Solo cuando tenemos las condiciones materiales básicas cubiertas podemos dedicarnos a ser felices. Solo con un Estado fuerte que provea a la ciudadanía de todos los servicios básicos, podemos edificar proyectos de vida satisfactorios. Si me tengo que preocupar por llegar a fin de mes o por pagar facturas médicas, no puedo ser feliz. Por eso, un país que no deja a nadie atrás, que cuida a las personas enfermas, forma a las jóvenes o paga una pensión justa a las mayores, es un país que ofrece felicidad.

Lo que está en juego en las próximas elecciones generales del 23 de julio es si en España tendremos una ciudadanía más feliz o más desgraciada. Durante los últimos cuatro años de gobierno progresista, a pesar de enfrentar diversas crisis, muchas personas han logrado encontrar un poco más de felicidad. Esto se ha debido al aumento de sus salarios o pensiones, a la obtención de un contrato indefinido —que brinda la seguridad necesaria para vivir con tranquilidad— o al hecho de haber conseguido empleo, recordemos que las cifras de desempleo son las más bajas de los últimos 15 años.

Por el otro lado, el candidato del Partido Popular ha prometido abiertamente medidas como rebajar impuestos a los más ricos —para frenar la redistribución de la riqueza y deteriorar los servicios públicos— o eliminar la excepción ibérica y el tope al gas, para que los suministros energéticos se encarezcan. Es increíble, pero es así, Feijóo, abiertamente, nos promete una vida peor. Peor para las personas humildes y corrientes, por supuesto, mejor para las élites económicas del país. De eso va todo, de repartir o de que solamente sean felices unas pocas personas que ya lo tienen todo.

El 23 de julio también será especialmente importante para que mujeres, personas LGTBI o migrantes avancemos para poder vivir con más libertad, seguridad y alegría o retrocedamos bajo el yugo de quienes nos quieren escondidas en casa, relegadas a cuidar o a esconder nuestra sexualidad. Es un momento crucial para luchar por la igualdad de derechos y la inclusión de todas las personas, independientemente de su género, orientación sexual u origen. En definitiva, de defender algo tan básico como los derechos humanos e ir a por más: aportar por una vida digna y satisfactoria.

Para avanzar en la consecución de nuestra felicidad, Yolanda Díaz y Sumar proponen varias medidas que considero interesantes como, por ejemplo, incluir en la Seguridad Social servicios tan básicos y que hoy en día no están dentro, o lo están de forma muy básica, como la salud bucodental, óptica y psicológica. Para que una caries, la miopía o un malestar emocional no te joda el presupuesto del mes o de los próximos años con un crédito que ni puedas asumir.

Otra de las propuestas clave para ganar felicidad es la implementación de una reducción gradual de la jornada laboral, pasando de las actuales 40 horas semanales a 32 horas en un período de 10 años, sin disminuir los salarios. Este proceso comenzaría en 2024 con una reducción a 37,5 horas trabajadas por semana. Esta medida tiene como objetivo principal otorgarnos más tiempo para nuestras vidas y mejorar la conciliación entre el ámbito personal y laboral. Además, diversos estudios recientes indican que esta reducción podría, incluso, aumentar la productividad, lo cual sería un incentivo para una implementación exitosa en todo tipo de empresas y sectores. Es importante destacar que, históricamente, la patronal se ha opuesto a medidas que beneficien a los trabajadores y trabajadoras, por lo que esta propuesta puede enfrentar resistencia por parte de ese sector, sin embargo, es fundamental que se promueva el bienestar de las personas empleadas y se reconozca su importancia en el desarrollo de la sociedad.

El espíritu de este país es progresista, diverso y alegre. El 23 de julio, en las urnas, defenderemos con determinación nuestro derecho a la felicidad. No permitiremos que nadie nos arrebate esa aspiración legítima. Es hora de unirnos y hacer valer nuestras voces, de reafirmar nuestra identidad como una nación que valora la igualdad, la libertad y el bienestar de toda su ciudadanía. Demostraremos que nuestra alegría y nuestro deseo de progresar son invencibles.