Historia y pactos

Viernes, 21 Julio 2023 21:07

Aunque no creo que sea necesario indicarlo, he de decir que estoy totalmente en contra de todo tipo de violencia, venga de donde venga y sea por la causa que sea. Incluso la violencia dialéctica, esa que procede de nuestro interior más indignado o más oprimido, y que nos hace rebelarnos contra ciertas injusticias, me parece que no cumple demasiado con su misión y deberíamos ladearla o, al menos, dulcificarla. Quizá a alguien le parezca que esta actitud «pacifista», o «conformista», o ese simulacro de actitud, no es algo que se deba desarrollar ni potenciar, y sea, más bien, algo producido por el «pasotismo» más endémico, pero puedo asegurar que no es así.

Hecha esta aclaración, querría subrayar un hecho que me parece interesante. En el debate entre Sánchez y Feijóo, del pasado día 10 de julio en Antena 3, el líder del PP le dijo al del PSOE que él nunca pactaría —refiriéndose a Bildu— con los asesinos de Miguel Ángel Blanco, o con los herederos políticos de esos asesinos. Sin embargo, Bildu apoyó todas las medidas de progreso de la última legislatura y PP y Vox, no. Además, en las comunidades donde están gobernando ambos en sintonía están recortando derechos que se encontraban consolidados y que no se deberían modificar.

Por otra parte, volviendo al tema terrorista, José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid (del PP), participó en un homenaje a Miguel Ángel Blanco (asesinado el 13 de julio de 1997) celebrado con motivo del 26 aniversario de su muerte.

La mayoría de los familiares de víctimas del terrorismo no desean que el asesinato de sus seres queridos se politice de la forma en la que se hace, sobre todo —aunque me atrevería a decir, en exclusiva— por parte de la derecha más mediática. Todos recordamos, por ejemplo, a Maixabel Lasa. Su marido, Juan María Jaúregui, político del PSOE y gobernador civil de Guipúzcoa, fue asesinado por ETA en el año 2000, en cambio, ella, no solo no ha querido nunca seguir el juego de la hermana de Blanco, sino que se atrevió a hablar de tú a tú con los asesinos de su marido.

La imagen del concejal de Ermua del PP se ha convertido en algo icónico, sobre todo para el partido PP, aunque es cierto que tras su muerte fueron muchas las manifestaciones de repulsa hacia la banda terrorista, que se llevaron a cabo en todo el territorio nacional, algo que entiendo era necesario ante tanta barbarie. Pero que después de 26 años se siga recordando la figura de Blanco; que se quiera hacer de ese hecho una condena generalizada hacia Bildu; y que Feijóo le eche en cara a Sánchez el haber pactado con la formación de Euskadi, sin que este replique (quizá no se esperaba que Feijóo llegara a tanto), me pareció una jugada muy poco digna por parte de Feijóo, porque si hablamos de asesinatos históricos, más o menos recientes, y de pactos, Pedro Sánchez le podría haber dicho a Núñez Feijóo que el Partido Popular también ha pactado con Bildu cuando lo ha creído conveniente, y que sus pactos con Vox, para formar gobierno en muchos ayuntamientos y comunidades, no han sido de mero apoyo, sino que los de Vox han entrado en los gobiernos como concejales o como consejeros, y que la formación de ultraderecha no solo no ha condenado públicamente todos los asesinatos del franquismo desde 1939 a 1975, sino que añoran ese régimen, y el franquismo no era una banda terrorista —a la que siempre se le puede condenar su actitud— sino que formaba parte del estado español, y eso sí que fue tremendamente grave, como grave es el que se elimine la ley de memoria histórica, o no se destine ni un solo euro a este apartado, y en cambio sí que se destinen todos los años partidas presupuestarias para la memoria de Miguel Ángel Blanco, porque, claro, Blanco fue un concejal del PP, y a la derecha le interesa mantener viva esta polémica, aunque ETA haya desaparecido ya. Y que quede claro, que no tengo nada en contra de él, que me pareció un asesinato vil, como todos los de ETA, y que recordar todos esos asesinatos debería estar a la misma altura, como mínimo, que el recuerdo hacia todos los cometidos por el franquismo, aunque haya una diferencia muy importante (ETA asesinó a 864 personas a lo largo de sus 60 años de lucha armada, y el franquismo, durante la supuesta época de paz —36 años—, a más de 100.000).

Seguramente, Sánchez estaba pensando en otras cosas, o no quería meter el dedo en la llaga de una polémica como «terrorismo de ETA y franquismo», algo que sí empleó de una forma partidista, y quizá con toda la mala intención del mundo, el líder popular, al que solo le preocupaba que el presidente del gobierno firmara un acta, comprometiéndose a que gobernara la lista más votada, sabiendo de antemano que las encuestas le benefician a él, porque todos sabemos que Feijóo, desde luego, no da nunca puntadas sin hilo.

Así están las cosas. Veremos lo que nos depara el próximo día 23, en el que podremos seguir estando en el progreso de nuestro siglo, manteniendo y aumentando nuestros derechos, o volver al saqueo de la hucha de las pensiones, a la corrupción generalizada, al amiguismo, al rescate de bancos y a la anulación de muchos de los derechos conseguidos, sin nombrar el regresar a la oscuridad, la barbarie y la persecución del inicio del franquismo, porque esto, aunque pueda parecer una metáfora, puede llegar a ser una realidad. Una realidad con todas las connotaciones negativas posibles y con todas las pérdidas de derechos que tanto tiempo (y siempre con el rechazo de la derecha) nos ha costado conseguir. Dios no lo quiera (como dirían ellos).


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