Primer año

Viernes, 24 Febrero 2023 21:09

Se apaga la vida de Jimmy Carter, que ocupó la Casa Blanca entre 1977 y1981. En aquel mandato, el consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, convenció al presidente para equipar y armar a la insurgencia afgana. Había que desestabilizar el régimen prosoviético de Kabul. Pretendían que Moscú acudiera en su auxilio y lo consiguieron. La Unión Soviética decidió defender la República Democrática de Afganistán, desangrándose en un largo conflicto que precipitó su colapso. Ahora se repite la historia en Ucrania, se busca el mismo fin.

La guerra entre Kiev y las regiones prorrusas del Donbass, en el oriente ucraniano, empezó después de triunfar el Euromaidán, en noviembre de 2013, que fue otro tejemaneje más de los ‘fontaneros’ de Washington, para reemplazar un gobierno afín a Moscú por otro alineado con occidente. Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 para poner fin a la guerra en el este de Ucrania, se firmaron para no cumplirse, como reconoció, no hace mucho, la excanciller alemana Angela Merkel. Su único objetivo —dijo— fue el de dar tiempo a Ucrania para rearmarse y fortalecerse. Cuando el Kremlin inició la invasión, el 24 de febrero de 2022, los muertos ya se contaban por miles.

Después del primer año de guerra, no se divisa el fin de las hostilidades. Los muertos los pone Ucrania y Rusia, la OTAN proporciona las armas para que el conflicto se prolongue. Más allá de la barbarie que ha supuesto el inicio de la guerra, lo peor que puede pasar es seguir alimentándola. Se trata, como ya ocurrió en Afganistán, de que los rusos sufran un gran desgaste. Enfrentarse a China, con una Federación Rusa debilitada, siempre será una tarea más sencilla. Esta lucha, por la hegemonía global que EEUU se resiste a perder ante una multipolaridad en ciernes, nos sitúa en el umbral de la tercera guerra mundial. Algo parecido, pero con otros actores, pasó en 1914, cuando estalló la Gran Guerra.

Está claro que aquí no hay ni buenos ni malos, cada uno defiende sus intereses, y los europeos, sin una política de seguridad y defensa propia, vamos al dictado de lo que marca nuestro ‘amigo’ americano, a quien, por cierto, le está yendo estupendamente esta masacre, vendiéndole a sus aliados un gas a precios desorbitados, con su complejo militar industrial a pleno rendimiento y, cómo no, pensando ya en los suculentos beneficios que obtendrá con la reconstrucción de una Ucrania destruida.

Entretanto, el pueblo ucraniano sufre las consecuencias de una guerra de intereses, como son todas las guerras, que, además de muerte y destrucción, hipotecará ese país de por vida. Las armas que proporciona occidente tendrán que pagarlas y la reconstrucción también. Al final, la vida y el bienestar de la gente corriente nada les importa. Son todos unos canallas.


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