Democracia

Viernes, 07 Julio 2023 21:07

Siempre he creído en la democracia, por encima de todo y sin ninguna duda, desde los albores de una juventud en la que el pensamiento crítico era lo único que se nos permitía, mientras no lo exteriorizáramos, porque esto último suponía el tener encima enseguida a toda una legión de grises que iban a por ti sin ninguna contemplación, ya que el único pensamiento que se podía expresar era ese que coincidía con los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, como se llamaba técnicamente al franquismo. Pero todo eso, afortunadamente, ya pasó, y ahora cada uno puede pensar lo que estime más conveniente y no hay ningún problema en que lo exponga donde sea necesario; pero hemos de respetar, primero, la opinión de los demás, cuando no coincide con la nuestra, y en segundo lugar la de la mayoría, porque eso, a fin de cuentas, es la democracia.

Sin embargo eso no es óbice para pensar que no siempre tiene razón la mayoría; que muchas veces esa mayoría se equivoca, como le pasaba a la paloma de Alberti; que nos fiamos más de los charlatanes, que intentan convencernos con embustes, calumnias y falacias, que de los que van con la verdad por delante, aunque sea una verdad incómoda, una verdad que nos puede perjudicar en un momento dado, aunque sea beneficiosa para la mayoría; que la memoria es frágil y eso nos hace tropezar una y otra vez y volver a un pasado ominoso e infausto que tendría que estar ya superado.

No tendríamos que retroceder en absoluto. Eso es lo peor que nos puede pasar, pues es signo de que no recordamos nada de lo que nos ha pasado, de lo que han hecho los anteriores políticos, tanto los más cercanos en el pasado como los anteriores. Sin embargo, algunos que han disfrutado de las mieles de un tiempo remoto y rancio, desean volver a él, y nos convencen con argucias y enredos, que adornan, como si fuera la guinda de un pastel, y nos persuaden de las bondades de sus argumentos para llevarnos al redil azaroso de sus fauces.

Mientras nos quede la palabra, y no nos arrebaten nuestro quejío, podemos decir lo que pensamos, podemos expresar nuestra opinión, aunque sea contraria al sentir de esa posible mayoría que no recuerda nada de los infortunios del pasado y tropieza una y otra vez, cegados por los cantos de sirenas, que intentan arrastrarnos hacia los acantilados rocosos de sus islas, para que nuestra nave encalle, pudiendo así adueñarse de las posesiones ideológicas más valiosas que hemos conseguido a lo largo de una vida de sacrificios y desventuras.

Porque a una mayoría nadie le ha regalado nada. Todo lo que hemos conseguido ha sido a fuerza de sacrificio y trabajo, y que vengan ahora a querer convencernos de lo contrario y a decirnos que esos derechos que hemos conseguido con muchas renuncias y con no menos entregas, hay que eliminarlos porque son perjudiciales, todo eso es algo a lo que nunca deberíamos estar dispuestos.

Tendríamos que pensar en lo que ha sido nuestro pasado. Tendríamos que pensar en lo que ha avanzado nuestro país en los últimos cuarenta años. En lo que le hemos arañado a la sinrazón y a la barbarie. Tendríamos que ver quiénes han sido los artífices de esta España que se codea con los mejores países europeos, y tendríamos, como punto final, que actuar en consecuencia ante los nuevos comicios del día 23.


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