Bienvenido, Míster Marshall

Viernes, 24 Marzo 2023 21:07

El otro día emitieron un reportaje en el canal 24 horas de RTVE sobre la llegada de la gigafactoría de baterías de Volkswagen a Puerto de Sagunto. Varias personas fueron apareciendo a lo largo de la pieza comentando lo felices que están por la llegada de esta industria. Al terminar, resonaba en mi cabeza aquella cancioncilla: «os recibimos, americanos con alegría» Aunque, esta ocasión, tendríamos que cambiar el ‘americanos’ por ‘alemanes’, claro. En Bienvenido, Míster Marshall, la película de Luis García Berlanga en la que aparece esta canción, los habitantes de Villar del Río esperan que los estadounidenses les traigan ayuda económica para modernizar el pueblo, aunque las cosas no acaban saliendo como esperaban. ¿Les puede sonar este argumento…?

El municipio ha acogido con alegría y jolgorio la noticia de la llegada de los alemanes, que traerán prosperidad y futuro a la comarca. La gigafactoría es el tema de conversación del momento, estuvo presente en todos los monumentos falleros y, cuando el rey Felipe VI vino la semana pasada para poner la metafórica primera piedra, toda la corporación municipal estuvo ahí para rendir pleitesía y hacerse la foto. Los beneficios de la llegada de esta gigafactoría son claros e innegables: traerá empleo y dinamizará la economía local después de encadenar años muy duros de crisis tras crisis. Pero toda moneda tiene dos caras y la cara B de esta moneda ya la estamos viendo.

Aparecían, también, en el reportaje de RTVE varias personas ‘visionarias’ que han visto la oportunidad de invertir en el negocio inmobiliario en la zona, ante la previsión de la llegada de miles de personas que trabajarán en la fábrica y empresas auxiliares y que necesitarán un alojamiento. Cuando la factoría es todavía más un proyecto que una realidad, la especulación inmobiliaria ya está aquí. Con el mero anuncio de la llegada de esta industria, los pisos en la zona ya empezaron a subir. Entre esto y la escasa oferta de viviendas de alquiler en la comarca, se está haciendo del todo imposible encontrar techo en Puerto de Sagunto y alrededores, especialmente para las personas jóvenes, que quieren independizarse y no pueden.

Pero no todo el mundo que venga a trabajar a la factoría de baterías acabará viviendo en el municipio, muchas personas irán y vendrán desde València y otros pueblos. Según las previsiones de creación de empleo, podrían ser cientos a diario. Pero las conexiones de Puerto de Sagunto siguen siendo un absoluto desastre: sin tren ni metro, solo con un servicio de autobuses precario y claramente insuficiente para el volumen de personas usuarias que tiene. La eterna condena de este pueblo es el aislamiento y a nadie parece importarle demasiado. Me queda la esperanza de que los jefazos de la Volkswagen pidan transporte público para que sus obreros y obreras puedan llegar a la fábrica, ¡a ellos seguro que les escuchan más que al pueblo llano! Ya ven, a Roig le ha funcionado y le han hecho un tren de mercancías hasta la puerta del bloque logístico de Mercadona en un visto y no visto. Mientras que, por lo que sea, el de pasajeros es del todo imposible y solamente lo está reclamando un pueblo entero.

No podemos olvidar, tampoco, a las personas agricultoras a las que han expropiado los terrenos para construir la macroplanta. Están pidiendo a la Generalitat Valenciana y al Gobierno central que retiren las demandas interpuestas por la vía contencioso-administrativa del Tribunal Superior de Justicia y acepten pagar el justiprecio marcado por el jurado provincial de expropiación. O el plan para la instalación de un macroparque de placas solares en la partida de Montíber, que parece que va para adelante y sin muchos cambios pese a las protestas por la importante destrucción de un suelo de valor ambiental y con alta capacidad productiva agrícola.

Sé que todo esto puede sonar agorero o pesimista, pero desde el amor a mi pueblo, quiero que se tenga en consideración todo lo que implica la llegada de esta gigafactoría y no solo lo bueno, que a veces puede ser excesivamente cegador. Reconocer los problemas que puede acarrear es el primer paso para ponerles solución y se puede hacer desde lo público: favoreciendo que se pague un precio justo por las expropiaciones, protegiendo el patrimonio natural, construyendo vivienda pública o impulsando infraestructuras de transporte público. Será mejor prevenir antes que curar y ya vamos tarde.


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