El debate

Viernes, 14 Julio 2023 21:07

Un debate electoral, si es un cara a cara entre dos candidatos, se tiene que ver como lo que es: ¿Un espacio donde se enfrentan dos ideologías? ¿Un lugar donde se puede comprobar en qué medidas se concretan las diferencias ideológicas y programáticas de ambos contendientes? Sí, es cierto… pero poco..

Lo principal de un debate de ese tipo es que, al final, alguno de los participantes quede como ganador, lo cual lo convierte en una especie de combate de circo romano, donde los gladiadores saben que tienen que saber teatralizar sus movimientos y golpes. Porque se trata de eso. Lo importante de tales debates es que, a partir del día siguiente de haberse realizado, ya se pueda hablar de vencedor y vencido. Los medios y los partidos que montan estos debates lo hacen partiendo de su seguridad de que, dado que los ciudadanos en el mejor de los casos, no pueden retener la multitud de cifras y datos que se manejan, ni tampoco sepan y/o carezcan de información suficiente de los temas que se tratan y hablan, perciban que este o aquel candidato tenga algo o toda la razón en lo que dicen defender.

En este país los debates nunca han interesado a los partidos del Sistema. No me refiero, obviamente, al debate del lunes pasado, sino a los que se deberían estar realizando con regularidad en las televisiones públicas durante todo tiempo. ¿Por qué digo que en las televisiones públicas? Pues porque, en principio, son las menos sospechosas y porque son las más reformables. Las privadas tienen dueño… y los dueños… dueños son. Los debates deberían ser obligatoriamente temáticos y temporales, abiertos a todos los partidos, sin ningún tipo de restricciones para nadie, cada quince días mínimo, en horarios asequibles a los españoles que trabajan y con una dirección profesional seria y de consenso.

Sé que habrá mucha gente que piense que esos temas no interesan al gran público, que son aburridos y que nunca solucionan nada. Yo pienso que, al revés, que cuando el ciudadano telespectador se diese cuenta de que ahí se habla de sus vidas, de sus necesidades, de sus derechos, y también por qué en muchos casos, “no se pueden atender” esos derechos y necesidades, desaparecerían de sus pantallas las Rociítos, las Tamaras y sus madres.

Convencido estoy de que, si las cosas así fueren, debates como el del lunes, amañados, pactados y cuajados de mentiras y artimañas más teatrales que serias, no serían posibles. Lo que hace falta es un pueblo más implicado y participativo en su propio desarrollo, más formado en aquello que nos interesa a la ciudadanía… y que ser adscrito, simpatizante, o seguidor de tal o cual partido político, nada tiene que ver con ser del Atlétic, del Valencia o del Barça.


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