A veces algo pequeño puede tener consecuencias enormes. No por casualidad, sino por un proceso acumulativo. Imaginemos, por ejemplo, la ladera de una montaña que se ha ido erosionando por el viento y la lluvia. Estos elementos van debilitando la cohesión del suelo. A simple vista, podría parecer estable, pero internamente está acumulando tensiones producidas por la pérdida gradual de su integridad. Así, puede suceder que una pequeña cosa haga que colapse toda la ladera, como un aumento repentino de las precipitaciones, un cambio en la vegetación o un temblor menor. Una pequeña perturbación puede desencadenar una respuesta explosiva.

Un beso no consentido ha hecho que se tambaleen los cimientos de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Pero antes de eso, la selección femenina tuvo al frente durante casi 30 años a un entrenador, Ignacio Quereda, que no solo no fue capaz de conseguir que la selección brillara a nivel deportivo, sino que maltrataba a las jugadoras. Ellas mismas lo han contado en el reportaje ‘Romper el silencio. La lucha de las futbolistas de la Selección’. 27 años de humillaciones y abusos tuvieron que soportar aquellas mujeres que solamente querían hacer su trabajo y representar a su país. No encontraron apoyo ni en la RFEF ni en la sociedad, que recientemente se está enterando de todo aquello con la publicación de este documental.

En septiembre de 2022, 15 jugadoras renunciaron a ser convocadas por la selección hasta que no se mejoraran las condiciones de trabajo, dinámicas y recursos. Un intento desesperado por profesionalizar la selección femenina y que no se las tratara más como un grupo de aficionadas al fútbol. De aquel motín, estos resultados. Las jugadoras consiguieron mejoras notables: más equipo técnico, plan de conciliación familiar o más rotación para cuidar su recuperación. Las llamaron niñatas y caprichosas, pero tenían razón. Toda la sociedad y medios de comunicación hubieran aplaudido a una selección masculina con estas reivindicaciones. Pero el asqueroso machismo que lo envuelve todo hace que sea intolerable que un grupo de mujeres juegue al fútbol, mucho menos que no asuman un rol de sumisión y alcen la voz por sus derechos.

La selección era una ladera a punto de colapsar. Entonces llegó el beso, el beso no consentido, la agresión de un jefe hacia una de sus trabajadoras, en vivo y en directo, con cámaras de todo el mundo apuntando. Un hecho muy grave de por sí, agravado por el lamentable comportamiento posterior de Rubiales, que únicamente ha demostrado estar borracho de poder y machismo. Ha estallado la rabia acumulada contra una RFEF que ha ido amparando la discriminación hacia los equipos femeninos y contra un Luis Rubiales que ya partía de una imagen muy tocada por maniobras más que cuestionables como llevar la Supercopa de España a Arabia Saudí y sospechas de corrupción.

El fútbol femenino no lo pueden controlar personas misóginas. ‘Se acabó’, como han dicho las jugadoras. Nuestras jugadoras son campeonas del mundo, son la élite del fútbol a nivel planetario, que se dice rápido. Merecen más. A muchos hombres poderosos seguramente les da rabia que las mujeres hayan osado desafiar los roles de género y hayan entrado por la puerta grande en un deporte tradicionalmente reservado para los hombres. Este equipo, incluso antes de ganar, ha sido un ejemplo para mujeres y niñas por su entereza y valentía. También ‘se acabó’ para muchos hombres que han acosado a subordinadas y compañeras en el trabajo, porque este ha sido también un estallido contra el acoso sexual en el ámbito laboral.

Con el tiempo, espero que miremos atrás y recordemos todo esto como un bochornoso episodio de la historia de nuestro país. Que este mundial no sea recordado como el ‘del beso de Rubiales’, sino como el mundial en el que nuestro equipo hizo historia y, de paso, transformó a nuestra sociedad mediante un intenso debate público sobre qué es el consentimiento en el que, quien ha querido, ha aprendido mucho sobre feminismo y buenos tratos. Para siempre, este será el momento en el que las mujeres futbolistas de este país se convirtieron en una fuente de inspiración para otras, que rompieron barreras y dieron pasos agigantados para dignificar el papel de las mujeres en el fútbol, pero también en todo el deporte y en la sociedad.