Tras este neologismo se encuentra una idea bastante novedosa que se podría definir como viviendas colaborativas o vivir colaborativamente. Dicha idea nació en Dinamarca a finales de los años sesenta, después pasó a Holanda, extendiéndose después a otros países, entre ellos EEUU y Canadá. En España empezaron a conocerse estas iniciativas a finales de los ochenta.

Las personas asociadas a un proyecto como este suelen pertenecer generalmente a la clase media, pues se trata de una iniciativa privada y son los que pueden asumir los gastos de creación y mantenimiento de estos servicios. Lógicamente quedan excluidos los que no pueden sufragar tales gastos, y autoexcluidos los “ricos”, aquellos que, obviamente, no necesitan de estos servicios.

Generalmente esta idea va destinada a jubilad@s con una pensión decente y capaces de unirse para desarrollar y gestionar otra forma de convivir en la vejez, basada en valores como la amistad, la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación, el compromiso y la participación.

La idea se concreta en un modelo de gestión cooperativa sin ánimo de lucro, que garantice la autonomía y toma de decisiones de los socios, priorizando el interés de sus miembros, todo ello en unas residencias alternativas autogestionadas, muy diferentes a los bien conocidos modelos de gestión privada cuyo principal objetivo es el lucro y la maximización de beneficios.

Existen dos modelos de cohousing fundamentalmente; el más extendido es el que se ocupa de la convivencia entre mayores exclusivamente, y también residencias dedicadas a la convivencia intergeneracional. En ambos modelos se busca garantizar la participación, autogestión y diseño intencional de los espacios comunes que permitan compartir gastos, actividades, servicios y cuidados. Todo ello en pro de la optimización de los recursos y beneficios mutuos.

Los proyectos cooperativos como este necesitan dotarse de unos estatutos que garanticen la autogestión y participación en la toma de decisiones, además del compromiso de asumir un total respeto a la intimidad, autonomía e independencias personales. Para ello se han de crear dentro y fuera del edificio servicios comunes como cocinas, comedor, gimnasio, sala de juegos y actos, biblioteca, etc, además de espacios privados y personales, fundamentalmente pequeños apartamentos dotados de unos mínimos servicios.

En cualquier caso, no se puede olvidar que la idea fuerza que debe presidir un proyecto de estas características será siempre la creación de un espacio que garantice la cooperación, la tolerancia y la ayuda mutua entre sus socios y componentes a fin de garantizar en la medida de lo posible una vejez amable y creativa, además de cubrir la cada vez mayor necesidad de cuidados y atenciones.

El Foro de Debates JTC realizará el próximo jueves día 30 a las 18:30 horas en el Salón de Actos del Centro Cívico una sesión donde se podrá debatir y preguntar por este tipo de asociaciones. Te esperamos.