de Jesús fue escritora, monja y fundadora de la Orden de las Carmelitas Descalzas (una rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo), a la que se conoció como santa Teresa de Ávila. Su nombre secular fue Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada.

Había nacido en Ávila, en 1515, y murió en Alba de Tormes, en 1582. Fue beatificada en 1614 (32 años después de su fallecimiento), canonizada en 1622 y proclamada doctora de la Iglesia católica en 1970, durante el pontificado de Pablo VI. Junto con san Juan de la Cruz, se le considera la cumbre de la mística experimental cristiana y una de las grandes maestras de la vida espiritual de la Iglesia. Su vida fue muy cinematográfica, como también lo fue la de Juan de la Cruz, de hecho han sido numerosas las películas y series que sobre estos dos personajes se han realizado con mayor o menor éxito.

Pero llegados a este punto, y en estas fechas en las que ya se vislumbra el otoño, cabría preguntarnos: «¿Qué es la mística?». Y la respuesta que podríamos dar iría encaminada en el sentido de entender el misticismo como el estado de perfección religiosa que consiste en la unión o el contacto del alma con la divinidad. También podríamos decir que es la corriente religiosa que propone la unión del alma con Dios por diversos medios (ascetismo, devoción, amor, contemplación, etcétera). Pero todo esto, seguramente, son definiciones, o apreciaciones, muy teológicas, y deberíamos encaminarnos hacia otras fórmulas más acordes con nuestro tiempo y que huyeran de lo puramente fervoroso.

En el siglo XVI, igual que durante la Edad Media, estaba muy valorado el misticismo. La Iglesia era la institución fundamental de la sociedad, la que controlaba y «manipulaba» todos los destinos de las personas y regía su trayectoria y su disposición, aunque en la actualidad todavía quedan restos importantes de aquel control; pero ¿qué dice la ciencia sobre el misticismo? ¿Lo considera una cualidad del alma?

La mística es una de las formas de la concepción idealista-religiosa del mundo. El cimiento del misticismo es la doctrina acerca de las relaciones espirituales entre el hombre y la divinidad, de la posibilidad, mediante la revelación, de concebir los misterios del ser.

Todas las doctrinas religiosas actuales se nutren del misticismo, y a lo largo de la historia, la mística, como la religión, fue un instrumento de lucha contra la ciencia y contra el progreso, materias estas últimas que se consideraban malignas.

El misticismo alcanzó un florecimiento especial en los círculos de la actual burguesía imperialista. El burgués, en su pánico ante la revolución proletaria, busca una salvación en la mística milagrosa y sobrenatural. Una serie de filósofos de la sociedad burguesa se situó abiertamente en el camino de la propaganda del diablismo, de la mística y de la religión (James en América y Bergson en Francia son algunos de los exponentes más importantes).

También en la actualidad, y dentro de la burguesía, se infiltran los elementos místicos. Por ejemplo, ciertos físicos ingleses llegaron a afirmar que existe, a la vez que las tres dimensiones conocidas del espacio, una cuarta poblada de espíritus.

Estas teorías místicas son el testimonio de la profunda crisis que actualmente atraviesa el sistema capitalista.

¿Son los místicos unos iluminados? La iluminación es también un concepto filosófico y espiritual que puede ser abordado desde múltiples perspectivas.

En su acepción más habitual significa «adquisición de entendimiento». No obstante, «iluminación» significa darse cuenta de la verdadera naturaleza de uno mismo, es decir, ahondar en el yo y disolverlo en la verdad del ser, llegando a la conclusión de que no se es ni cuerpo (forma) ni mente (condicionamiento y narrador interno).

Conviene diferenciar los dos conceptos distintos de esta definición: 1º La iluminación intelectual. En este sentido, es un esclarecimiento interior, o poner en evidencia, llegando al fondo y dilucidando un asunto o una doctrina. 2º La iluminación espiritual. Esta experiencia se manifiesta en paz, amor, felicidad o sentido de unidad con el universo.

En la tradición filosófica occidental, la iluminación se ve como una fase en la historia cultural marcada por una fe en la razón, generalmente acompañada por el rechazo a la fe manifestada en la religión institucional. Esto se dio en el siglo XVIII en Europa y se conoció como la Era de la Razón o la Ilustración.

Sin embargo, si nos referimos a una persona, y tomamos la definición del diccionario, se nos indica que un iluminado es aquel ser que sin atender a razonamientos, cree estar en posesión de la verdad absoluta. Una buena prueba de ello la tenemos en la historia de san Pablo, que cuando se cayó del caballo camino de Damasco, tuvo una «iluminación divina», dejó de perseguir a los cristianos y se convirtió en el mayor defensor del cristianismo. Sin lugar a dudas, el cristianismo actual se lo debemos a él. Por lo tanto, no hemos de buscar otra acepción diferente.

Un golpe en la cabeza, la falta de sueño, lecturas inadecuadas, o cualquier otra causa, pueden hacer a alguien pensar que es un ser superior, que Dios le ha confiado un cometido extraordinario o que tiene en la vida una misión especial para conseguir la paz del mundo.

Todo está muy claro. Sabemos quiénes son los iluminados y lo emparentados que están con los místicos, aunque no es necesario que se caigan del caballo y se den un golpe en la cabeza para que crean que están en posesión de la verdad absoluta, porque eso, nadie lo ostenta.


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